Un menor de 13 años hirió con arma blanca a la madre de su novia tras una riña dentro de su domicilio. La disputa se produjo por el teléfono móvil. No cuesta mucho imaginarse qué pudo ocurrir. Sí, la madre de la chica le quita el teléfono como castigo por el mal comportamiento de la niña en los últimos días, ella se lo pide, lo reclama y le protesta la reprimenda. Y como la progenitora no entra en razones, acaba contándole a su novio lo sucedido.
¿Cómo reacciona el menor? Sin más miramientos decide dirigirse al domicilio de su novia, llama al telefonillo y espera a que la mujer baje. Con ella frente a frente, en el rellano del portal, le asesta varias puñaladas en la cara, la oreja, el cuello y la espalda. A día de hoy, la mujer, se encuentra ingresada con pronóstico reservado en el hospital 12 de Octubre de Madrid.
Los menores son interceptados por la Policía y se encuentran a disposición de la fiscalía de menores. Sin embargo, no se les imputarán cargos puesto que tienen menos de 14 años. Han sido puestos a cargo de sus familiares. El Código Penal en nuestro país considera que los menores de esta edad son inimputables. Así que no pueden responder ante los tribunales por las infracciones que cometan. ¿Qué queda entonces? Los menores no pueden ser arrestados, ni encerrados en un calabozo y ni tan siquiera se les puede hacer fotografías para abrir una ficha policial. Así que solo queda que sean trasladados a sus padres o tutores a quienes se les pondrá al tanto de todo lo que ha ocurrido.
La actuación del menor y su nula responsabilidad
Acuchillar es un delito grave, como también lo es agredir con violencia o sexualmente. Todo ello en manos de un adulto es fácilmente identificable y condenable con la Ley en la mano. Pero cuando ocurre en manos de un menor y sobre todo, de uno que tiene menos de 14 años, las cosas son bastante diferentes. La cuestión que queda en el ambiente es que un menor de 13 años puede tener suegra, pero no responsabilidad?
Hablar de menores no es solo pedir que se reforme un sistema que los proteja, menores que acaban siendo víctimas. También supone cuestionar que muchas de las leyes que están centradas en los menores de edad quizá necesiten una revisión. Como la que se demanda desde muchos sectores para la Ley del Menor.
La Ley del Menor comienza a cuestionarse tras el asesinato de Sandra Palo. Una joven de 22 años que en mayo de 2003 es brutalmente asesinada por cuatro personas en Madrid. Tres de ellos eran menores de edad en aquel momento. La pena impuesta para ellos fue el internamiento de cuatro a ocho años en un centro de menores. El único que era mayor de 18 años fue condenado a 64 años de cárcel. Los menores, una vez cumplieron sus penas, crecieron, llegaron a la edad adulta y volvieron a delinquir en numerosas ocasiones.
La madre de la joven asesinada comenzó entonces una dura batalla. Su único objetivo ha sido la reforma de la Ley del Menor. Una Ley redactada con el objetivo de dar respuesta a los menores infractores que, a todas luces, podrían llegar a ser en un futuro adultos que pudieran moverse en la delincuencia. La Ley, muestra que un menor de edad no debe cumplir su condena en una prisión. Y que tampoco puede equipararse los años de condena que pueden merecer en comparación con los que se aplicarían a un adulto.
¿Otra Ley que necesita una revisión?
Algo que María del Mar Bermúdez García, madre de Sandra Palo, la joven asesinada en 2003, no entiende ni comparte. “Los menores deben cumplir como adultos porque como adultos mataron”, ha afirmado en alguna ocasión. Una afirmación sobre la que ha basado toda su lucha desde entonces. Esta lucha le ha servido para iniciar campañas de recogida de firmas como la que le llevó a reunir hasta 1.200.000 que entregó en el Congreso de los Diputados. Hoy, la campaña está abierta en el portal change.org. Pretende una modificación de la Ley del Menor. Es una de las más firmadas en esta plataforma.
Pero la de María del Mar Bermúdez no es la única. Muchas son las voces que llevan tiempo pidiendo una revisión de la Ley del Menor. Incluso de un endurecimiento para que las penas que se les tengan que imponer, sobre todo en los casos más graves, sean más tajantes de lo que lo son ahora. Es más, en los últimos tiempos, hablar de la llamada «Ley del solo sí es sí» supone también escuchar a algunos juristas afirmar que quizá convendría revisar también la Ley del Menor.
La realidad es que con la aplicación de la Ley del sólo sí es sí en los nuevos casos, así como en la revisión de algunas sentencias de la misma, se están encontrando con que se imponen penas más duras en menores de edad que en los propios adultos, algo que no contempla la Ley. Se pide entonces que se revise y reforme la Ley del Menor, para que tenga encaje la nueva redacción.
Eso ocurre hoy, pero hace más de 15 años, el debate ya estaba servido tras el asesinato de Sandra Palo. Por no enumerar tantos otros que demuestran que los menores ciertamente necesitan protección. Pero los menores infractores, los que delinquen y apuñalan, precisan algo más que la explicación sobre que está mal lo que han hecho. Sobre todo cuando dejan vidas atrás. E incluso agreden de tal manera que acaban llevando a una mujer a tener pronóstico reservado por las heridas que ha causado su agresión.