EN OCASIONES VEO MUERTOS

Esta es la frase mítica de «El Sexto Sentido«, película de suspense –una auténtica revelación en el cine de finales de los 90- protagonizada por Bruce Wilis y, el entonces niño, Haley. J. Osment. Cuenta la historia de un psicólogo infantil que trata de ayudar a un niño a lidiar con sus poderes paranormales. El niño le confiesa: “en ocasiones veo muertos, caminando como gente normal. Ellos no saben que están muertos”. El doctor termina asumiendo que el niño dice la verdad y trata de reconducir su miedo buscando la finalidad de tales apariciones. Solo quieren que se les ayude a completar cosas que quedaron en el tintero al concluir sus vidas abruptamente. 


España no alcanza una democracia real

España tiene interrumpido el sueño de alcanzar la Democracia. Una democracia real, claro, porque esto que tenemos ahora, aunque es mucho mejor que la Dictadura, dista mucho de ser una democracia. En España nadie derrocó al dictador. Murió en la cama, de viejo, no sin antes haberlo dejado todo atado y bien atado. En su lugar, colocó al bueno de Campechano al que previamente había criado a sus pechos mientras, poco antes, Carrero volaba sobre Madrid por obra y gracia del Tío Sam.

La dictadura fue tan gris como su policía y trajo una no menos oscura Transición donde todos creyeron ganar. Sin embargo, el Pueblo perdió la Democracia que tanto ansiaba. En su lugar, nos dejaron este sucedáneo que comparado con la dictadura está muy bien empero que, comparado con una Democracia como Dios Manda y Quiere, está muy mal.  

Esa oscura Transición –un apaño gatopardista reforzado, después, con el cuento del 23-F- dejó vivitos y coleando todos los grandes problemas que acucian a España desde el siglo XIX. Me refiero a ese cantonalismo que ha llegado hasta nuestros días como una mezcla informe de localismo, federalismo y separatismo que, en el fondo, es lo que impide tanto la modernización como la Democracia. Las minorías tribales -que se saben perdedoras en una auténtica Democracia- se aferran al cupo sobre determinados territorios, por las buenas o por las malas.

Tamaño despropósito, consentido por una PPSOE heredera de lo peor del General, desembocó en el vuelco electoral propiciado por el no menos oscuro 11-M (2004) que trajo a ZP y recuperó el guerra civilismo, que no deja de ser una suerte de separatismo. De nada sirvió la enmienda a la totalidad de la mayoría absoluta de Rajoy, porque éste no hizo absolutamente nada para enmendarlo. ¿Ves o no a la PPSOE? La reacción fue un ZP al cuadrado: Sánchez. 


Los españoles están muertos con la PPSOE

En ocasiones veo muertos. Veo a una España muerta por un populismo dizque socialdemócrata. Retrocedemos hacia la fragmentación cantonalista para que los caciques de la PPSOE y sus socios tribales puedan retener el poder, cada uno en su territorio. El precio es que nada más puede prosperar. Para muestra un botón: la gestión de la DANA. Comisarios políticos en lugar de profesionales al frente de todas y cada una de las instituciones con poder, con el objetivo de conservarlo a toda costa. Después, todo es cuestión de relato y ellos lo controlan porque controlan a los grandes medios de comunicación y empiezan a controlarlo absolutamente Todo. Jaque mate mini democracia española.

Ellos no saben que están muertos. Los españoles de a pie deambulan por la calle, saturados por los crecientes impuestos y la creciente falta de oportunidades. Creen estar vivos y que todo tiene arreglo. No lo están. Con la PPSOE están muertos, pero no lo saben. Internamente, ningún servicio público funciona como debería. Ni la sanidad, ni la educación, ni la seguridad. Tenemos que contratar soluciones privadas para cubrir unas necesidades para las que antes hemos pagado una burrada de impuestos. El mercado está fragmentado y lleno de barreras que lo asfixian. Internacionalmente, somos una colonia doble: de USA y de la UE. Y hacemos lo que nos dicen. Por eso fuimos des-industrializados para reconvertirnos en una sala de fiestas gigante.  

Tenemos una oportunidad como en la película. Podemos dirigir nuestro voto –la única palanca de cambio que queda- de forma positiva, a cualquiera que defienda nuestras ideas o algo racional, y de forma negativa, negándoselo a cualquiera que haya pertenecido al sistema de la PPSOE. Si lo hacemos, podremos cambiar las cosas. Estoy convencido de que, si no vuelves a votar nunca más a cualquiera que te haya engañado antes, todo cambiará.


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