Angels Barceló, la musa de la izquierda y estrella de la cadena SER tuvo los ovarios de decir la semana pasada que “el cambio climático nos está matando. Y si hay alguien que no lo quiere ver y niega la evidencia, debería estar excluido de la conversación y del debate público”. Barceló sabe mucho de excluir a los discrepantes porque llegó a la SER desde la TV3 de Jordi Pujol. Estos paladines de la democracia que dan lecciones cada día en nombre del progreso, ahora también lo hacen en nombre de la ciencia. Y como son absolutistas quieren excluir a quienes no piensen como ellos. O sea, liquidarlos.
Yo no pienso como la señora Barceló y la cadena SER pero no quiero que sean excluidos de la conversación y el debate público. Quiero que sigan opinando lo que quieran. Eso me diferencia de ellos. Ellos no quieren libertad. Quieren pensamiento único y por eso se llevan muy bien con el Gobierno, con cualquier Gobierno. Se llevan bien con el poder así en general.
Dicho esto, si quiero que la SER cumpla con una sentencia dictada por el Tribunal Supremo el 9 de junio de 2000. O sea, hace más de 22 años, por la que la SER debía deshacerse de las 79 emisoras propiedad de Antena 3 Radio que absorbió entre 1993 y 1994. Sentencia que la SER se ha pasado por el forro sin que los gobiernos de Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez les hayan obligado a obedecer. Pero claro, esta peña de la SER con doña Barceló al frente, se sienten por encima de todo.
Y las sentencias se la soplan. Vamos, que excluyen al Supremo y al Constitucional de los poderes del Estado porque ellos son los números uno. Los putos amos del cotarro. Los del puro de los que habla Sánchez. Y sí, Barceló y todos sus patronos de la SER se fuman un puro con las sentencias que les vienen mal.
Fui uno de los denunciantes que dieron origen a ese pleito y a esa sentencia, junto a Manuel Martín Ferrand, José María García, Luis Herrero, Pedro J. Ramírez y algún otro. Para quienes no sepan de lo que hablo, se lo recuerdo porque como diría Rajoy, no es baladí. Corría el año 1992. Antena 3 Radio se convirtió en la cadena más escuchada de España por delante de la omnipotente Cadena SER, su principal competidora. La SER tenía 225 emisoras, 110 en propiedad y 155 unidas por contratos de asociación. La emisora del grupo Prisa (El País y tal, con el patrón Jesús Polanco al mando de la nave), emitía varias programaciones: la SER convencional, Los 40 principales, Cadena Dial y Radio Minuto.
En conjunto tenía más audiencia que nadie, pero la programación convencional, o sea, la SER, que era lo que interesaba, había perdido el liderazgo frente a la Antena 3 liderada por Antonio Herrero en las mañanas y José María García en la noche deportiva. Para Polanco y el felipismo era un drama perder el liderazgo frente a unos recién llegados que ejercían un periodismo crítico y libre. La SER estaba férreamente alineada con el Gobierno en los años más oscuros del felipismo.
Y Antena 3 era un oasis de libertad, crítica y denuncia de los excesos delictivos del Ejecutivo. Eran los años en los que Polanco, antes de la concesión de las licencias de TV privadas dijo que “el Gobierno no tiene cojones de negarme a mí una tele”. Y no los tuvo. Incluso se saltó la ley a la torera y le concedió una tele de pago (Canal +), que estaba expresamente prohibida por la ley.
La Ser no cumple con la Sentencia y los gobiernos miran para otro lado
Como esta gente no quiere ni sabe competir, Polanco le hizo una oferta al principal accionista de Antena 3: el conde de Godó, editor de La Vanguardia, para quedarse con su principal competidora. La operación que era ilegal, se inició en el verano de 1992 y contaba con el apoyo del Gobierno y la banca. Los periodistas más destacados de Antena 3 se opusieron al asunto. Y Antonio Herrero y García se fueron a la COPE. Con ellos sus equipos profesionales y la mayoría de sus colaboradores, entre los que me encontraba. Con Antena 3 huérfana de sus líderes periodísticos, o sea, sin competencia, la SER recuperó el liderazgo de audiencia. En virtud del acuerdo de Polanco con el Conde de Godó, al servicio del Gobierno, la desaparición de Antena 3 Radio, ya agonizante, era inevitable.
En noviembre de 1993 se constituyó Unión Radio. Empresa que asumió la gestión de Antena 3 Radio y la SER. Su capital social fue suscrito por PRISA en un 80% y La Vanguardia un 20%. El expediente de concentración de esos medios recibió el visto bueno del ministro de Economía, Carlos Solchaga. Y la SER ordenó la disolución total de Antena 3 cuyos postes emisores pasaron a emitir las programaciones de la SER. El 20 de mayo de 1994 el Consejo de Ministros de Felipe González bendijo también la concentración de emisoras para que Polanco monopolizara el mercado de la radio en España.
El Tribunal de Defensa de la Competencia se opuso a la operación, pero el Gobierno, por supuesto, le dio la razón a Jesús de Polanco, que dominaba el mercado de la comunicación con El País, la SER y Canal +. Por supuesto dando cada día lecciones de periodismo, democracia y feminismo, mientras las noches de los viernes se enriquecía emitiendo pornografía de pago en su televisión. Que no hubo cojones para negarle. Ya estaba consumado el denominado “antenicidio”, la liquidación de la competencia de la SER.
En junio de 1994 un grupo de periodistas interpusimos recurso contra esa decisión. Intentamos que el recurso lo firmaran muchos más colegas pero hubo muchos que al pedirles que lo hicieran nos respondieron: “No jodas, contra PRISA y Polanco, no. Nos pueden joder la vida”. El 9 de junio de 2000 el Tribunal Supremo nos dio la razón a los demandantes ordenando que la SER se deshiciera de 79 postes emisores de la Antena 3 que había absorbido. La SER recurrió al Constitucional pero la sentencia era firme y debía cumplirse.
El 26 de abril de 2001 el Constitucional ratificó la sentencia del Supremo. El 2 de noviembre de 2001 el Gobierno, presidido por José María Aznar, exigió al Grupo Prisa, o sea a la SER, el cumplimiento de la sentencia del Supremo: deshacerse de las 79 emisoras de Antena 3. Y le concedió un plazo de 2 meses para comunicar al Ministerio de Ciencia y Tecnología y al Tribunal de Defensa de la Competencia su proyecto de desinversión.
Y hasta hoy. La sentencia jamás se ha cumplido y los sucesivos gobiernos mirando para otro lado. Pasándose al Supremo por el forro al servicio de los patrones de Angels Barceló. Yo no quiero excluir del debate ni callar a la SER. Quiero que se expresen en libertad. Pero si quiero que la SER cumpla la sentencia del Tribunal Supremo y se deshaga de esas 79 emisoras que ya es hora. Pero los sucesivos gobiernos no han tenido cojones para obligar a la radio de PRISA a cumplirla. Y la radio de PRISA sigue emitiendo ilegalmente por esas emisoras su programación, en la que la señora Barceló tiene los ovarios de reclamar que quienes no piensan como ella sean excluidos del debate público.
Suscribo absolutamente lo escrito por Hughes en su columna de ABC el pasado viernes: “Entiendo que ellos tengan problemas de conciencia y no quieran que llegue el apocalipsis, pero yo no, a mí me da igual, porque llegar va a llegar, si no es ahora, después… entre el apocalipsis climático y hacer caso a la SER, el apocalipsis climático; entre la SER y el fin del mundo, el fin del mundo. Pero entiendo que ellos lo combatan con todos los medios. No en vano, con el Gobierno (el que sea) a favor, solo un apocalipsis podría cerrar la SER”.
Y Además…
- Les contaba la semana pasada que en Presidencia del Gobierno me habían dicho que no les preocupaba que ninguna televisión o plataforma se hubiera interesado en el documental que le están haciendo a Pedro Sánchez, “porque si nadie lo quiere ya verás como Alvarez Pallete ordena a Movistar que lo compre”. Mi fuente me lo decía con una convicción absoluta. Y lo he entendido mejor al leer esta noticia el martes pasado: “La Agencia Tributaria ha ordenado devolver 1.316 millones de euros a Telefónica por el contencioso que arrastran ambas partes a cuenta del impuesto de sociedades, según ha informado la operadora”. O sea, que el Gobierno ha ordenado devolverle 1.316 millones a Telefónica, la empresa que preside Alvarez Pallete. Y cualquiera que haya discutido algo con Hacienda sabe cómo van las cosas. Pedro Sánchez habla mucho de los del puro, pero después se la mama.
- Y sigo con Pedro Sánchez. Esta semana pasada ha cometido dos errores de los gordos. Primero, en su viaje con su señora a Kenia, en dos ocasiones, ante el presidente keniata, habló diciendo que estaba encantado de estar en Senegal, lo que provocó que el presidente de Kenia tuviera que recordarle donde estaba. Curioso que se refiriera a Senegal. Creo que intuyo el por qué del lapsus. Y el sábado, en Sevilla, en los fastos para celebrar los 40 años de la victoria de Felipe González en 1982, arrancó los aplausos del personal con esta frase: “Recuerdo, y mucho, lo que decía Blas de Otero en uno de sus celebres versos más conocidos, por desgracia. Decía textualmente que de todas las historias de la historia la más triste sin duda era la de España, porque termina siempre mal”. El problema es que la frase no es de Blas de Otero, sino del poeta catalán Jaime Gil de Biedma, más en concreto de su poema “Apología y petición”. Sánchez no aprueba en literatura ni en geografía. Ya en 2015 habló de Soria como “la cuna de Antonio Machado”, otro ilustre poeta, pero que nació en Sevilla, como dejó escrito en un poema más que famoso: “mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla”. A ver si se aplica Sánchez.
- Ana Pardo de Vera, ilustre periodista jefa del diario Publico, propiedad de Jaume Roures, otro amigo del Gobierno, dijo en una tertulia de RTVE que la justicia española tiene un gran problema “contra las mujeres. Y es que tienen que demostrar un delito a la hora de denunciarlo”. O sea, que la señora Pardo de Vera quiere abolir la presunción de inocencia que cree que perjudica al feminismo que ella defiende y no quiere que la carga de la prueba esté en quien acusa y no en quien ha de defenderse. Vamos, que no quiere vivir en un Estado de Derecho. Queda retratada la señora Pardo de Vera. Bueno, ya lo estaba, pero ya no hay duda. Quizá a ella y a la señora Barceló les den un Ondas. Los premios que dan los patronos de la SER a quienes se portan bien. Lo de presidir RTVE que se estuvo trajinando con Pablo Iglesias no le salió pero a la señora Pardo de Vera no le faltará curro. Siempre están Roures, la SER, la Sexta, o sea, los del puro de Sánchez. Todos ellos una banda para los que la Justicia es simplemente un estorbo que ellos se pasan por el forro, mientras defienden el planeta claro.