Según el INE en 2019 se producían en España 10 suicidios al día. Existían intentos de suicidio cada 7,5 minutos. Pero en 2020 estos números han crecido escandalosamente y son muchos los que se recogen en jóvenes, adolescentes y niños. ¿Las razones de este crecimiento? Dicen los expertos que los comportamientos graves en menores aumentaron debido al confinamiento, las restricciones y la poca sociabilización física. Pues se achaca que el uso de las redes sociales ha incrementado el individualismo y la falta de contacto. Todo esto ha supuesto un caldo de cultivo que ha propiciado que los servicios de salud mental se hayan saturado con casos de menores. Más autolesiones, más ansiedad y un mayor número también de trastornos alimenticios.
En su obra «El suicidio», Durkheim decía que: «el suicidio varía en proporción inversa al grado de integración de los grupos sociales a los que pertenece el individuo». En los jóvenes, las redes sociales, la falta de contacto físico, las restricciones… han podido propiciar ese sentimiento de exclusión que podría estar atacando a la adaptación de los más jóvenes en la sociedad en la que viven. La pandemia por coronavirus ha alterado todo. Y puede que los trastornos en la salud mental sea la siguiente pandemia. Una pandemia silenciosa que poco a poco acaba con la vida y se mueve entre el miedo a lo que dirán los demás y la falta de conciencia colectiva sobre el grado de importancia que tiene la salud mental en nosotros mismos y nuestro entorno.
Suicidios de jóvenes que sufren por la pandemia
Según el Observatorio del Suicidio en Baleares: «los niños y los jóvenes están sufriendo mucho por la pandemia». Y destacan también que: «ha bajado la edad a la que se producen las tentativas de suicidio. Si antes se producía a partir de los 14 años, ahora la edad se sitúa en torno a los 7-8 años». Solo en Baleares hubo en 2020 mas de 120 ingresos. Las cifras y los registros no engañan. Tenemos un grave problema.
En otras regiones como el País Vasco o la Comunidad Valenciana también ha sido escandaloso el número de jóvenes afectados. Los avisos diarios tanto en provincias como Valencia o Vizcaya, tuvieron picos alarmantes en abril de 2020.
¿Cómo ponerle solución? Contra la pandemia no podemos hacer nada. Tampoco contra las restricciones. Pero sí podemos hacer algo al respecto de nuestra salud mental y la de nuestro propio entorno, para que no afecte tan negativamente. Lo primero, hablar de ella como si no fuera un tabú. Si tenemos una molestia y acudimos al médico, ¿por qué no hablar abiertamente de que la dolencia está en nuestra cabeza?
Hablar de salud mental está ganando fuerza, y éste sería el primer paso. El segundo es observar. Previo a una acción suicida pueden aparecer ciertas señales de descuido, de abandono. Comentarios por parte del dolente que dejan entrever mucha falta de autoestima, de decadencia sobre lo que se hace: «no valgo para nada», «estaríais mejor sin mí». Aunque en adolescentes la intromisión gana fuerza y cuesta que se expresen.
Atreverse a ponerle solución sería el tercer paso, el paso clave. Y aquí los expertos coinciden en que detectar las señales que pueden dejar entrever un problema en la salud mental no solo de los niños, sino también de los adolescentes y de los adutos, podría ayudar a atajar el problema o a buscar una solución antes de que sea demasiado tarde. Aprender a validar emociones, compartirlas y concienciarnos de que todas tienen que estar, supondrá un gran salto. Y compartir este mismo comportamiento con los niños y los jóvenes. Entender que han de expresarse y comunicarse con los que tienen alrededor, sin ridiculizar ni menospreciar que aquello que están sintiendo es perfectamente válido. Y puede ser fatal si no se le pone remedio a tiempo.