En los últimos días la sede de la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol ha recibido varias cestas de fruta. Han sido enviadas de forma anónima y dirigidas a la presidenta de la región Isabel Díaz Ayuso. La razón no es otra que la polémica desatada tras ver la reacción de la presidenta de la Comunidad de Madrid el 15 de noviembre, en la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados. Mientras Pedro Sánchez, en su primer discurso de investidura, realizaba una réplica al discurso del líder de la oposición Alberto Núñez Feijóo. Además hacía alusión al presunto caso de corrupción que al parecer implicaba al hermano de Díaz Ayuso. Las cámaras del hemiciclo captaron su reacción. En sus labios pareció leerse “hijo de puta”.
Las reacciones fueron rápidas y muy variadas. Un día después, en la Asamblea de Madrid, el secretario general de los socialistas madrileños le dijo a la presidenta que “ayer se le vio haciendo una cto indigno”. Haciendo alusión a lo que se le pudo leer en los labios en el Congreso. Preguntada por su presunto insulto y posterior reacción, Ayuso lejos de disculparse, alegó que el presidente del Gobierno “utilizó la tribuna de oradores para difamar a un presidente autonómico. Es decir, para difamarme a mí y a mi familia”. Justificó su movimiento de labios asegurando que pensó para sus adentros, y así lo externalizó verbalmente, “me gusta la fruta”. Unas palabras que también confirmaron desde su gabinete.
Ayuso, su ironía y su juego de palabras
En realidad, explicó en la Asamblea, “dije para mis adentros me gusta la fruta ante esos insultos hacia mí y hacia mi hermano«. También una vez “me llamaron facha y entendí qué pacha” y desde Mas Madrid me llamaron “mongola y entendí me mola”. Lejos de parecer una gracia cualquiera o un juego de palabras, es la explicación que ofreció la presidenta en la Asamblea de la Comunidad, mientras los miembros de su partido aplaudían y gesticulaban con la cabeza asintiendo y dando por válida la justificación.
El tono bronco que tendrá estos próximos años el Congreso de los Diputados no ha hecho más que empezar. No sólo por las caceroladas, las manifestaciones, los abucheos en la calle o las pintadas en las paredes. Sobre todo, cerca de la sede del PSOE en la madrileña calle de Ferraz. El tono jocoso que roza la broma pero que en realidad nada tiene que ver con los chistes o las chanzas, también se traslada al parecer a las bancadas de los diputados. Hasta a las Asambleas regionales.
Si al finalizar éstas lo que queda es un discurso que más que una réplica parece un juego de palabras, los electores podemos empezar a concienciarnos de que van a ser cuatro años intensos. Nuestros políticos no se van a retractar de lo que dicen. De lo que insultan o de las faltas que lanzan en sus discursos. Más bien optarán, como Ayuso, por ironizar. Como si se tratase de un juego. Aunque todos sepamos que un juego no es.
En los próximos días las principales ciudades de nuestro país esperan manifestaciones de protesta. En Madrid, Cibeles se volverá a llenar de gente con pancartas y mensajes en contra de la amnistía y de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno para los próximos cuatro años. Desde el el Partido Popular, principal partido de la oposición, Alfonso Serrano, su secretario General, ha reconocido que están pensando qué hacer con ese “me gusta la fruta” de Ayuso. Quizá lo usen a modo de meme. O como chascarrillo. E incluso, siendo optimistas, puede que este “me gusta la fruta”. El “qué pacha” o “me mola” sea sólo el comienzo de una larga legislatura que se prevé, cuanto menos, cero aburrida.