Más de una treintena de personas han sido detenidas recientemente acusadas de formar parte de una red de prostitución que captaba menores de edad en la Comunidad de Madrid. Una red que las obligaba a traficar con drogas y a mantener relaciones sexuales con sus clientes. Tres de las menores de edad parece estaban tuteladas en centros de acogida de la Comunidad. A pesar de ello desde la Consejería de Familia, Juventud y Política Social se han esforzado a lo largo de estos días en explicar que solo una de ellas estaba bajo la tutela de un centro de menores dependiente y las otras dos llegaron a los centros “por otros motivos”.
Una o tres ¿qué más da cuando hablamos de menores de edad? El caso no ha hecho saltar las alarmas del a veces, poco control que existe sobre los menores tutelados por centros porque en esta red criminal las víctimas son adolescentes tuteladas y no tuteladas. De hecho se ha sabido que una de las víctimas era hija de uno de los miembros de la trama.
El alto nivel de vida de una de las adolescentes hizo sospechar al centro de menores Picón del Jarama de que algo quizá no se estaba desarrollando como debía. Desde el centro se preguntó a la menor y ésta acabó relatando la trama de explotación de la que ella y otras chicas más estaban siendo víctimas. La directora del centro interpuso una denuncia. En estos momentos el Defensor del Pueblo ha abierto una investigación y ha pedido tanto a la Policía Nacional como a la Comunidad de Madrid información sobre la situación de las adolescentes.
Tuteladas o no pero menores prostituidas en todas las regiones
Los casos de explotación sexual de menores no son nuevos. Tampoco son característicos de una zona o de una región. Sabemos que se dan en todas partes. Independientemente de dónde vivan las menores o de que estén o no tuteladas en centros. En este caso dado en Madrid, la tutela de las menores se daba por parte de la Comunidad de Madrid pero también de familias “normales”.
De los 37 detenidos las nacionalidades son variopintas: españoles, dominicanos, marroquíes y rumanos. Está visto que la depravación no entiende de nacionalidad. Tampoco de sexo, pues entre los detenidos hay mujeres y hombres. A todos se les acusa (presuntamente) de delitos de agresión sexual, prostitución de menores, tenencia de pornografía infantil, detención ilegal y delito contra la salud pública.
Las menores eran adolescentes vulnerables y al parecer con dificultades económicas. La mayoría mantienen un perfil similar. La forma de contacto con ellas se producía a través de las redes sociales. Desde diversos perfiles se ganaban la confianza de las menores. Después éstas eran utilizadas para ofrecer servicios sexuales a clientes a los que les podían llegar a suministrar sustancias estupefacientes. En otros casos las menores ayudaban a distribuir la droga en trayectos hechos sobre patinetes. Y tras la entrega de las sustancias, podían ser agredidas sexualmente por los clientes a los que les hacían la entrega. Otras veces, las menores eran trasladadas a un polígono industrial de la capital donde los detenidos ofrecían droga a los clientes y ofrecían a las menores para que mantuvieran relaciones sexuales con ellas.
Drogas, zulos… ¿Hasta cuándo vamos a tolerar esto?
Algunas menores eran obligadas a consumir bases de cocaína o crack con la finalidad de que llegaran a sentir dependencia y no se desvinculasen de la red. Una de ellas fue trasladada a un narcopiso donde permaneció encerrada durante 3 días. Pero otras veces podían ser llevadas incluso a zulos (se ha encontrado uno en los sótanos de una peluquería en Vallecas), donde mantenían relaciones sexuales con los clientes. Estos acudían a comprar droga y de paso eran «compensados» con relaciones con las menores. Si aún el estómago de quien lee, sigue en perfectas condiciones es porque ya estamos llegando a sentirnos habituados con este tipo de información: algo grave, desagradable y preocupante, como poco.
Algunos medios no han dudado en titular: “Golpe a la prostitución de menores en Madrid”. O se han referido al caso como “la mayor red de trata de menores en Madrid”. Pero no deja de sorprender que este tipo de casos sigan dándose y descubriéndose. ¿Hasta cuándo los menores van a estar desprotegidos? ¿Hasta cuándo van a continuar siendo protagonistas de la desarticulación de tramas y redes de explotación? Y lo que es peor… ¿cuál es el tratamiento que deberán llevar a cabo todos ellos para que esto no les afecte de por vida? ¿Por qué esta falta de respeto a los menores? Como sociedad debemos hacérnoslo mirar. Por el bien de los que estamos y el de los que están por venir.
Es inquietante la poca repercusión de estas noticias, no es ningún escándalo, parece que está asumido o aceptado… Donde quieras mirar hay casos recientes ¿y…? NADA.
Gracias a las policías y guardia civil por desarticular estas redes.