EL BEETHOVEN DE LA CORRUPCIÓN

Intento no escribir sobre Sánchez, pero lo pone imposible. No se han apagado los ecos de todo lo de su mujer, Begoña Gómez, y poco se habla de lo de su hermano, David Sánchez Pérez Castejón. Poco después de llegar Pedro a la presidencia del Gobierno, su hermano David llegó a la Diputación de Badajoz a un puesto de coordinador de dos conservatorios (es músico, David). Un puesto creado ad hoc por la Junta gobernada por el PSOE. El salario, 45.389 euros. El hombre vivía en Elvas (Portugal).

Quizá coordinaba a distancia porque había poco que coordinar, ya que los dos conservatorios tenían repartidas las fases de formación de los alumnos, disponían cada uno de ellos de sus directivos y distaban el uno del otro poco más de 100 metros. Y el coordinador ocultaba su verdadera identidad, porque figuraba como David Azagra, que debe ser su nombre artístico como compositor u director de orquesta.

El maestro Azagra debió de coordinar bien lo de Badajoz desde Elvas, y, seguro que sin intervención alguna de su hermano Pedro, ha fichado como miembro del consejo asesor del Teatro Real de Madrid. Coincidiendo con el nombramiento del maestro Azagra, en realidad Sánchez Pérez Castejón, el Gobierno, vía el ministro Urtasun, concedió al teatro madrileño una subvención de 7 millones de euros. Y ahora el maestro Azagra cobra un salario superior a los 100.000 eurazos anuales. Desconozco si va a seguir residiendo en Elvas (Portugal), y si piensa asesorar a distancia, porque el consejo asesor del Teatro Real no se reúne precisamente cada semana.


Sánchez se supera: imparte lecciones de moralidad y critica la corrupción

Azagra, en realidad Sánchez Pérez Castejón, ya había sido subvencionado con 128.000 euros de los Fondos Europeos para crear su opera prima, que se estrenó en Badajoz, de título “La paz perpetua”, que se estrenó y canceló en una sesión única que recaudó 2.000 euros. La opera iba de tres perros que dialogan mientras forman un equipo de élite de la lucha contra el terrorismo. 

Esta gente se supera. Pedro Sánchez imparte lecciones de moralidad y ejemplaridad desde su atalaya de caudillo del progresismo, construye su muro contra el fascismo, critica la corrupción, pero tolera que con dinero público se trate a su hermano como si fuera Von Karajan.

Y para cerrar la semana se va al Valle de los Caídos a hacerse fotos entre calaveras y vuelve a colocar al franquismo en la actualidad para tratar de evitar que se hable de lo suyo y lo de su familia. Su hermano tituló su patética ópera “La paz perpetua” pero él sigue empeñado en fomentar la división entre españoles a perpetuidad. Cada vez que se ve en apuros, Sánchez vuelve al 36 y reactiva la memoria histórica y trata de explicarnos lo que fueron la II República y el franquismo. Como si no lo supiéremos.

Como sabemos lo que fueron los 40 años de terrorismo de ETA, como sabemos lo que fueron los GAL, una banda de terrorismo de Estado organizada y financiada por un gobierno socialista. Pero para esto Sánchez no tiene memoria y aplica el olvido. Y entre un viaje y otro alguien de su familia más cercana se lo lleva calentito del dinero público. Sánchez se ha convertido en el Beethoven de la corrupción. 


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