Es relativamente sencillo encontrar estelas blancas en el cielo. Basta con mirar hacia arriba y detectar casi al instante regueros blancos que lo cruzan y tiñen ese azul que a veces tienen los días soleados, por otro más rayado. Esos caminos son tema de debate dentro de las teorías conspiracionistas de los últimos años. En ellas se asegura que las estelas químicas o quimioestelas (chemtrails, en inglés), son algo más que estelas de condensación que deja el paso de los aviones cuando vuelan a gran altura. Instituciones como la Agencia Española de Meteorología apuntan que la manera correcta de referirnos a estas estelas debería ser “contrails«. Es la abreviatura de condensation trails, estelas de condensación” en lugar de la anterior. Es la que utilizan los seguidores de la teoría que afirma que desde los aviones se están lanzando productos químicos con el objetivo de modificar artificialmente el tiempo.
Como definen desde la AEMET, “las estelas de condensación son nubes de hielo, en forma de largas líneas, que surgen en ocasiones al paso de un avión, por condensación del vapor de agua contenido en las emisiones de los motores”. También se forman otro tipo de estelas en la punta de las alas, por condensación del vapor atmosférico a causa de la bajada de presión y temperatura que se produce al paso del avión. Estas últimas suelen ocurrir en el despegue y el aterrizaje, no durante el vuelo en niveles altos, y duran mucho menos”.
Sin embargo, por mucha explicación técnica o científica que se dé, la polémica de los chemtrails lleva en pie más de una década. La comunidad científica ha negado en muchas ocasiones que se trate de estelas químicas. En un sondeo publicado en 2016 por dos expertos de la Universidad de California, se indicaba que “el 98,7% de los expertos consultados no habían encontrado ni una sola evidencia que respaldara la teoría de los chemtrails”. Entre los consultados se encontraban químicos, físicos o meteorólogos.
Pero no faltan quienes afirman que estas estelas son en realidad un acto de fumigación lenta a la población. También que son las causantes del cambio climático, de las variaciones en la cantidad de lluvia que cae durante una determinada época del año. O incluso hay quienes dicen que se trata de una liberación química empleada con el objetivo de manipularnos a nivel psicológico. Contaminar la cadena alimenticia, provocar la lluvia de polímeros o controlar a la población. Y ser además, el efecto más patente de una guerra silenciosa a nivel biológico que está provocando graves enfermedades respiratorias.
Teorías conspiranoicas hay muchas y variadas. Pero lo que comenzó siendo un bulo hoy es casi una teoría asentada en gran parte de la población. Ademas ha acabado asumiéndose como perfectamente válida. De hecho, en 2011 se realizó una gran encuesta a nivel internacional en la que se preguntaba qué creían que eran esas estelas del cielo. Cerca del 20% de los encuestados afirmaron que consideraban que era obra de un Programa Atmosférico Secreto a Gran Escala (SLAP, en sus siglas en inglés).
La creencia relacionada con la conspiración también se encuentra patente en nuestro país. Según el estudio titulado “El fenómeno Chemtrail: ciencia o creencia en el Siglo XXI”, a nivel nacional, Zamora es una de las provincias con mayor número de defensores activos de esta creencia. Y existen grupos especialmente activos otras zonas de la geografía nacional como Levante (Almería y Murcia). Además, son muchos los foros, los blogs y las webs donde se puede encontrar información sobre los chemtrails. Incluso hay grupos organizados que piden movilizarse para pedir responsabilidades a los Gobiernos.
Organizaciones ecologistas están de acuerdo en que estas estelas son, en realidad, gases despedidos por los aviones a reacción. En concreto, suelen ser restos de dióxido de carbono. Pequeñas cantidades de óxidos de nitrógeno (NOx), hidrocarburos, monóxido de carbono, gases de azufre y partículas de hollín y metal. Pero su posición contraria al empleo de sustancias contaminantes, les lleva a situarse muy cerca de estas teorías de la conspiración.
Tal y como explican desde la AEMET, “de todos estos gases y partículas, el vapor de agua es lo único relevante para la formación de estelas”. Así, dependiendo de la temperatura que exista y de la cantidad de humedad que se recoja en el aire, las estelas suelen reaccionar de dos maneras distintas. Se evaporan rápido si la humedad es baja, pero persisten o incluso crecerán siempre que la humedad del ambiente sea más acusada. Estas estelas pueden afectar a la formación de las nubes. De ahí, que el paso para que muchos den por cierto que si afecta a nuestros cielos, nos afectará a nosotros también. No es extraño que se crea que esos desechos de los aviones, que contienen productos y gases tóxicos, pueden llegar a mermar nuestra salud. Incluso contaminen nuestros campos y las aguas que consumimos.
¿Debemos preocuparnos por estas estelas del cielo?
Sí y no o las dos cosas a la vez, si es que somos capaces. Las estelas de condensación, las estelas químicas o los regueros blancos del cielo, como queramos denominarlas, tienen un gran interés estratégico para los vuelos militares. Además, como indican desde la AEMET, estas estelas tienen también relevancia “en el campo de la predicción”. Sobre todo en el que se refiere a la predicción del clima a largo plazo.
De hecho, un informe realizado en 1999 (IPCC Special Report. Aviation And The Global Atmosphere) indicaba que hay estudios que habían encontrado una correlación directa entre el aumento de la cobertura nubosa de cirros y las emisiones de aeronaves. “En promedio, el 30% de la superficie de la Tierra está cubierta de cirros. Un aumento de la cobertura nubosa de cirros tendería a aumentar la temperatura global superficial. Por tanto, el aspecto de las estelas de condensación del que tiene fundamento preocuparse es su posible impacto en el aumento de temperatura global”.
Sin embargo, la AEMET asegura que la cobertura nubosa creada por el hombre a partir de estas estelas se sitúa alrededor “del 0,1% de la superficie del planeta. Sin contar los cirros de evolución a partir de las estelas más persistentes. Además, es de prever que el crecimiento del tráfico aéreo y los avances tecnológicos de los motores hagan aumentar este porcentaje”.
Los medios de comunicación, atentos en ocasiones a los rumores que son bulos o a las teorías que acaban siendo conspiracionistas, deberían sentarse y pensar qué tipo de información desean aportar en torno a las estelas que vemos en el cielo. A día de hoy, aquella lectura de “La guerra de los Mundos” de Welles emitida en un programa de radio se nos queda corta con los efectos que tiene la enorme cantidad de información que encontramos en Internet. Y la cabida que se suele dar a otro tipo de contenidos que acaban siendo bulos.
Quizá hace falta una llamada a la calma para todos aquellos que creen a pies juntillas que nos fumigan desde el aire. O a los que dan por sentado que el aumento de las enfermedades de tipo respiratorio y las alergias no sólo podrían estar causadas por los gases de efecto invernadero y la contaminación, sino también por las estelas porque contienen sustancias dañinas. Una llamada a la calma para los que saben que no se trata únicamente de estelas de condensación, sino que hay más.
Y que está claro que todo tiene su razón de ser porque puede que se empleen de manera provocada para predecir futuros comportamientos del clima, que ya, hoy por hoy, se ha revelado de toda posible predicción. Tal vez sean el resultado de un plan internacional para controlar el aire que respiramos. O la cantidad de lluvia que caerá en una determinada zona en función de la densidad de las nubes con las que comparten espacio. Pueden ser tantas cosas, que nos volveríamos locos tratando de comprenderlas. Hoy se puede controlar todo.
Las estelas siguen en nuestros cielos. Y seguro que a partir de ahora les prestaremos más atención. Ya que últimamente no miramos hacia arriba para ver si llueve (porque no tiene pinta de llover), miremos para conocer cuántas estelas están dejando sobre nuestras cabezas los aviones que nos sobrevuelan. Y preguntémonos para qué sirven o por qué están ahí.
Muy buenas!! Sigo a Mario desde su famoso primer video viral, y estoy encantado con su actividad y planteamientos. Pero me temo, Susana, que te falta ponerte mucho al día antes de escribir lo que escribes sobre las estelas. Para resumir con un ejemplo infantil, es como si escribieses sobre el bulo de que los políticos parecen ser corruptos, pero no está aún demostrado… Pues bien, los políticos son corruptos, y si piensas lo contrario es que, sencillamente y en el más ingenuo de los casos, no estás debidamente informado: No se trata de de si sí o si no, ni de si yo creo esto o creo lo otro. Son corruptos, punto.
Aquí pasa lo mismo, no estás informada. Para ponerte al día te sugeriría cientos de estudios, documentales, informes, etc. Como no pretendo anonadarte, sólo te dejo un par de pistas que puedes seguir de la mano de personas serias y responsables: el Dr. Dietrich Klinghardt y el colectivo geoengineeringwatch.org
https://www.youtube.com/watch?v=OuMSa9CBuA4
https://www.geoengineeringwatch.org/spanish-translations/
Feliz disonancia cognitiva!!!