MI VICTORIA

Los quioscos de prensa son una especie en vías de extinción, desgraciadamente. Madrid se queda sin quioscos. Sus propietarios, para sobrevivir, han tenido que cambiar de negocio y ahora la mayoría venden suvenires, chucherías, juguetes e incluso alguno en Madrid lo ha reconvertido en un punto de venta de café. Alguno ya no vende prensa aunque sea un quiosco. Yo tengo la suerte de vivir en un barrio en el que sobrevive un quiosco que vende prensa en papel. Se llama Victoria. Es mi victoria analógica frente al universo digital.

Cierto es que entre semana suelo leer la prensa en mi tableta digital, pero los fines de semana, en la tranquilidad, me gusta acudir al quiosco Victoria y comprar los diarios en papel, y cuando en casa me mancho los dedos mientras paso las hojas disfruto como un niño mientras me informo.

Tienen que buscar clientes, porque la prensa de papel no es lo que era

Echo en falta esos viejos tiempos en los que tras la movida nocturna culminaba la juerga en el quiosco de la Puerta del Sol, que nunca cerraba, comprando la prensa recién llegada, aún calentita. Incluso, cuando andaba por otros barrios que me pillaban lejos, en ocasiones me acercaba al amanecer a cualquier quiosco cerrado, esperaba a que llegara la furgoneta repartidora, que dejaba los paquetes de los diarios en la acera, me acercaba, rompía la cuerda y pillaba mis diarios. Prometo que dejaba las monedas encima del paquete. Casi siempre.

Cuando los sábados y domingos bajo a mi Victoria, además de los diarios, suelo comprar alguna revista por hacer gasto, por contribuir modestamente a que el quiosco Victoria siga vivo. Fui un gran lector de revistas, Cuadernos para el diálogo, Cambio 16, Tiempo, Tribuna, Interviú……, medios que ya no existen y que creo que tendrían su público.

Aunque Victoria sigue siendo un quiosco, no ha podido resistirse a la venta de suvenires e incluso camisetas de equipos de fútbol. Tienen que buscar clientes, porque la prensa de papel no es lo que era. Frente a mi Victoria hay un café moderno y la mejor frutería del barrio, que es muy barrio y donde sigo saludando a porteros y comerciantes como hacía antaño en Chamberí, donde me crié.

Hay que ayudar a los quiosqueros y a las empresas periodísticas que mantienen sus diarios en papel

Ahora la mayoría de los quioscos ofrecen los suvenires, tabaco, flores, chucherías, incluso algunos se han apuntado a ser receptores de pedidos de compras por internet.

En mis paseos madrileños me fijo en los pocos quioscos que quedan, y observo el esfuerzo que hacen sus propietarios por ofrecer productos que les permitan no echar el cierre. En la calle Alcalá, entre Montesa y Alcántara, está el quiosco Morrison, que además de diarios, revistas y libros, ha optado por vender vinilos. O sea, cultura máxima. Letras y música. Lo máximo.

Hay que apoyar y ayudar a los quiosqueros y a las empresas periodísticas que aún apuestan por mantener sus diarios en papel. Vale que a la peña ahora le guste informarse por TikTok, X, Instagram, Facebook o por la tele algunos. Yo me quedo con los pocos que veo aún que abandonan un quiosco con un buen puñado de diarios camino de casa.

Para que la prensa sea verdaderamente libre tenemos que pagar por ella y así contribuir a mantenerla

Mucha gente se ha acostumbrado por internet a que la información sea gratis, pero no, amigos, la información veraz y fetén no es gratis, cuesta esfuerzo y dinero. Se lo digo yo, que llevo más de 30 años dedicado a ejercer el periodismo, y que tengo el honor de poder decir que fui fundador de un periódico de éxito: El Mundo.

Siempre me ha sorprendido que el personal quiera la prensa gratis. Todo el mundo cobra por su trabajo. Los abogados, los dentistas, los fontaneros, los fruteros, no regalan el fruto de su trabajo. Para que la prensa sea verdaderamente libre todos tenemos que contribuir a mantenerla. Por eso animo a que compren diarios en los quioscos o a que paguen sus suscripciones en internet. Yo tengo la costumbre de comprar cinco mínimo cada día, y pago por ello encantado.

Siempre que hablo o escribo de este asunto me viene a la memoria la imagen de mi compañero y amigo José Luis López de Lacalle, a quien asesinó ETA en Andoain el 7 de mayo de 2000. La foto de su cadáver, el paraguas abierto a pocos metros, y a su lado, dos bolsas de plástico blancas en las que llevaba todos los diarios del día.

Mientras exista una prensa libre podremos defendernos del poder. Si hemos de informarnos por los grupos de WhatsApp estamos perdidos

José Luis era un hombre libre que nunca pudo vivir en libertad. Durante la dictadura, fue perseguido y encarcelado. Llegada la democracia, ETA le persiguió hasta terminar asesinándole. Era un hombre libre y culto, y cada día, leía todos los diarios, incluso el que tenía ETA, porque eso le permitía estar bien informado, esencial para tener criterio propio en libertad.

Yo tengo mi Victoria. Busquen ustedes cada uno su Victoria, compren prensa en papel. Mi siguiente paso en poco tiempo será comprar también en Victoria cromos para regalarle a mi nieto colecciones, y tebeos claro, si queda alguno.

Mientras exista una prensa libre podremos defendernos del poder. Y para que exista una prensa libre necesitamos empresas que no dependan de que el Gobierno de turno les dé un manguerazo de subvenciones. Que solo dependan de que, gracias a su trabajo, queden quioscos, quiosqueros y ciudadanos que lean para estar bien informados. Si hemos de informarnos por lo que nos pasan los colegas por los grupos de WhatsApp estamos perdidos.

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