Más de 50 activistas saharauis permanecen encerrados en la sala de de inadmitidos del Aeropuerto Adolfo Suárez – Barajas. Desde el Ministerio del Interior se les ha denegado el asilo. Indican que, de acuerdo con la legislación, serán devueltos a Marruecos. Ante esta decisión de Interior, al menos 10 de ellos llevan varios días en huelga de hambre, según asegura la abogada encargada de su defensa.
El resto, seguramente siga la misma senda. Los familiares han criticado la situación en que se encuentran los retenidos en el aeropuerto: falta de higiene, picaduras de chinches. La misma comida desde hace más de veinte días. Además en una situación mental de total incertidumbre, miedo y duda. La secretaria general de Podemos, Ione Belarra ha declarado que mantener a personas pendientes de asilo, es hacerles vivir una situación “inhumana” e “insalubre”.
Medio centenar de saharauis retenidos en Barajas
También Sumar se ha unido a las críticas contra el Gobierno. Le pide que no lleve a cabo “deportaciones masivas”. La diputada Tehs Sidi, de origen saharaui, ha indicado que al ser un Gobierno progresista, debe velar siempre “por los derechos humanos”. También ponerlos “en el centro de sus políticas”. Añade que la realidad para los saharauis en Marruecos es una muy distinta a la de otros asilados que llegan a nuestro país. Ha explicado que, “el Reino de Marruecos está ocupando más del 80% del territorio del Sáhara Occidental”. Así que la nacionalidad marroquí para todos estos ciudadanos es una nacionalidad “impuesta”.
A este respecto, el diputado Enrique Santiago, que junto a Sidi ha visitado a los saharauis en Barajas para ver de primera mano sus condiciones. Ha indicado que su condición no debería impedir que tuvieran la condición de “apátridas”. Y, que se autorice su permanencia en nuestro país “por motivos humanitarios”. Según Fátima El Galia, la abogada que defiende a los saharauis en huelga, los retenidos son “activistas saharauis perseguidos”. Una vez devueltos a Marruecos, es muy probable que sus vidas corran peligro.
Desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, CEAR, se insta a España que paralice la deportación a Marruecos de los saharauis. Declaran que es“muy preocupante” que se quiera devolver a personas “a un país donde sus vidas y derechos correrían serio peligro”. Piden al ministro Marlaska que considere que aquellas solicitudes de asilo que se desestimen por no cumplir con los requisitos exigidos, se valoren como autorizadas por razones humanitarias. CEAR, añade que se trata de una cuestión de voluntad. “El Gobierno tiene a su alcance herramientas legales para garantizar los derechos y las vidas de estas personas”.
Deplorables condiciones de vida de los refugiados
Las condiciones de vida de este medio centenar de personas en el aeropuerto de Barajas no son las deseables. Como tampoco lo son las de las más de 173.000 personas que viven actualmente en los campos de refugiados en Tinduf (Argelia. Lugar al que tuvieron que huir en 1975 cuando arrancó el conflicto del Sáhara Occidental y naciendo después allí la estructura de la República Árabe Democrática (RAD).
Según ACNUR, al menos 117,3 millones de personas en el mundo “han sido forzadas a abandonar su hogar”. De ellos, cerca de 43,4 son refugiados. Al menos el 40% son menores de edad. De ellos, 31,6 millones están bajo su mandato, 5,8 millones necesitan protección internacional. Y, al menos 6 millones de personas son palestinas y están refugiadas bajo el mandato de UNRWA. Además, el 69% de las personas refugiadas y aquellas otras que precisan de protección internacional, viven en países que comparten frontera con sus países de origen.
Tal y como indica la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, a millones de personas apátridas se les niega una nacionalidad. A otras, se les fuerza a tener una que no quieren. Quienes son apátridas ven cómo también se les ha negado una nacionalidad. También se les niega “el acceso a derechos fundamentales como son la educación, la atención médica, el empleo o la libertad de circulación”.
En pleno debate sobre la inmigración, sobre el cierre de fronteras, el endurecimiento de las condiciones de acceso al primer mundo, la ayuda humanitaria en alta mar y en tierra firme, no está de más echar un vistazo a estos números. No está de más la reconsideración de las políticas migratorias. De las políticas comunes a este respecto y de las decisiones internacionales para poner de verdad fin a una tragedia que crece cada día un poco más.
