Esta última semana dos menores han sido asesinados en España. Un pequeño, de 11 años, asesinado en la localidad toledana de Mocejón por otro chico de su pueblo, de veinte. Ocurrió mientras jugaba con otros niños en un campo de fútbol la mañana del domingo. Murió por las más de veinte cuchilladas que le propinó.
La otra víctima, una menor de 17 años, tras recibir presuntamente un disparo por parte de su padrastro en la localidad toledana de Otero. Su madre, de 36 años, permanece en estado muy grave en el Hospital 12 de octubre de Madrid. Desde organizaciones como Save the Children afirman que estos dos casos son sólo “la punta del iceberg” de la violencia contra los menores en nuestro país. Porque, tristemente, no han sido los únicos casos en los últimos meses.
Menores víctimas de violencia vicaria
El mes de julio se saldó con nuevos casos de menores asesinados. Víctimas de la llamada violencia vicaria. Dos menores de 3 y 9 años fueron asesinados por su padre, ex pareja de la madre de ambos, en Cuenca. Tanto los niños como su madre fueron encontrados en un baúl dentro de la vivienda. El Prat de Llobregat, en Abril, fue testigo de un caso similar. En él, dos menores fueron asesinados por su padre. Éste posteriormente se suicidó tirándose a las vías del tren. En Barcelona, Almería o Girona, han sido otros puntos negros en los que los menores han sido asesinados.
Desde 2013, año en que se comenzaron a contabilizar de manera oficial estos datos. Los casos, la mayoría encajonados como “violencia vicaria” son realmente daños estructurales de un modelo de sociedad que no funciona correctamente. Porque no deben ser considerados como “daños colaterales” de la violencia doméstica, la violencia de género o cualquier otro tipo de violencia que ejerzan los adultos.
Los menores son víctimas cada vez menos olvidadas. Eso sí, no cuentan del todo con medidas que no sólo deberían salvar su infancia, sino su vida. Sólo desde 2015, año en que se puso en marcha la Ley de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia, los menores no han sido considerados parte de la violencia de género. Una verdadera lacra en nuestro país y en el mundo en general.
El menor de Mocejón con el que arrancamos este artículo no ha sido víctima de la violencia vicaria, pero ha sido asesinado antes de cumplir la mayoría de edad. Su presunto asesino, detenido ya, al parecer puede que tenga problemas mentales. El municipio no ha sido capaz de salir de su asombro. Además se mantiene apesadumbrado porque víctima y agresor eran del propio pueblo.
Buenos propósitos pero no hay protección
En 2022, el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 elaboró un documento en el que recogía la Estrategia para erradicar la violencia contra la infancia y la adolescencia. Mantenía en su preámbulo que su objetivo era “erradicar la violencia, crear espacios seguros y fomentar los buenos tratos y la crianza respetuosa es una responsabilidad común y compartida”.
La entonces ministra, Ione Belarra, explicaba en el documento que dicha estrategia era fiel reflejo “del alto grado de compromiso de todos los niveles de la administración para garantizar el cumplimiento y ejercicio de los derechos humanos de los niños y niñas a una vida libre de violencia, que permita el desarrollar de todo su potencial y a tener una infancia y adolescencia feliz”. Su objetivo era “garantizar el cumplimiento y ejercicio de los derechos humanos de los niños y niñas a una vida libre de violencia, que permita el desarrollar de todo su potencial y a tener una infancia feliz”.
Bonitos propósitos que ya no podrán disfrutar los menores asesinados este año. O los del pasado. Incluso los que tristemente quedan aún por sufrir esta violencia contra ellos. Claramente el objetivo era bonito y muy plausible. Pero no ha funcionado o no lo está haciendo. Los menores necesitan protección.
Y seriedad cuando se hacen propuestas para su bienestar. No basta con elaborar informes y expresar buenas palabras frente a los medios. La realidad es que más menores de los que deberían han fallecido desde que se tienen registros. Y eso ya no hay estrategia futura que lo cambie.