Tras varios años fugado, Carles Puigdemont reapareció en España, paseando de manera triunfal por las calles de Barcelona. Y lo mejor es que lo hizo sin que existiese amago alguno de detención por parte de los Mossos, que observaban impasibles cómo uno de los prófugos de la justicia más famosos de los últimos tiempos, se vistiera con una sonrisa de oreja a oreja porque a lo más que iba a llegar era a copar titulares los próximos días.
El pájaro voló sin ninguna oposición
Ningún cuerpo de seguridad del Estado lo detuvo y ya hay algunos que hablan de la incompetencia no sólo de las fueras y cuerpos de seguridad del Estado sino también del propio Ministerio del Interior. Se cree, incluso, que se debe a que desde el Gobierno se pretende cerrar mas pronto que tarde, el camino de la revisión judicial en las instancias europeas para todas las causas que arrastra Puigdemont. Así como el resto de acusados por el Procés.
Illa ya ha mostrado su «apoyo total» a la policía catalana. Y habla de confrontación política más que de fracaso. Y desde el propio Ministerio lo que aseguran es que sí que se activaron los servicios de Información tanto de la Guardia Civil como de la Policía. Pero que se hizo solo cuando ya tuvieron conocimiento de que Puigdemont ya se había fugado de nuevo.
Se les escapó, como vulgarmente alguien puede pensar. «El pájaro voló» a pesar de que sí se paseó prácticamente escoltado, a sabiendas de que nada se iba a hacer contra él. Los malpensados dirán que se rió, una vez más, de la justicia española. Se rió de todos cuantos esperan cumplir con la ley o de quienes la cumplen ya entre rejas. Porque él probablemente esté por encima de todo eso.
Desde luego, medios no faltaron. Pero ya cuando el prófugo se había esfumado de Barcelona. Según un informe de Interior enviado al juez Llarena, hasta 15 fueron los controles, ubicados en la frontera, que tenían como misión vigilar sus movimientos y detectar su presencia, entre Lleida y Girona. Los servicios de inteligencia, indican, hicieron innumerables comprobaciones. Para nada.
Los Mossos creyeron suficientes sus medios y no solicitaron ayuda a otros cuerpos. Tal vez las intenciones eran otras. Y la jugada, maestra donde las haya, ha permitido dar algo más de qué hablar en estas fechas de agosto. Además del virus del mono y la correspondiente alerta de la OMS o las altas temperaturas, que también dan mucho de que hablar, la llegada y posterior huida de Puigdemont, sin duda, puede convertirse en el tema del verano, como La Barbacoa de Giorgi Dann o la Bomba de King África.