Recuerdo a la perfección la primera vez que me tildaron de ultraderecha. Fue Odón Elorza para justificarse por su vínculo con el violador y pornógrafo infantil Kote Cabezudo. No se trataba de él por supuesto, sino de mí. Un clásico. Socialista al que se le recrimina algún comportamiento impropio, indigno o directamente delictivo, arremete contra quien le señala al grito de “que viene la ultraderecha” y “malditos fascitas”.
El nivel de podredumbre de la llamada izquierda ha llegado a tal punto que si aún no te han tildado de fascista francamente deberías preocuparte. Porque significa que, o es que estás con ellos de corrupción hasta los ojos, o es que te pones de perfil ante todo lo que está pasando para pasar desapercibido. Circula por las redes sociales un clip de Gabriel Rufián en una reciente entrevista en El Intermedio donde dice: “Está de moda ser facha”. Y ciertamente es la propia izquierda la que a base de tildar de facha a cualquiera que se permita pensar, opinar o tener su propio criterio, la que lo ha puesto de moda.
Gabriel Rufián debería comprender que cada vez está más de moda ser facha porque un término tan denostativo y peyorativo como ese, termina siendo llevado con orgullo cuando te das cuenta de que es el único y machacón recurso de una izquierda que ya solo existe para aferrarse al poder sea como sea, por inmoral e indigno que resulte. Y que cuando ya se han traspasado todas las fronteras de la inmoralidad y la indignidad, ser tildado de fascista o ultraderechista por el inmoral y el indigno, se convierte directamente en elogio.
Fascista y ultraderecha, de Joaquín Sabina a Vito Quiles.
De recibir el carnet de fascista no se salva nadie. No importa su pasado ni su trayectoria. Joaquín Sabina que pudiera parecer un hombre de izquierda, nada más lejos de la realidad. Un insigne fascista. Osó mostrarse decepcionado y renegar de la izquierda y claro… La izquierda no hace prisioneros. Ha llegado la cosa a tal punto que cada vez que alguien de la organización criminal que nos gobierna o de sus socios que la sostienen señala a un fascista, siento una irremediable simpatía por el o la ultraderechista en cuestión. Sea quien sea.
Maravilloso ha resultado el episodio vivido por el periodista Vito Quiles cuando aborda a la también periodista Ana Pardo de Vera. Cuando la hermana de la imputada por la corrupción socialista le ha tildado de “sicario de la ultraderecha” he sentido que veía a uno de los nuestros. No solo porque es el único que hace las preguntas que todos deberían hacer y nadie hace, que también. Sino porque si alguien de la miserable catadura moral de Ana Pardo de Vera le tilda de fascista, quiere decir que Vito Quiles está en el lado correcto de la historia. Sí, Rufián. Está de moda ser facha. Vosotros lo habéis puesto de moda. Mi modelito de facha es el de encarcelar a un violador y pornógrafo infantil conectado con el diputado socialista Odón Elorza. Y me sienta divinamente estar a la moda.