El protocolo de actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en España cuando se refiere a menores, establece que se llevará a cabo en aquellos casos en los que sea “estrictamente necesario y como medida proporcional de seguridad para el propio menor detenido y los funcionarios actuantes. Cuando no sea posible otro medio de contención física del menor”. Este protocolo fue actualizado en 2017 a través de la Secretaría de Estado de Seguridad. Renovó el mismo mediante la instrucción 1/2017 de actuación con menores.
Y aunque seguramente habría muchos puntos que retomar y mejorar (sobre todo que se sigue contemplando el desnudo para los menores de entre 14 y 18 años), lo cierto es que el protocolo de actuación a menores en nuestro país en principio no da dolores de cabeza a nadie. Quizá porque en España a los menores no se les sitúa en lo más arriba. Vamos, que no se les presta demasiada atención. Pero ése es otro cantar.
Las alarmas sí han saltado en Reino Unido, por ejemplo, donde se critica ahora a Scotland Yard por sus cacheos a los menores de edad. Al parecer, entre los años 2018 y 2020, se obligaba a los menores a desnudarse para poder realizarles los cacheos dentro de las dependencias policiales. Se trata de una práctica extendida entre la policía londinense. El escándalo saltó a la palestra el pasado mes de junio con el caso de una niña de 15 años que había sido obligada a quitarse toda la ropa porque los agentes sospechaban que escondía cannabis en su cuerpo. Para más inri, la menor estaba menstruando cuando se le practicó el cacheo.
Una investigación de la oficina del Comisionado para Niños de Inglaterra ha sacado a la luz estas prácticas y cómo acostumbran los ingleses a hacerlas. El escándalo ya está servido sobre la mesa. Y como todo, aquí también ha habido acción y reacción. La policía de Londres ya ha asegurado que está realizando algunos cambios en su forma de proceder para que cuando se dé el caso, los agentes tengan en consideración “primero al menor”.
Cacheos a menores pero con respeto
Según se ha podido saber, hasta 650 menores fueron cacheados de esta manera. Un cuarto de ellos contaban entre 10 y 15 años. Prácticamente más de la mitad eran negros y en torno al 53% quedaron libres de cualquier sospecha tras los cacheos. Claro, de la vergüenza y el pudor, nadie habla. Dudamos que ese informe del Comisionado contemple ningún apartado en el que se refleje que quizá a esos menores se les haya podido quedar el poso de un momento más que degradante debido a un cacheo que seguro no sirvió para mucho.
Rachel de Souza, Comisionada para la defensa de los niños explicó en declaraciones a los medios que se requería un sistema robusto que defendiera la salvaguarda de los menores. Ello especialmente en los niños vulnerables. Y defiende que los cacheos a los menores solo deba hacerse cuando estos corran riesgo de dañarse o de dañar a los demás.
Está claro que a lo largo y ancho de la vieja Europa queda mucho que trabajar en torno al respeto a los menores. Y sobre los menores en general, también. Cruzando el charco los argumentos también sobran porque allí también son los grandes olvidados. Deberían existir protocolos que respeten la intimidad de los menores de edad. Eso sí, sin dejar a un lado todo lo que puede concernir a la seguridad de la sociedad o a la seguridad de la propia nación. Pero es probable que un cacheo con más o menos ropa, tampoco sirva como para romper una lanza y afirmar que con él, se nos protege a los demás.