LA EUTANASIA EN ESPAÑA(I)

La Eutanasia fue legalizada en España el pasado 17 de diciembre de 2020 tras la aprobación (con 198 votos a favor, 138 en contra y 2 abstenciones) en el Pleno del Congreso de los Diputados. Poco se está hablando de ella, poco se habla cuando se trata de una ley que pone en jaque la cuadratura del círculo en cuanto a si uno debe morirse por sí mismo o si debe pedir ayuda para que lo haga de manera asistida.

Esta nueva Ley Orgánica entrará en vigor a partir del mes de abril de 2021. Con ella España se suma a la lista de países que autorizan que una persona pida y reciba asistencia para morir. Se convierte por tanto en el séptimo país del mundo en el que la eutanasia es legal. Algo que ya han ratificado otros como eutanasia activa: Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Colombia, Nueva Zelanda y Canadá.

Al margen de lo que titulan los medios de comunicación convencionales, en los que no existe para nada unanimidad y se percibe “cierto subjetivismo” ya en el mismo titular, esta ley genera interés, diríamos que expectación, y mucha, mucha controversia. ¿Cómo no va a causar controversia un articulado que habla de morir y ayudar a morir? Google ya lo muestra indicando que para la búsqueda de «Ley eutanasia España» se generan al segundo más de 4 millones de resultados. Otras leyes como la llamada «Ley Celáa«, también protagonista de los últimos meses del 2020, solo genera 700.000 resultados. Pasen y comparen.


Eutanasia, Distanasia, Ortotanasia o suicidio asistido, ¿tantos conceptos para un mismo fin?

Aunque pueda parecer lo mismo, la eutanasia y el suicidio asistido son dos cuestiones diferentes. Las dos están relacionadas con la muerte, sí. Ambas se hacen efectivas para finalizar la vida de una persona, sí. Las dos tienen el mismo fin, morir. Sin embargo, la aplicación en un caso y en el otro es diferente. Mientras que en la eutanasia es el personal sanitario quien administraría el medicamento oportuno al paciente para poner fin a su vida, en el caso del suicidio asistido sería el propio paciente quien se lo autoadministra. Una diferencia que, además, esta recogida en el Código Penal español.

¿Y la muerte digna dónde queda? Nos olvidamos de varios conceptos más. En torno a la muerte encontramos términos como la ortotanasia. Que no es una muerte que se produce bajo petición ni a demanda, sino permitiendo que ésta llegue “cuando deba ocurrir”. Son los profesionales de la salud quienes pueden y otorgan al paciente todos los cuidados para disminuir su sufrimiento sin alterar el curso de su enfermedad.

La Distanasia, por contra, implica encarnizamiento, ensañamiento… busca prolongar innecesariamente el sufrimiento del paciente con enfermedad terminal mediante tratamientos parciales que permiten prolongar la vida del mismo. Con tantos conceptos, no es de extrañar que el asunto tenga más miga de la que parece. Vivir no es fácil, pero es que morir lo es menos, aunque esté regulado, por lo que implica.


Otras referencias internacionales sobre morir con dignidad

El primer país en el mundo en aprobar una ley de la eutanasia como la de España está en Europa. Fue Holanda en 2002. Desde entonces, se permite tanto la eutanasia como el suicidio asistido desde los 12 años (de los 12 a los 18 años es necesario contar con acuerdo de los representantes legales del menor). A Holanda le siguieron muchos otros: Bélgica (2002), Luxemburgo (2009) Colombia (2015) o Nueva Zelanda, quien además, lo sometió a referéndum y entrará en vigor en noviembre de 2021.

En Canadá el artículo 52 de la ley de la eutanasia de Quebec, elaborada a partir de la legislación europea, definía la ley como: una norma hecha para “respetar el cuidado al final de la vida” y ampara a los médicos a proporcionar al paciente los medios necesarios para acabar con su vida, siempre que éste haya expresado en repetidas ocasiones su deseo de morir. Morir con dignidad. Cerrar el último capítulo de la vida de una manera dulce… y asistida a ser posible.


La muerte: un tema controvertido

¿Se debe tener derecho a una muerte digna? Se debe tener, al igual que se pide y se demanda tener una vida digna. Si le damos la vuelta a la pregunta, quizá sea más fácil responder a si la muerte debe ser indigna. No, no lo debe ser, al igual que la vida.

No somos catastrofistas cuando afirmamos que todos, tarde o temprano, vamos a morir. La cuestión traspasa creencias religiosas, morales y vitales. Incluso entre el colectivo médico genera inquietud porque algunos afirman trabajar para ayudar a vivir a las personas, mientras que otros se esfuerzan por hacer más llevadero ese último escalón de la vida, porque la muerte es parte de la vida, así ha sido siempre, ¿qué le vamos a hacer?

Lo que ocurre es que mirando de izquierda a derecha nos encontramos con una ley que ampara el derecho a morir de manera asistida, que toquetea uno de los trasfondos morales más íntimos de la vida de una persona, que es la muerte. Generalmente, quien asiste a quien se muere, suele ser alguien que quiere a esa persona y para la que no desea la muerte. Que llega a sentirse como Átropos cortando el hilo de la vida, o que siente tener en sus manos ese fatídico final de todo ser que vive y al final se muere, pero con ayuda. Es decir, enfrentando lo que es correcto frente a lo que, quizá, sería recomendable. Lo que dice la cabeza frente lo que marca el corazón. Difícil decisión, aunque exista una ley que lo regule.

Eutanasia, del griego “eu” (bueno) y “thanatos” (muerte), viene a definirse como el derecho a una buena muerte. La ley de la Eutanasia en España es la ley para una buena muerte, para una muerte digna, como indican quienes apoyan este tipo de legislación. Las voces en contra y los corazones en contra, además de agrupaciones pro-vida, Conferencia Episcopal, grupos conservadores y quienes dicen no estar de acuerdo con matar al enfermo, destacan de esta ley que es un paso más para el retroceso en los derechos de las personas.

Nadie se para a pensar que se trata de morir, de ver morir a quien se quiere. Que se regula la ayuda para que deje de vivir. Aunque en ocasiones, sea lo más piadoso, dadas las condiciones de vida que le quedan al enfermo. ¿Cómo decidir? Pero sobre todo, ¿cómo saber qué es lo más adecuado?


El debate sobre Eutanasia en España, ¿de verdad está en la calle?

Con la Ley de la Eutanasia en España, el debate podría estar servido si no fuera porque la parrilla informativa está colapsada con otras noticias de actualidad. Ahora mismo, la eutanasia no quiere interesar, pese a los más de 4 millones de búsquedas en Google. En la calle, tampoco se oyen más que conversaciones vagas entre conocidos y los famosos allegados.

A nivel político, quienes votaron en contra en el parlamento español alzaron una propuesta alternativa: los cuidados paliativos. Afirmaron que “nuestra respuesta debe ser dar cuidado, no rendirse y dar cuidado, compañía, amor y esperanza. No abandonar a los que sufren”. Pero, ¿qué ocurre cuando ya no hay esperanza o cuando incluso el propio paciente se rinde? Entra en bucle la pregunta del ¿debo o no debo ayudar? Otra vez se enfrentan cabeza y corazón ante una decisión que marcará el final de esa persona que está pidiendo ayuda.

¿Puede un enfermo o quien asiste a este enfermo durante un determinado periodo de tiempo decidir acabar con su vida? Claro que puede. En determinados casos, incluso se prefiere cortar el hilo y dejarle descansar. La pregunta entonces se situará sobre si quien ha ayudado o quien ha asistido, lo lleva como peso sobre la espalda o esa liberación también ha crecido en su interior. En todo caso, ¿se está velando por la digna muerte del enfermo o elimina per se el adjetivo “digna” por querer su muerte? Como dijo aquél: esto solo lo sabe quién lo vivió.

Preguntarse es estar vivo. Vivir con dignidad, un derecho reconocido hasta por el más obtuso. Morir es el final de la vida, el último escalón en el camino. Entonces ¿qué es morir dignamente? ¿Es alargar la vida mientras se está muy enfermo hasta que el propio organismo se para? o ¿ ponerle fin para que no se sufra? Si ya el propio fin es puro sufrimiento. Todos tenemos derecho a vivir. ¿Debemos exigirnos lo mismo para morir?


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