Violencia en menores que están en la sombra. Los últimos datos de la Comunidad de Madrid expresan que más de 259 menores afectados por casos de violencia contra las mujeres son atendidos en centros residenciales de la región. Son víctimas invisibles en muchas ocasiones porque se habla de violencia de género, de violencia machista incluso, pero se olvida siempre que cuando hay menores por medio, estos son también víctimas de lo ocurrido. Arrastran una lacra social y en ocasiones adquieren un aprendizaje en el que nunca debieron embarcarse. Numerosos profesionales de la psicología, trabajadores sociales y otros, forman parte de los equipos psicosociales que atienden a los menores que se encuentran en el momento menos oportuno.
El Consejero de Presidencia Justicia e Interior, Enrique López, participó el pasado mes de noviembre en una Jornada celebrada bajo el título «Las Víctimas Invisibles». Fue organizada por el Ilustre Colegio de Procuradores de Madrid en colaboración con el gobierno de la Comunidad de Madrid. En ella se dijeron cosas tan interesantes como que los equipos de profesionales psicosociales no suelen ser suficientes. Actualmente se trabaja para incrementarlos. También en la labor procesal elaborando informes. Afirmó que «no estamos en los tiempos óptimos y a veces se dilatan en el tiempo por la falta de informes. Estamos trabajando para que esos servicios se racionalicen», ha indicado.
En definitiva, que llueve sobre mojado. Bien es sabido que toda la atención que necesitan nuestros menores para que dejen de ser víctimas invisibles pasa por una mayor atención a su colectivo. Por que se les tenga en cuenta. Y sobre todo que a nivel público se pongan en funcionamiento todas las herramientas y los mecanismos que sean necesarios. Si se precisan profesionales para hacer informes, se sabe y se pronuncia en un acto público: ¿no será más sencillo encontrar profesionales para hacer informes? Y lo que es más preocupante: ¿la seguridad, la educación y la protección de los menores se soluciona con profesionales que hagan informes?
Organizaciones como Save The Children en numerosas ocasiones han apuntado a que, la mayor parte de los recursos que se ponen en marcha para luchar contra la violencia de género y para cuidar a las víctimas de la misma “están en su mayoría destinados a mujeres adultas”. Los menores, los adolescentes, los niños, no dejan de ser daños colaterales de esa violencia. Pero son víctimas de las que se han olvidado. No votan, no pagan impuestos y tampoco suelen tener ni voz ni voto en concentraciones públicas. Solo sufren y padecen. Aprenden que son parte de una realidad que les da la espalda. Una realidad que afirma que los recursos que hacen falta para que dejen de serlo quizá, tal vez, se solucione pudiendo realizar más informes y de más calidad.
La violencia en las redes: los menores no tienen voz
Los adolescentes suelen ser víctimas y verdugos del mal uso que se hace de las nuevas tecnologías y de las redes sociales. En general son víctimas que no tienen voz de un sistema concentrado en fijar la mirada sobre los adultos. Según alertó la organización Save The Children hace poco más de dos meses en un informe realizado en torno a la violencia de género que se produce entre menores, “las adolescentes con 17 años o menos representan cerca del 2% de los casos de género en España”. Y aunque extrañe, permanecen invisibles de cara a la sociedad. Los medios no suelen recoger demasiado a este tipo de víctimas que, en porcentajes no tan elevados como la que se produce entre adultos, son víctimas igual.
En torno a ello surgen campañas con el claim “Si te controla, no es amor”. Viene a ilustrar el daño que puede llegar a hacer el ciberacoso por WhatsApp, Instagram o cualquier otro tipo de red que usen los adolescentes para comunicarse y relacionarse. Se puede llegar a pasar por alto porque no se tiene conciencia de que ese tipo de relaciones aunque “en la nube”, también suceden de manera real. No se ve, no se toca pero se recibe y el cerebro canaliza mensajes en ocasiones amenazantes. Afecta igual y estos menores que lo reciben son víctimas invisibles de una violencia que existe.
Evitemos dejar a los menores en el olvido. También que se les obvie de las estadísticas. Los medios de comunicación tienen mucha culpa de ello, las instituciones igual. Pero la sociedad, nosotros, debemos ser conocedores de que callando contribuimos a que los menores sigan sin tener voz.