EL MURO QUE HA LEVANTADO SÁNCHEZ

El jueves pasado se consumó el autogolpe de Estado de Pedro Sánchez, la liquidación del Estado de Derecho. Bajo la supervisión de Miriam Nogueras (Junts) y Rufian (ERC), Sánchez no hizo un discurso de investidura sino un alegato contra el PP y Vox. Dijo claramente que su Gobierno ha levantado un muro frente a la derecha retrógrada que quiere encerrar a las mujeres en la cocina.

No hay precedentes de un presidente que lo fie todo al enfrentamiento civil y la fractura social. El sanchismo ha declarado el apartheid de media España, o más. Y hace oídos sordos al clamor de la calle, que lleva muchos días denunciando el golpe de un modo ejemplarmente cívico. Pero en esta España del muro construido por Sánchez todos los que están al otro lado, todos los que no piensan como él, son “la extrema derecha, el fascismo”. Hay que estar muy ciego para no ver que en las calles de toda España se han manifestado, juntos, ciudadanos de toda ideología, sexo, religión, edad y condición social. Todos unidos por el rechazo a una amnistía que acaba con la separación de poderes esencial en una democracia. 


El muro de la vergüenza de Sánchez

Pedro Sánchez alienta el guerracivilismo y el enfrentamiento civil con el único objetivo de mantenerse en el poder cuatro años más con un Gobierno que va a estar dirigido desde Bruselas por un fugitivo de la Justicia. Va a tener que rendir cuentas en Suiza ante un verificador internacional de los acuerdos entre Sánchez y Puigdemont. Habrá que ver quién es el verificador que se ha buscado el fugitivo Puigdemont. 

No es el primer muro de la historia. El más parecido fue el de Berlín. Aquí de un lado Sánchez y los suyos, que pueden delinquir impunemente, que lo controlan todo, hasta el poder judicial. Del otro lado, una mayoría de ciudadanos que queremos vivir en libertad. Ciudadanos que respetamos al discrepante. Ahora estamos obligados a derribar este muro de la vergüenza. En democracia gobierna la mayoría, sí, pero la democracia no es el gobierno de las mayorías sino el gobierno de las mayorías con un sistema en el que hay severos controles al poder. Sánchez ha colonizado las instituciones. Se ha cargado el principio de igualdad de todos ante la ley y la independencia del poder judicial. Ha liquidado todos los controles, porque también controla buena parte de los medios de comunicación más importantes y poderosos.

Quienes queremos un país de ciudadanos libres e iguales y queremos vivir armónicamente sin perseguir al discrepante estamos obligados a resistir y derribar ese muro. No va a ser fácil. En la propia sesión de investidura se vio por donde va a ir la cosa cuando la presidenta Armengol le dijo a Abascal que retirara lo que acababa de decir de que a través de las urnas llegaron al poder dictadores como Chávez, Maduro o Hitler. Cuando Abascal, con razón, se negó a retirarlo, le comunicó que lo retiraría ella del diario de sesiones. Y después, cuando Armengol se fue a mear y dejó al mando a Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, éste le retiró el uso de la palabra a Alberto Catalán, de Unión del Pueblo Navarro. Si no dejan hablar a los diputados imagínense a quienes no lo somos.


Regresamos a los años más oscuros de nuestra historia

Esta gentuza es así. Levantan el muro y nos va a perseguir. Recuerden el muro de Berlín, persiguiendo a los que no querían entrar y liquidando a los que querían salir. Y todo ello, siempre, en nombre de la democracia y para detener al fascismo. Todo contra la derecha, pero de la mano de la derecha supremacista y xenófoba catalana y de los herederos de una banda de asesinos. Y regresamos en el tiempo. Otra vez las carreras con los maderos detrás aporreando a las ordenes de un Marlasca que ordena mano dura contra cualquiera, hombre, mujer, joven, anciano. Es igual, mano dura. Debiera reflexionar Sánchez sobre cómo está gobernando contra millones de españoles demócratas. El no va a poder pisar la calle sin enviar por delante a los mandados de Marlasca a acordonarla.

Sánchez y toda la caterva del PSOE que le permite todo después de haberle pillado preparando un pucherazo en unas primarias y habérselo cargado dos veces no se atrevieron a presentarse a las elecciones diciendo lo que iban a hacer. Y lo tenían decidido, como contó públicamente Santos Cerdán, el enviado a negociar en Waterloo con el fugitivo que controla al Gobierno, porque desde marzo andaban ya pergeñando la infamia. Esa “mayoría social progresista” de la que habla Sánchez no es verdadera. Como no es verdad que sean “la extrema derecha y los fascistas” los que se están manifestando continuadamente (y lo que queda) en las calles de España. El sábado en la masiva protesta de Madrid no había fascistas con banderas preconstitucionales quemando contenedores.

Había gentes de todo tipo y condición protestando pacíficamente, jóvenes y mayores con banderas de su país y de Europa. Y quienes intervinieron no fueron dirigentes fascistas sino Andrés Trapiello. Escritor de prestigio, en su día militante del Partido Comunista de España Internacional (PCE(I)). Afirmó que estaba allí “por coherencia con lo que pienso, por respeto a mí mismo y porque lo considero un acto de utilidad pública, y no hay utilidad pública mayor que decir en público lo mismo que en privado, se sea de derechas, de centro o de izquierdas”. También Fernando Savater, ilustre filósofo, firme defensor de la libertad. Siempre en primera fila del combate al terrorismo de ETA, en su día socialdemócrata y ahora liberal. Dejó escrito que “he sido un revolucionario sin ira y espero ser un conservador sin vileza”. O Pablo Rangel,  eurodiputado portugués del Partido Social Demócrata. 


¡No al muro, a ningún muro!

Y no me olvido de mi amigo Alejo Vidal Quadras y su asesinato frustrado. Marlasca, muy centrado en la represión de los discrepantes, aún no ha esclarecido el atentado. Fuentes policiales de máxima solvencia me dicen que no hay ningún indicio de que Irán esté detrás del asunto. Las investigaciones se centran en España. Alejo se encuentra bastante bien. Desde el hospital ha escrito ya un tuit interesante: “el sanchismo convierte al adversario en enemigo a expulsar del sistema”. Los investigadores por ahora descartan que tras el asesinato frustrado de Alejo haya un Gobierno extranjero. Y en España todos sabemos en qué ámbitos pueden andar los autores. Esperemos que Marlasca lo aclare pronto, porque está tardando.

El muro que ha levantado Sánchez nos retrotrae a los años más oscuros de nuestra historia. Por eso es responsabilidad de todos acabar con él para vivir en paz, en concordia, con respeto a todos, sin miedo a ser perseguido por tus ideas. Tengo ya una edad y he vivido en mi propia familia severamente la persecución de una dictadura. Algunos hemos luchado mucho por vivir en democracia como para que ahora unos delincuentes que tienen cogido por los huevos al presidente del Gobierno nos vuelvan a joder la vida. No al muro. A ningún muro.

Hay que defender la democracia frente a quien la está destruyendo amparado en una supuesta “mayoría progresista” que no existe. Sus actos nada tienen que ver con el progresismo. Son totalitaristas. Y vuelvo a recordar como en Venezuela o Argentina muchos decían “esto aquí no puede pasar”, y pasó. Aquí ya han levantado un muro, y hemos de derribarlo con la fuerza de la palabra y la resistencia pacífica.


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