Son frecuentes las quejas de los funcionarios de prisiones que denuncian constantes agresiones de presos, hasta el punto de que la Asociación Profesional de Trabajadores Penitenciarios acuñó para sus protestas y su solicitud de apoyo al cuerpo el lema “Tu abandono nos puede matar”. Conozco el universo penitenciario español. Me atrevo a decir que bastante bien. Y, siendo cierto que en ocasiones hay agresiones de presos, también lo es que no se trata de que haya una plaga de presos que porque sí se dedican a agredir a los funcionarios. Me atrevo a afirmar que normalmente cuando se produce una agresión, es consecuencia de algún incidente previo o de alguna conducta inapropiada previa del funcionario.
Prisiones: cosas detrás de los muros que afectan a los funcionarios y a los presos
Los sindicatos defienden lo suyo, pero son poco críticos con sus colegas que no hacen bien su trabajo. Es muy frecuente que los funcionarios, que disponen de una garita en la entrada de cada módulo de una prisión, no salgan de ella en casi todo el turno, no pisen el interior de los módulos ni las celdas, excepto en caso de que se organice alguna trifulca que les obligue a intervenir.
Varios funcionarios de prisiones de centros penitenciarios de Madrid no afiliados sindicalmente me han comentado que hay un problema del que no hablan los sindicatos. Es el de la aplicación de la discriminación positiva a la mujer en las oposiciones. Ha hecho que cada día aumente el número de mujeres que trabajan como funcionarias en prisiones masculinas. “Muchas de ellas, me dicen, de baja estatura e incluso con sobrepeso. Y claro, es un problema para una mujer intervenir en prisiones masculinas en evidente inferioridad física cuando surgen problemas graves. Una cosa es trabajar en una oficina, y otra tener que hacer frente físicamente a alguien a quien no vas a poder reducir. No tenemos nada contra que las mujeres accedan al cuerpo, pero las que lo hagan debieran al menos cumplir con un físico que no les coloque en tan evidente desprotección”.
Las prisiones y lo que sucede en ellas parece que no le preocupan a la mayoría de los ciudadanos. Conviene recordar que uno de los termómetros del nivel de un país democrático es cómo trata a quienes están privados de libertad. Un preso es condenado a perder la libertad, pero esa condena no les retira otros derechos que son vulnerados diariamente. Uno de ellos es el de ejercer su libertad de expresión. La Dirección General de Instituciones Penitenciarias tiene como criterio no autorizar a ningún preso a poder conceder entrevistas a periodistas, excepto claro está que el periodista sea amigo de la casa.
Y con esta restricción se incumple la legalidad. Y muchas cosas más que suceden dentro de los muros. Cosas que afectan no solo a los funcionarios, sino también a los presos que en tantas ocasiones no son tratados con la dignidad imprescindible. Conviene no abandonar a los funcionarios de prisiones, pero tampoco los presos.
Es un sistema abandonado por la sociedad, no se comprende bien la función que tiene, la que influye en la salud de la población más de lo que se cree.
Por lo mismo se agradece toda reflexión que invite a mejorar.