Hacía tiempo que la concesión de un premio Nobel de la Paz no me parecía tan justo y merecido. Al concedérselo a María Corina Machado el jurado ha galardonado la paz, la concordia, el coraje, la dignidad y la valentía en los tiempos recios que viven los venezolanos desde hace demasiado tiempo.
Tuve el honor de entrevistar hace 10 años en Caracas a María Corina Machado junto a mis amigos Miguel Toral, Jorge Benezra y Santi Trancho para Cuatro. La imagen que ilustra este texto es de ese día. Me encontré a una mujer muy inspiradora, preparada, con las ideas muy claras, una resistente que desbordaba coherencia. La he seguido y no es frecuente encontrar a un político que no deje de pisar el territorio, por comanche que se ponga, y que pese a la represión brutal de su gobierno nunca haya querido renunciar a la lucha institucional y pacífica contra el dictador.
La palabra de María Corina es dulce, serena y de una firmeza rocosa, valiente
El Comité que concede el Nobel ha destacado una idea que en el mundo de hoy resulta hasta revolucionaria: que la libertad no se pide. Se lucha por ella, con el torrente de energía que solo disfruta el que no está dispuesto a rendirse bajo ninguna presión, sin emplear la violencia, solo con las ideas y las palabras.
Echo mano de Blas de Otero: “Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra”.
La palabra de María Corina es dulce, serena y de una firmeza rocosa, valiente. Me consta que además de perseguirla y acosarla desde los gobiernos bolivarianos, trataron de comprarla y le ofrecieron con entusiasmo legiones de violentos para liarla y acabar con ella. María Corina solo quería la palabra y las ideas, ahí estaba su fuerza arrolladora. El Comité que concede el Nobel le galardona “por su incansable labor en la promoción de los derechos democráticos del pueblo venezolano y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
Me imagino la cara que se les habrá quedado a Sánchez y Rodríguez Zapatero
Hubo quien desde el entorno del puto amo del socialismo en España lanzó el bulo de que igual le daban el Nobel a Sánchez o a José Luis Rodríguez Zapatero. Me imagino la cara que se les habrá quedado a ambos y a los patrocinadores de esa patraña.
El Nobel a María Corina Machado premia a una persona y a una idea nuclear: que se puede combatir a las dictaduras sin emplear la violencia, en paz, junto a los ciudadanos, mirando de frente al mal con los pies en la tierra.
El chavismo no se imaginaba hasta dónde era capaz de llegar esta mujer formidable
María Corina ha llorado mucho por sus compatriotas asesinados y torturados en el fantasmal helicoide en el que nuestro bolivariano Juan Carlos Monedero daba charlas en la planta baja mientras en los sótanos reventaban a los opositores. Podía haberse dedicado a dividir a los venezolanos, pero ella hace lo contrario, trabajar para unirles, tratar de convencerles con las palabras y su ejemplo de que es posible acabar con la dictadura sin disparar un tiro y sin torturar a nadie.
Recuerdo la cita con María Corina como si hubiera sido ayer. Me impresionaron su inmensa su mirada limpia, su voz serena y firme, su altura moral, su humildad, su dignidad y su fortaleza. Tuve claro que no iban a poder con ella, que el chavismo no se imaginaba hasta dónde era capaz de llegar esta mujer formidable.
Pablo Iglesias, admirador de las dictaduras bolivarianas: “Se lo podían haber dado a Hitler”. No se puede ser más miserable
Pablo Iglesias, el lider podemita admirador y colaborador de todas las dictaduras bolivarianas, reaccionó a la concesión del Nobel a María Corina con estas palabras: “Se lo podían haber dado a Hitler”. No se puede ser más miserable que este tipejo.
Doy gracias a mi oficio por haberme permitido conocer a María Corina. Que suerte he tenido. Ella ya ha dicho que este premio es un galardón no para ella sino para todo el pueblo venezolano. No le falta razón, pero María Corina es ya más que una líder política en Venezuela, es un símbolo de resistencia para todos los que padecen una dictadura.
Una vez que Suecia le ha concedido el Nobel estaría ben que Europa, la vieja Europa tan gastada, reconociera la legitimidad de Edmundo González como presidente electo de Venezuela y dedicara con interés todos los recursos diplomáticos de que dispone para ayudar y proteger a María Corina y a sus seguidores en su lucha contra el tirano. Y que, de paso, reprendiera al ex presidente Rodríguez Zapatero por su labor de zascandil del dictador. O sea, que Europa se ponga de una vez muy seria en la defensa del estado de Derecho, de los derechos humanos y en contra de una dictadura atroz. Cuanto tienen que aprender tantos políticos en Europa de María Corina.