¡QUIETO TODO EL MUNDO!

A ningún gobierno le gusta desclasificar nada antes de que pasen, como poco, 50 o 60 años. Eso garantiza que los protagonistas estén ya fuera de juego. Ahora se cumplen 42 años del supuesto Golpe de Estado fallido del 23.02.1981 –el famoso 23-F- protagonizado por el entonces teniente coronel Antonio Tejero Molina que acaba de conceder una entrevista a un digital en la que vincula directamente a Juan Carlos I con dicha intentona. Esto ha sido rápidamente aprovechado por BILDU, ERC y BNG para solicitar en el Congreso la desclasificación de todo lo relacionado con el 23-F porque ellos saben muy bien lo que pasó. 

Todos los ciudadanos deberían conocer la realidad de aquella operación política disfrazada de golpe militar que ha marcado nuestra pseudodemocracia y que viene siendo opacada por los grandes medios de comunicación. Y ello a pesar de que existen ya numerosos libros y entrevistas que rechazan tanto el “ruido de sables”, con el que nos vienen asustando desde entonces para que traguemos con la partidocracia, como la «verdad oficial» que encontramos hasta en los libros de texto. 23-F


El 23-F, nunca fue un golpe militar sino una operación política e institucional

Todo para concluir, pendientes de la desclasificación definitiva, que el 23-F nunca fue un golpe militar sino una operación política e institucional en la que participaron todos los poderes del Estado y todos los políticos de la Transición, con el rey emérito a la cabeza. Tejero lo cuenta ahora así: «A Juan Carlos lo jodí. Paré su golpe y el de Armada al ver qué era«, denunciando que quien quiso abolir entonces la Constitución, ahora llama a Sánchez a cumplirla. Verdades como puños nos gusten o no, o le aprovechen a quien le aprovechen.  

En el 81, en un contexto de grave crisis económica y terrorista -de esa ETA que ahora se llama BILDU-, la incipiente democracia no terminaba de arrancar. Todos señalaron al presidente del gobierno, del que propio Juan Carlos I llegó a decir: “¡Ayudadme a librarme de Suárez!”. A partir de ahí, se gestó una «medida extraordinaria» porque “España necesita un golpe de timón” (Tarradellas dixit) en la que participaron casi todos los partidos políticos con la excepción de Rojas Marcos y de los «indepes«.

La operación constó de un «Supuesto Anticonstitucional Máximo«, consistente en esa exhibición de fuerza violentando la legalidad constitucional, seguido de un «Gobierno de Concentración» previamente consensuado. La primera, la pudimos ver por televisión con Tejero entrando en el Congreso pistola en mano. La segunda, ese advenimiento del general Armada como “enviado de Zarzuela” para ser aclamado por una mayoría de los diputados como Presidente del Gobierno de Concentración ha sido convenientemente manipulada porque participaron todos, incluido el PCE. 


Vivimos en una prolongación de la dictadura gracias al engaño de la Transición

Tejero fue engañado para la ocasión, por eso una vez tomado el Congreso se negó a aceptar a Armada como presidente de nada, solicitando un gobierno militar y provocando que todo se viniera abajo. Fue entonces cuando Juan Carlos I se vio obligado a intervenir para cortocircuitar a Tejero. Por eso mismo, las pocas fuerzas movilizadas regresaron a sus cuarteles sin rechistar. Nunca hubo un golpe milimétricamente diseñado por militares, sino una chapuza política muy española.

Preparado para el viernes 20.02.81, día de comienzo de la investidura de Calvo-Sotelo, no se pudo hacer porque las unidades a sublevar se encontraban, ese día, sujetas a mandos no afines. No obstante, la negativa de Calvo-Sotelo a transferir a la Generalidad un edificio que le exigía CiU para dar su voto, obligó a Landelino Lavilla a convocar una nueva sesión para la tarde del lunes 23-F con el resultado ya conocido (ojo, que casi vuelven a fracasar porque llegaron tarde).

En definitiva, que vivimos -aunque muchos no lo crean- en una prolongación de la Dictadura gracias al gran engaño que fue la Transición y a la vacuna del miedo que al final supuso el 23-F. Juan Carlos I lo resumió muy bien al día siguiente cuando, justo antes de recibir a los políticos, le dijo a Sabino Fernández Campo: “¡Mira que si te has equivocado!”.

La actual partidocracia es el resultado de todo esto. Es claramente una suerte de Dictadura –dictablanda, si prefieren- que se renueva con cada elección al no existir ni representación política, porque no elegimos representantes sino partidos; ni contrato electoral, porque una vez elegido el partido gobernante hace lo que más le conviene sin sujeción a ningún límite; ni siquiera separación de poderes, porque el que gana concentra todo el poder en una suerte de oferta 4×1.

Aprovechen las declaraciones de Tejero y toda la información existente sobre el 23-F para reflexionar sobre el timo de democracia en España auspiciada por una PPSOE que, por supuesto, no va a desclasificar nada. Los «indepes» saben que se les vería el plumero, ahora ya sólo faltan ustedes.


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