CONMOCIÓN EN TENERIFE POR UNA SALVAJE VIOLACIÓN A UNA MUJER DE 60 AÑOS

El pasado día 4 de enero un inmigrante ilegal marroquí fue detenido en Tenerife por agredir salvajemente y violar a una mujer de 60 años. Le desfiguró el rostro, violó vaginal y analmente y le obligó después a hacerle una felación. Según consta en las diligencias policiales a las que ha accedido IT MAGAZINE el agresor de 25 años, llegó en patera a Lanzarote el 31 de diciembre. El día 3 fue trasladado a Tenerife para ser tutelado en el centro Las Raíces.

El día 4 a las 6:50 de la mañana, la víctima, trabajadora del Edificio Olimpus, accedió al edificio. Y cuando se disponía a entrar en su oficina para acceder a su puesto de trabajo, el citado joven de 25 años la empujó, la golpeó reiteradamente de forma brutal. Le dejó completamente desfigurado el rostro y posteriormente la violó vaginal y analmente y la obligó a hacerle una felación.

Una mujer víctima de una violación con una violencia desmesurada

El agresor huyó de la oficina, pero poco después después fue detenido en el intercambiador del propio edificio. Según fuentes que intervienen en la investigación policial, todo lo sucedido fue grabado por las cámaras de seguridad de la oficina en la que trabajaba la víctima. La grabación tiene una hora de duración. Las fuentes que informaron a IT MAGAZINE aseguran que no recordaban una violación de tal violencia. “La víctima está literalmente destrozada, física y psicológicamente, y en Tenerife hay una verdadera conmoción por este suceso”.

En lo que llevamos de año 2023 han llegado a Canarias algo más de 200 inmigrantes ilegales. Las fuentes citadas insisten en que “no puede afirmarse que todos y cada uno de los inmigrantes ilegales sean delincuentes. Aunque no se puede negar que muchos de ellos sí que lo son. Esto constituye un problema muy serio al que no se encuentra solución ni en Canarias ni en la Península. Pero en Canarias la situación se agrava cada día”.

Y Además...

  • La atención informativa a la guerra de Ucrania va bajando según pasan los días. Lo cual no es de extrañar para quienes conocemos el nulo interés de los grandes medios de comunicación en las guerras, excepto cuando estalla una que afecta más directamente a los países más importantes del planeta. De hecho, Ucrania ha ocupado mucho escaparate mediático mientras nadie recuerda las otras guerras que siguen vivas en el mundo. Más de 50 millones de personas están desplazadas por culpa de conflictos armados. La mitad de ellos niños, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Si todos estos desplazados conformaran un Estado, sería, por número de habitantes, el número 24 del planeta. Hablo de Siria (la peor crisis de desplazamiento desde el genocidio de Ruanda en 1994). Aquí han perdido la vida ya más de 100.000 personas desde que se inició el conflicto en 2011. Hablo de Sudán, de la República Centroafricana, de la República Democrática del Congo, de Somalia, de Irak. E incluso podríamos incluir a México, donde aunque no hay una guerra en el sentido técnico del término, la violencia de los cárteles de la droga se cobra cada año centenares de vidas. Pero estas guerras no venden periódicos ni dan audiencia en las televisiones, afectan a los países más que pobres en los que la vida no vale nada. África es el continente en el que más conflictos armados hay. Dan Smith, presidente de la ONG International Alert, ha escrito que hay dos señales de alarma que no hay que perder de vista para prever donde pueden surgir nuevos enfrentamientos: los acuerdos de paz artificiales y las desigualdades. En muchos lugares el conflicto se ha reprimido en vez de haber sido resuelto. Si quieres saber los lugares más susceptibles de próximas guerras mira donde ocurrieron las últimas”. Y como es sabido, las primeras víctimas de una guerra son la información y la verdad. En los antiguos conflictos la mayoría de los muertos se producen en los ejércitos, pero en la actualidad cada vez mueren más civiles y son habituales la utilización de niños como soldados y las violaciones de mujeres como arma de guerra, como lo es también la trata de seres humanos que tratan de huir y son capturados por las redes mafiosas. 

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