LA SEXTA PRÓRROGA DE SÁNCHEZ

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le da vueltas estos días a cómo poder sacar adelante la sexta prórroga del estado de alarma. Ese es su deseo, pero claro, ahora es consciente de que contar con el apoyo del PNV y Ciudadanos tras el pacto con Bildu va a ser más que complicado. Y el PNV, con inmenso cabreo por el pacto con Bildu en plena precampaña ya de las autonómicas del 12 de julio, se lo va a poner caro, y los nacionalistas vascos son quienes ejercen de bisagra para Sánchez entre las posibles mayorías simples para sacar la prórroga, con Ciudadanos o con Esquerra y Bildu.

El presidente del Gobierno ya le ha hecho saber al lehendakari Iñigo Urkullu que estaría dispuesto si es necesario a sacar al País Vasco del estado de alarma para contar con su voto, ya que a pesar de los positivos números de los últimos días, el Gobierno considera que la pandemia sigue ahí y va a tener que pedir una prórroga antes de que finalice el plazo del actual estado de alarma en vigor, el próximo 7 de junio.

Sánchez se mueve en la cuerda floja. La estrategia surrealista de culpar al PP de su acuerdo con Bildu ha producido sonrojo incluso en las propias filas socialistas. Y no digamos la intervención de José Bono, en La Sexta Noche del sábado diciendo que Sánchez no sabía nada del acuerdo con Bildu y se lo encontró por sorpresa. Una afirmación que es rotundamente falsa.

Otra prórroga más del Estado de Alarma

Fuentes de presidencia me explicaron que es Pablo Iglesias quien cerró el acuerdo con Arnaldo Otegui, con quien mantiene una estrecha relación política y de amistad personal. Y Sánchez lo aceptó, y a partir de ahí corrieron las ordenes hacia abajo para que Adriana Lastra por el PSOE y Pablo Echenique Robba por Unidas Podemos, firmaran el pacto con la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurúa.

Quienes no sabían nada y se enteraron en plena sesión parlamentaria al anunciarlo Sánchez fueron la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. La relación de ambas con Sánchez ha quedado deteriorada. Calviño le ha advertido a Sánchez en público y en privado que España va a tener que acudir a Europa a pedir dinero y este pacto va a perjudicar enormemente los intereses españoles en la Unión. Incluso hay quienes viendo lo que estamos viviendo ahora, recuerdan el distanciamiento de Pedro Solbes de José Luis Rodríguez Zapatero, que terminó con el cese de Solbes, sustituido por Elena Salgado, y consideran que “Sánchez no va a romper con Unidas Podemos y antes dejará caer a Calviño que romper con Pablo Iglesias”.

En Ciudadanos hay también división de opiniones. Existe, según fuentes de la dirección, “una corriente mayoritaria entre los dirigentes y militantes del partido en que el camino de centrar al partido y alejarlo del PP. es el correcto”. Aunque no despejarán hasta el último momento la incertidumbre de apoyar o no una sexta prórroga del estado de alarma y le pedirán a Sánchez contrapartidas en un acuerdo por escrito. Y a a ver si se niega a hacerlo cuando sí lo hizo con Bildu”.

Así está la política, mientras los ciudadanos van avanzando en el desfase de las fases de desescalada, y la economía comienza a funcionar lentamente de nuevo, aunque con un horizonte aún muy oscuro. Pero Sánchez se mostró exultante en su sabatina última. Anunció la reapertura del turismo, la prestación del ingreso mínimo vital y la autorización para que se reanuden la Liga de fútbol. Un ejercicio de pan y circo para tratar de suavizar el cabreo generalizado de los españoles, que se está mostrando en las manifestaciones y caceroladas diarias iniciadas en Madrid que ya se han extendido por toda España.