ILLA, ILLA, ILLA, MINISTRO MENTIRIJILLA

Desde el mismo instante en que Sánchez le ofreció entrar a Illa en el Ejecutivo, uno y otro, Sánchez y Salvador Illa, sabían perfectamente que el objetivo era que se rodase en la política nacional para regresar a intentar mandar en Cataluña. Sánchez le regaló un Ministerio maría, Sanidad, donde iba a tener poco trabajo con las competencias transferidas a las Comunidades Autónomas. Donde iba a poder crecer, rodarse y adquirir notoriedad. Pilotaría en el equipo de Sánchez el asunto catalán orillando al bailarín Iceta, aunque él no lo haya sabido hasta el último momento. Y ello pese a que Iceta fue quien convenció a Sánchez para que nombrara a Illa. 

El ministro del Gobierno presidido por un mentiroso compulsivo salió también mentirosillo, y así ha sido hasta el final. Incluso un día antes de hacerse público su desembarco en Cataluña, negó públicamente que eso fuera a suceder. Afirmó que el bailarín sería el candidato socialista sin ningún género de dudas, repitiéndolo dos veces ante la insistencia del periodista de la 1. Como el doctor Sánchez, que en su “Aló presidente” del día 29, garantizó que no iba a hacer ningún cambio en el Gobierno. La verdad parece incompatible con este Gobierno.


Illa: un superviviente dedicado a la política

Illa, Illa, Illa, como gritan ya algunos socialistas en Cataluña, salió ministro mentirijillas. Le cayó encima una pandemia imposible de prevenir. Él, un ministro sin experiencia o conocimiento alguno de la materia, con un equipo justito y escasos medios. Al principio apuntaba a que su cabeza duraría poco, expuesto diariamente a los medios junto al doctor Simón para contarnos datos que no se correspondían con la realidad, con su tono sereno y tranquilo y su cara de «yo no fui».

Pero Illa, Illa, Illa no es tonto. Ha sabido ganarse el aprecio del equipo de confianza del presidente (Iván Redondo, Félix Bolaños, Miguel Angel Oliver “MAO” y Francisco Salazar), lo cual es garantizarse un futuro. Por ser sincero del todo, ha sido capaz de ganarse la simpatía y el afecto de sus interlocutores en el sector sanitario. No creo que su gestión haya sido brillante, pero ha logrado sobrevivir inesperadamente con el apoyo de Presidencia y con una dedicación absoluta las 24 horas de cada día a la política, no tanto a la pandemia.

Cuando llegó a Madrid lo hizo solo. La familia se quedó en Cataluña. Se instaló en Moncloa en un apartamento junto a su trabajador jefe de gabinete, Víctor Francos, como compañero de piso y enlace con el partido, dada su veteranía en el PSC. Ha logrado que hasta Ruiz Escudero, el consejero de Sanidad de Madrid, hable bien de él. 

Deliberadamente se construyó un personaje afable, de filósofo que pasaba por allí para tratar de gestionar la pandemia lo mejor que puede, con Don Simón como parepeto. Pero llegó el día que tuvo que salir a la palestra como el boxeador Poli Díaz (“soy Poli Díaz y reparto hostias como tranvías”) y lanzarse a la yugular de Pablo Casado al defender, en ausencia del presidente, el nuevo estado de alarma de seis meses. Terminó y miró al tendido como diciendo “ahí lo dejo”, para quienes dudaran de que sabe de qué va la política en España y Cataluña. Un mensaje de: “no soy un blando, puedo tener cara de bueno y aspecto de tonto. Sé actuar como un perro de presa y defender lo mío a dentelladas. Sé bajar al barro”.


Una jugada perfecta: el salvador de Cataluña

En el PSC se olían la jugada. Un miembro del equipo de Iceta me dice: «nosotros no somos gilipollas. Conociendo el trapo era evidente que detrás del Sánchez generoso en concesiones lamentables a los independentistas y a la vez firme en la defensa de la unidad de España, estaba Illa, como lo estaba detrás del apoyo de ERC y el PDeCAT a los Presupuestos Generales del Estado. Ahora va a regresar como caballo ganador para tratar de componer otro tripartito de izquierdas en Cataluña. Previamente se ha garantizado que Sánchez le consuele con un ministerio a Iceta. Los dos saben que Iceta es el bailarín simpático y gordete, pero a la vez es mal enemigo, taimado, y a quien Illa quiere lo más lejos posible”.

Puede ser que Illa sea la persona idónea para tratar de restablecer cierta normalidad en Cataluña. Eso sí, no tengan duda que él no liderará una batalla contra el indulto a los golpistas o en defensa del castellano como lengua vehicular en la enseñanza pública. Por ahí no veremos a Illa. Vamos a ver cómo les sale la jugada al presidente y al ministro.

Ambos han acreditado escasa vergüenza democrática manteniendo a Illa al frente de Sanidad, porque un candidato en plena precampaña ya no debería estar al frente de un ministerio, y menos hoy al frente de Sanidad. No se puede hacer campaña en coche oficial. Que así sea y vaya a seguir siendo unos cuantos días, evidencia cómo Sánchez pretende obtener rentabilidad política de la pandemia.

Estamos en plena campaña de vacunación en la que es imprescindible una coordinación nacional eficaz, y parece que llega la tercera ola del COVID. Con más de 80.000 muertos reales, la expectativa lógica de Illa debiera haber sido la de ser cesado o dimitir pero no, Sánchez le presenta como el «salvador» de Cataluña. Va a intentar presentarse como un gestor ideal de la crisis para atraer votos, mercancía que en esta España nuestra de las que forma parte Cataluña, es posible que le compren unos ciudadanos anestesiados que tragan con todo.

El último engaño de Illa antes de irse: él que prometió a todos los grupos parlamentarios que el Real Decreto Ley para la “nueva normalidad” se tramitaría como Ley para poder recoger las enmiendas que los grupos quisieran plantear, se ha ocupado de rechazar todas las enmiendas de la oposición. Una promesa más incumplida, que más da. Pero no, el PP apoyó en junio la convalidación de la norma del Gobierno bajo la promesa de Illa de que se recogerían las enmiendas.

Esa promesa de Illa permitió que hubiera un poco de paz entre el Gobierno y el PP, pero terminó por ser otro gol a Casado. Sánchez e Illa han sido especialistas en dinamitar puentes de entendimiento y concordia. Así va a llegar a Cataluña, como una estrella de la política de Sánchez. Algunos no se han enterado que la política de Sánchez es la incompetencia absoluta. La sustituta de Illa será Carolina Darias. En Política Territorial ha acreditado su mediocridad, buen salvoconducto en la Moncloa. A ella le sustituirá Iceta. Y ellos, todos contentos y con el riñón bien cubierto.


Y por si fuera poco…

Con las elecciones de Cataluña como telón de fondo, esta semana se ha consolidado otro salto mortal entre partidos. Pablo Casado ha fichado a Lorena Roldán. Iba a ser la líder de la lista de Ciudadanos en Cataluña, y ahora irá de número 2 del PP. A Roldán la eligieron los militantes de Ciudadanos, pero las primarias son una filfa que se pasan todos por el forro, como todo… Inés Arrimadas impuso como número 1 a Carlos Carrizosa. Así está la cosa. A ver cómo lo explican en la campaña unos y otros. ¡Ojo Casado! que Arrimadas está que bufa y te la guarda. 

Pues eso, que las elecciones catalanas lo ocupan todo ya. El PSOE, aunque les da vida a los indepes porque para mantenerse en el machito es capaz de todo, necesita volver a ganar en esa Comunidad. Illa, Illa, Illa candidato maravilla, gritarán en los mítines los aplaudidores, como gritan en el Bernabeu cada minuto 7 a Juanito. Lo que sucede es que Illa no es Juanito. Eso sí, hay que reconocerle que ha corrido la banda en su provecho como Usain Bolt, empujado claro, por el presidente Pinocho. Y como bien apunta Santiago González en su “A Contrapelo” de El Mundo, el lema de campaña de Illa podría ser: “Yo confiné Madrid”, con un par.

P.S. 1.) ¿Qué hubieran dicho en Atresmedia Ferreras y compañía si en una televisión próxima a un partido de derecha colocan a Cristina Pedroche casi en pelotas para dar las campanadas? ¿Dónde están las feministas? Pedroche enseña teta y espalda para ganar audiencia y no pasa nada, pero a las que se ganan la vida en la Fórmula 1 con los paraguas quieren retirarlas. ¡Ay! la progresía contradictoria.

P.S. 2) Fantástica Ana Obregón en la 1 junto a Anne Igarteburu. Los de decoración y realización de TVE se afanaron en colocar flores en la barandilla para que no se viera la bandera de España que se proyectaba en la CAM. 

P.S. 3) Pablo Casado y el PP afrontan un año decisivo para ellos con la batalla por la Comunidad de Madrid como eje principal y quebradero de cabeza. Tras marcar distancias con Vox radicalmente, ahora a ver a quién le da el mando, porque Isabel Díaz Ayuso con Rodríguez al aparato, va a por todas, y ella no va a marcar esas distancias con Vox. Y Arrimadas a Casado no quiere ni verle. En el PP siempre hay guerra. Como en la película: no habrá paz para los malvados. Y en el PP, como en el PSOE, sobran. Los malvados, claro. 


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