Paco Salazar campaba a sus anchas el en PSOE pese a las reiteradas denuncias de acoso sexual que pesaban sobre él. Y al igual que ocurría alrededor del Caso Kote Cabezudo, al Caso Salazar lo envolvía un silencio igual de cómplice que el del violador donostiarra. Y el feminismo institucional, que vocifera y se rasga las vestiduras a la carta y a golpe de subvención, siempre que se trata de un criminal vinculado al poder político, mediático o judicial, permanece calladito y mirando hacia otro lado. No sea que le cierren el grifo.
Uno pensaba que el nivel de indignidad y de patetismo de Pilar Alegría no podía escalar más. Tras todas las vergüenzas que tuvo que pasar asociadas a José Luis Ábalos y sus fiestas en paradores, nada parecía poder superarlo. Pero sí. Con Salazar se ha superado. Antes de entrar a la sede de su partido para Pilar Alegría Paco era un compañero ejemplar e íntegro. Un ratito después Alegría celebraba que estuviera fuera del PSOE por sus conductas. Casi parecía digna de una fiesta la “contundencia” socialista de la que se vanaglorian.
Paco Salazar y la supremacía moral de la izquierda
Paco Salazar es, como lo fue Kote Cabezudo, la cuerda que se rompe de tanto tensarse. Vinculados ambos al poder, todas las mujeres con poder que le rodeaban, conocedoras de sus delictivos comportamientos (porque era un secreto a voces) miraban hacia otro lado al tiempo que purgaban a aquellas que se atrevían a denunciar. Hasta que la cuerda no pudo tensarse más y se rompió. Y entonces todas se felicitan de su caída. Todas sacan pecho de lo feministas que son.
En el PSOE últimamente no paran de aflorar puteros, machirulos y delincuentes varios al estilo Torrente. El espectáculo de los audios de Ábalos y Koldo hablando de mujeres es muy lamentable. Y en plena operación de “regeneración” sanchista sale el Caso Salazar que no me puede dar más asco. Pero no pasa nada. Porque la izquierda es el paradigma de la superioridad moral, así que con organizar una performance en la que todas las mujeres del partido revoloteen como gallinas cluecas alrededor del puto amo, asunto zanjado. ¡Y que viva nuestro gobierno feminista!
