Lo más trascendente de lo dicho en la primera sesión de la moción de censura de Vox al Gobierno de Sánchez ha pasado como desapercibido. Es la denuncia del candidato Ramón Tamames de que el borrador de su discurso no fue filtrado por un amigo suyo sino que fueron los servicios de inteligencia quienes se lo robaron. Sólo Gabriel Rufián lo ha mencionado. Me parece de una gravedad máxima. Y creo que Tamames debiera denunciarlo en sede judicial para que se investigue y conozcamos a los responsables de un hecho gravísimo, de un caso de espionaje. Uno más, de nuestros servicios de inteligencia, que no aprenden.
Ramón Tamames ha acreditado en el Congreso que ha sabido darle vida a sus años. Ha hecho una intervención de nivel. Con un remate grandioso, cuando le ha reprochado a Sánchez que se largara un tocho de no se cuantos folios en el que solo da “lecciones de cosas”. Magistral frase y atinada descripción de un presidente del Gobierno que ha pretendido censurar a Vox y al PP. Ni una propuesta. Solo acusaciones que ya suenan huecas. Y también una incapacidad manifiesta para la síntesis. Tamames es un hombre leído, bien educado y solvente. La mayoría de quienes le han respondido lo han hecho con la habitual oratoria vacía y gruesa que se emplea en el Congreso.
Sánchez y el resto de los intervinientes, excepto Gabriel Rufián, se traían escrita de casa la réplica. Basada en el borrador robado. Y no en la intervención de Tamames, que ya ha explicado que modificó su discurso al constatar que se lo habían birlado del ordenador. Y mientras hablaba Tamames, en la bancada del Gobierno y del PSOE se veían muchas sonrisas, incluso en el gallinero. Se ve que había orden de enseñar los dientes para tratar de mofarse de Tamames, pero no le llegan a la altura del betún por más que se descojonen en su supina ignorancia. Sánchez también sonreía cada poco, con esa cara de cemento que exhibe.
Y Yolanda Díaz, también con su sonrisa, en su acto de presentación de su proyecto Sumar, que parece que no suma mucho. Con su sonrisa y un discurso vacío. Encantada de haberse conocido. Y al borde del orgasmo, supongo, pensando en el cabreo que debía llevar Pablo Iglesias con su protagonismo en la sesión.
La moción de censura se ha convertido en una censura al PP y a VOX
La moción de censura se sabía que no iba a salir adelante. Creo que la sesión ha servido para constatar que una mayoría del Congreso está cómoda con este Gobierno. Creo que el PP se ha equivocado. Lo coherente con su discurso y su abstención habría sido no acudir hoy al Congreso. Veremos mañana como responde Cuca Gamarra a lo de hoy, porque Sánchez y sus cuates, con su rostro de cemento habitual, han convertido la moción en una censura al PP. Del mismo modo que, regando de millones a los medios habituales han conseguido una artillería pesada para desacreditar a Tamames.
Sánchez ha mentido como suele, cuando ha acusado a Vox de no haber presentado ni una sola medida sanitaria durante la pandemia, cuando ha asegurado que no hay evidencia de que el Covid 19 saliera de un laboratorio chino, cuando ha hablado de “un garbanzo negro” en referencia al caso del tito Berni frente a la corrupción sistémica del PP, y muchas más. Además, por supuesto, de lanzar un sinfín de cifras macroeconómicas que evidencian que no pretendía que le entendiera nadie. Además le alejan de la realidad de la calle.
La elección de Tamames me ha parecido inteligente por parte de Vox. Las evidentes diferencias del candidato con el partido que lo propone suponen una muestra de que la intención era que el candidato, de ganar, se limitara a convocar elecciones generales. La independencia de Tamames le otorgaba autoridad para evidenciar el deterioro democrático al que nos ha sometido este Gobierno con una visión alejada de las batallitas del día a día de los partidos. No creo que le favorezca a Sánchez esta sesión en la que ha quedado demostrado de nuevo que este Gobierno, aunque ha conseguido los votos de muchos para no caer, está bajo mínimos. En tiempo de descuento, dividido. Sometido a las tensiones de una izquierda radical que a su vez está descompuesta.
Y respecto a la reiteración del empleo del término “fascista” por parte de los intervinientes, de verdad creo que lo más parecido al fascismo que hay en el Congreso son los ex-etarras de Bildu que mantienen a Sánchez. Y se permiten dar lecciones de democracia después de 900 asesinatos y de haber provocado un éxodo masivo de vascos de su tierra.
La moción concluirá mañana miércoles con una derrota de quienes la han presentado. Con un ridículo manifiesto del censurado, que por la tarde ha estado ausente. Y, con una presentación inesperada de la plataforma de Yolanda Díaz, que ha disfrazado su odio a sus ex-amigos con una defensa del Gobierno ministerio a ministerio que ha resultado empalagosa y patética. Me sumo a lo dicho por Tamames. Demasiadas “lecciones de cosas” de quienes han destruido pilares esenciales de nuestro sistema democrático. Yolanda Díaz, además de poner en un brete a sus colegas de Podemos que no quieren disolver sus siglas para integrarse en Sumar, está retando a Sánchez.
Parece que el presidente le ha dado pista con una doble intención. Jorobar a Pablo Iglesias y sus obedientes cuates y evidenciar el nivel de la candidata de Sumar. Una artista de la macedonia de datos y estadísticas a su gusto con el añadido de generales de la ley que disgustan a pocos. O sea, nada por aquí, nada por allá.