UNA VIDA MEJOR SIN PLÁSTICOS

Hace algunos años, cuando empezó a sonar la alerta de que el medio ambiente estaba en peligro, no era extraño observar cómo los ecologistas se echaban las manos a la cabeza por la cantidad de plásticos que encontraban en el fondo marino. Algunos restos llegaban hasta las orillas. Y era tanta la cantidad en determinadas zonas, que animales como las tortugas, morían ahogadas porque confundían pequeñas bolsas de plástico con las medusas que en realidad deberían haberse comido ese día. El del plástico es un problema que va en aumento. No sólo por la cantidad de residuos que se generan a diario, sino porque, aunque suene extraño, también nos los comemos. 

Según un estudio elaborado por la Universidad de Newcastle (Australia) encargado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), las personas, cada día, “consumen aproximadamente 2.000 piezas pequeñas de plástico o derivados del mismo por semana. Un total de 5 gramos de este material cada siete días, el peso equivalente a una tarjeta de crédito”.

Así, el problema de los restos del plástico se traslada también hasta en nuestros estómagos, en forma de micropartículas. Pues según los expertos, éstas están presentes en los alimentos de consumo común que tomamos casi a diario. Afirman, además, que las micropartículas plásticas, aunque llevan años circulando por las cadenas tróficas de los animales, hasta ahora no habían supuesto un problema para la salud humana tal como sí existe hoy. Los animales se comen estas micropartículas y nosotros nos comemos a esos animales.

La cadena alimenticia es así. Con la salvedad de que en ella se nos ha colado un agente que no se esperaba. Desde organizaciones como WWF, piden que se tomen medidas. Indican que “si no queremos plástico en nuestro cuerpo, tenemos que detener las millones de toneladas de este material que continúan filtrándose en la naturaleza cada año”. 


Crece la producción de los plásticos

Se estima que cada español puede llegar a generar cada año hasta 34kg de residuos de plásticos de un sólo uso. Esto son bolsas, botellas, bastoncillos para los oídos, cuyos efectos sobre el medio ambiente son devastadores. Están formados, casi en el 99% por combustibles fósiles, petróleo y carbón. Y algunos de ellos pueden tardar más de 500 años en descomponerse.

Pero para consumir, primero hay que producir y es aquí donde tenemos otro escollo más. Pues toda esa magnitud de plástico se concentra en un pequeño número de empresas que lo producen. Se cree que sólo 20 compañías son las responsables de más de la mitad de los plásticos de un sólo uso que se generan en el mundo.

Y he aquí, el origen de todo. Y la razón de por qué no se toman medidas más drásticas y de forma más inmediata. Porque para algunos, quizá no sea tanto un asunto medioambiental como económico. Si muy pocos producen mucho y ganan más, será complicado luchar para que esos pocos dejen de enriquecerse con el plástico. Es el capitalismo puro y duro.

Desde Bruselas han puesto el foco en aquello de ser más sostenibles, pero también más respetuosos con el medio ambiente. Están trabajando en ello y por eso, este pasado martes el comisario europeo de Medio Ambiente, Virginijus Sinkevicius, pidió que debía firmarse “tratado internacional sobre el plástico”. Es decir, unas normas del juego que en realidad sean reglas globales sobre el uso del plástico en todos sus ciclos de vida con el objetivo de limitar toda la huella que deja y la contaminación que provoca. 

De hecho, piden que de ahora en adelante, los plásticos que permanezcan en el mercado, sean plásticos reciclados. Y los que se diseñen y se fabriquen de nuevas, se haga “de una manera más sostenible”. Y es que, según las predicciones de la Comisión Europea, se espera que de aquí a 2060 la producción de plástico a nivel mundial se triplique. Apuntan: “a día de hoy, menos del 10% de las toneladas de plástico que se generan acaban siendo recicladas”, como recogen desde la Agencia EFE. De modo que, si las matemáticas no fallan, queda pululando por el planeta más el 90% de las toneladas de plástico que se produce cada día. Y eso es mucho plástico, mucho más del que podemos canalizar.

Para ser sinceros, puede que después de todo esto intuyamos que a nivel global las medidas van a tardar en llegar. El problema del cambio climático ha estado llamando a la puerta muchos años y hasta ahora no se le ha prestado la atención debida. ¿Por qué va a ocurrir algo diferente con el plástico?  Así que pongámonos a trabajar a nivel individual porque son muchas las acciones que podemos hacer para ayudar a que el planeta no acabe plastificado. E incluso que nosotros mismos no acabemos igual.

Podemos empezar por rechazar la comida que venga envuelta en plástico. También la bebida que nos ofrezcan en vasos de plástico y desechemos las pajitas “de siempre” optando en lugar por las de papel, por ejemplo. Elijamos botellas y envases reciclables y sustituyamos el tupper por fiambreras de acero o de vidrio. Parece complicado a priori pero simples gestos como estos, multiplicados a nivel planetario seguro que ayudan. Y mucho. 


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