Los socios de Sánchez le han humillado a modo. La guinda fue dejar solo al PSOE para presentar la ley de amnistía en el Congreso de los Diputados. Sánchez envió a su chico para todo, el ministro Félix Bolaños, que igual te saca a Franco del Valle de los Caídos que te negocia con un fugitivo. Lo que mande el jefe.
Una vez presentada la ley en el registro del Congreso, Bolaños convocó a la prensa. Y sabedor del rechazo que ha generado la ley, se aprestó a avalarla. Y dijo literalmente: “la ley es impecable desde el punto de vista inconstitucional”. Se dio cuenta del lapsus y con su carita de Yo no fui añadió, “impecable desde el punto de vista constitucional”. Me gusta observar con atención las comparecencias de los políticos. Y cuando Bolaños soltó “inconstitucional”, primero aluciné. Aunque confieso que llegué a pensar en ese instante que esta gente tiene huevos para presumir de inconstitucionalidad. Y creí que iba a añadir “y nos la suda, porque es el pago de los votos necesarios para que nuestro amo siga en La Moncloa”.
Sánchez provoca una fractura nacional gravísima
La amnistía no tiene un pase y supera lo que imaginábamos. Incluso llega a incluir en el artículo primero a delincuentes comunes que se presentan como “asesores”. Y a la ley se añade lo pactado entre Sánchez y el fugitivo Puigdemont, que el Congreso pueda investigar por prevaricación a los magistrados que juzgaron y condenaron a los golpistas. O sea, el puto “lawfare«.
Sánchez, que es como Zapatero pero sin ceja y sonrisa, está provocando una fractura nacional gravísima. Y se la suda constatar el rechazo que ha provocado en la ciudadanía. Con más de 70 colectivos y organizaciones que han denunciado que se carga la independencia judicial y la separación de poderes, entre los que hay instituciones, asociaciones de jueces y fiscales, colegios profesionales, ilustres despachos de abogados, sindicatos de funcionarios, patronales empresariales, diplomáticos y juristas. Además de las manifestaciones del domingo en las que participaron muchos centenares de miles de españoles a los que en la secta de adoradores y propagandistas de Sánchez se califica, claro, de fascistas.
No hay tantos fascistas en España señores. Lo que hay son ciudadanos que no quieren una España en la que haya españoles de primera y de segunda. Y que no quieren que queden impunes delitos gravísimos. Una impunidad a la que podrán acogerse quienes delinquieron al grito de Visca Catalunya Lliure. Es insoportable ver cómo quienes malversaron dinero público se van de rositas al invocar que robaron pero en beneficio de unas siglas políticas.
Me consta de primera mano el estupor y la indignación que la amnistía ha provocado también, lógicamente, en las prisiones españolas, donde cumplen condena miles y miles de hombres y mujeres cuyos delitos son mucho menos graves que los amnistiados. Es más grave malversar dinero público que robar por necesidad. Incluso habría que escuchar a condenados por delitos de corrupción, vinculados al PP, con condenas severísimas, que no van a poder acogerse a la amnistía. En esta España de Sánchez está permitido robar en nombre del socialismo o de la independencia de Cataluña o el País Vasco.
El proceso de argentinización que padecemos está siendo consumado por un Pedro Sánchez que es el líder del PSOE al que menos ciudadanos han votado. El que peores resultados electorales ha tenido jamás. Pero Sánchez carece de escrúpulos y se apoya en los herederos de ETA y en los golpistas catalanes. Se carga el Estado de Derecho para permanecer cuatro años más en el poder. Como ya he escrito aquí, en Venezuela y en Argentina decían también “aquí no puede suceder esto”, pero sucedió, como está sucediendo en España con la Unión Europea en babia.
Unos humoristas han hecho un sketch en el que lo clavan. Aparece Sánchez en una rueda de prensa y dice ante las críticas: “Todas mis actuaciones están amparadas por el tratado de Camboya”. Y le preguntan, “¿y que dice el tratado de Camboya?”. La respuesta de Sánchez es, “lo que me sale de la polla”.
La aplicación de la amnistía será inmediata
E insisto en que aún nos queda por saber lo que ha pactado con Bildu. Todavía no nos lo han contado, y por algo será. La exposición de motivos de la proposición de ley de amnistía conforma un relato de lo sucedido en los pasados cuarenta años en España que nada tiene que ver con la realidad. Hablan de interés general cuando se trata solo del interés personal de Pedro Sánchez y sus cómplices para permanecer en el poder con una voladura de la igualdad de todos los ciudadanos y del esencial principio democrático de la separación de poderes. Conviene releer ahora la exposición de motivos con la que este mismo Gobierno de Pedro Sánchez justificó los indultos ya concedidos a los golpistas catalanes. En ella se decía literalmente que “la amnistía es inconstitucional”.
Ahora es el turno de Conde Pumpido y el Tribunal Constitucional (TC). Porque la ley de Sánchez anuncia en su texto que la aplicación de la amnistía será inmediata tras su aprobación en el Congreso. Y que ni siquiera una cuestión de inconstitucionalidad (como la que probablemente presentará el Tribunal Supremo), puede paralizar la aplicación. Esto vulnera la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional en la que se deja claro que si un tribunal plantea una cuestión de inconstitucionalidad sobre una ley aprobada en el Congreso, la misma no podrá aplicarse hasta que dicte sentencia el TC.
Y tiene toda la pinta de que Conde Pumpido, con su toga manchada de toda la mierda de muchos caminos oscuros, dará por buena la ley de Sánchez pasándose por el forro la propia Ley Orgánica del TC. Lo cual en mi opinión sería una prevaricación como una catedral. Atentos a la pantalla.