El magistrado Manuel Marchena ha dejado la presidencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, y creo que le vamos a echar de menos. Marchena es un jurista de prestigio bien ganado. Ha presidido la Sala Segunda en unos años oscuros y difíciles. Ha acreditado su capacidad como jurista, su sentido del deber y su independencia inquebrantable.
En unos años en los que el Poder Judicial estaba controlado y manejado por los políticos, Marchena no aceptó entrar en ese juego ni aun cuando PP y PSOE le proponían para presidir el Consejo General del Poder Judicial como candidato de consenso. Marchena es un jurista vocacional bien formado, y presidir la Sala Segunda era para él un honor y una responsabilidad máxima.
Marchena, un hombre de leyes y de ley
Algo le he tratado. Da gusto escucharle hablar de la Justicia y de la vida. Y, siempre percibí en él el olor de la conciencia limpia. Siempre buscó tejer sentencias por unanimidad de la Sala. Siempre decía que no podía concebir el ejercicio de la función jurisdiccional como un instrumento al servicio de una u otra opción política para controlar el desenlace de un proceso penal.
El sanchismo le tenía por un enemigo. A quien le acusaba de ser un tipo de derechas que favorecía a la derecha en sus decisiones y perjudicaba a la izquierda le enviaba copia de todas las resoluciones firmadas por él. Su lectura acreditaba que siempre dictó resoluciones en función de los hechos probados y de que son mayoría las sentencias dictadas con la unanimidad de la Sala.
Y como además de un jurista de prestigio formidable era un demócrata convencido, llevó a cabo una transparente política de comunicación de los asuntos de la Sala Segunda. Fue él quien se empeñó y convenció a sus compañeros de que el juicio del procés catalán se retransmitiera íntegro y en tiempo real.
Hay una batalla política en el CGPJ por nombrar a su sucesor o sucesora. Hay coincidencia general en que por méritos profesionales debiera ser Andrés Martínez Arrieta, pero Margarita Robles batalla para que Sea Ana Ferrer. A quien termine ocupando la presidencia solo le recomendaría que siguiera, si puede, el ejemplo de Marchena. Un hombre de leyes, un hombre de ley. No nos sobran en nuestra judicatura.