RADIOGRAFÍA DE LA GENERACIÓN DE CRISTAL

Es común decir que debemos cuidar el planeta para dejar un medio ambiente mejor a las generaciones venideras. Que debemos trabajar más por una sociedad más justa, por los adultos del mañana. Nos sentimos responsables de lo que pasará el mañana, pero cuando vienen mal dadas, echamos la culpa a las generaciones que nos van a suceder. La mal llamada “Generación de cristal” está demostrado bastante cuando algo se gestiona mal. Al menos, demuestra más de lo que se espera de ellos. O al menos, más de lo que otras generaciones como las Zeta, Millenial e incluso Boomer esperaban encontrarse. Por ejemplo, a la hora de echar una mano en la reconstrucción de los pueblos más devastados por la DANA que afectó a varias poblaciones del Levante español. 


La culpa no la tiene la Generación de cristal

Circula un vídeo en las redes en el que Arturo Pérez Reverte hace una radiografía de esta «Generación de cristal«, la de los nacidos después del año 2000. Son jóvenes que destacan por su fragilidad emocional. Que además tienen baja tolerancia a la crítica y a la frustración. Adolescentes que demandan constantemente reconocimiento porque tienen una insegura autoestima que les hace ser más dubitativos que sus generaciones precedentes. Y que además son indecisos a la hora de tomar decisiones. O que no se mojan, que no se pringan, que no se manchan las manos. Aunque en Paiporta, Massanassa, Benetusser y un sinfín más de poblaciones se ha podido ver todo lo contrario estos días. 

Si nuestros jóvenes son indecisos y se conforman con lo más fácil quizá es porque sus predecesores no han tenido tiempo de calidad para enseñarles la cultura del esfuerzo. Esa cultura que ha llevado a muchos progenitores durante muchos años a trabajar más tiempo del que debían optimizando como podía su jornada laboral porque entendieron que a más dinero y menos tiempo, mayor calidad de vida para sus vástagos. Jóvenes con baja tolerancia a la frustración. Que no tragan y tampoco se conforman con lo primero que se les ofrece. Prefieren buscar más, soñar con algo fácil, rápido y seguro porque puede que esa rapidez y esa facilidad es la que han mamado durante su infancia en sus casas. Mejor darlo hecho que enseñar a hacerlo. 

Dicen los expertos que la presión social y el consumismo han exacerbado estas características que al parecer definen a la «Generación de cristal«. Un consumo y una presión social que también viven los adultos, aquejados muchos de ellos de tener problemas de salud mental, en conocerse víctimas de un sistema que les ha engullido del todo. Y que les ha obligado a primar trabajo y bajos salarios porque hipotecas, altos precios y las compras, son, en parte, eje principal de sus vidas. 


Víctimas de este sistema egoísta

Quizá no tenga la culpa la «Generación de cristal» de todo lo que les pasa. Tal vez ellos sólo sean también víctimas de este sistema egoísta. En el que boomers, zeta, millenials, tampoco saben deshacerse de la maraña que les lleva de cabeza hacia el ojo del huracán. No son capaces de frenar la velocidad con la que todo evoluciona. Y lo más fácil para ellos es echar la culpa a esas generaciones que vienen después. 

La flexibilidad, la generosidad, la preocupación por el medio ambiente o la sorpresa, son también otras cualidades de estos jóvenes y adolescentes. Por si cabe alguna duda de que algo positivo también podrían tener. La falta de rebeldía hace peligrar la necesidad de cuestionarse todo lo que se encuentren, que no se dejen arrastrar por este sistema injusto que sigue a su marcha sin tener en cuenta quiénes están, quiénes permanecen y quiénes están por llegar. Porque básicamente no les importa.

Puede que esto tarden en comprenderlo. Y salgan de dudas cuando empiece a gestarse una nueva generación que les suceda. Entonces, estarán en posición de poder criticarles como ahora ellos también son criticados. Porque no se darán cuenta de que esos que vienen toman de ejemplo a los anteriores o, por lo menos, son herederos de lo que estos construyen y destruyen, preocupados, como los burros, de mirar únicamente hacia delante. No, la culpa no la tiene la generación de cristal. Sólo son meros títeres. Como los Millenial, los Zeta, los Boomer. 


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