Tirando de eufemismos, la prostitución siempre se ha considerado «el oficio más antiguo del mundo». Según muchos analistas quizá por antigüedad, ese título habría que otorgárselo al de matrona. Pero es verdad que la historia ha querido que a las trabajadoras de la calle se les considere como una de las profesiones más antiguas. Personas que venden su cuerpo a cambio de dinero.
La prostitución ha estado presente a lo largo de los siglos en todas las sociedades y de manera más o menos comedida. Digamos que de un modo más o menos aceptado pero presente. Al fin y al cabo, lo que sufraga la prostitución es el deseo y el sexo en cualquier momento y lugar a cambio de una contraprestación económica o incluso del trueque. Y muestra de ello son las propias religiones en las que siempre se guardaba un pequeño papel para las llamadas «diosas del sexo». E incluso los escritos indican que en lugares como Sumeria, el sexo era vivido y practicado con desinhibición. Allí existieron prostitutas de diferentes niveles y escalafones cuyo objetivo era solventar las necesidades sexuales de la población a la que se dirigían.
La prostitución también ha estado siempre presente en el lenguaje. Conllevando connotaciones racistas, clasistas e incluso sexistas. Es un tema que deja entrever el posicionamiento político e ideológico de quien se atreve a decir si está o no a favor de la prostitución. Hoy la prostitución sigue estando presente en nuestra sociedad como se puede ver en algunas calles. Igualmente se percibe en algunos locales de carretera. Y tristemente existe también en los menores, sobre todo en países del sudeste asiático donde muchas niñas son reclutadas para practicarla. En el otro lado del planeta y en países como México, según la web criminalistica.mx, sucede que “en algunas calles de México D.F. 50 pesos son suficientes para comprar doce latas de cerveza, tres tortas y el cuerpo de una niña de 16 años”.
¿Debe ser legal la prostitución?
La regulación normativa de la prostitución en el mundo no está hecha de manera similar. Países como Holanda, Alemania, Suiza, Austria, Luxemburgo, Bélgica, Grecia, Turquía, Nueva Zelanda, el estado norteamericano de Nevada y algunos otros estados de Australia, la prostitución está regulada y es legal. En Portugal, España o Italia no tiene regulación. En España por ejemplo, pese a no estar regulada la prostitución por una ley concreta, sí se consideran ilegales otras actividades relacionadas como es el proxenetismo. Asimismo, su consumo sí está sancionado administrativamente cuando se solicite o sea practicado en zonas de tránsito público. Zonas como esos lugares que sean frecuentados por menores de edad (parques, colegios…).
Pero también en zonas donde se pueda poner en peligro la seguridad vial o la integridad del tráfico (Ley de Seguridad Ciudadana). Y más que un dilema o una cuestión económica por las multas que puede implicar dichas infracciones, al cuestionarse si debe o no debe ser legal la prostitución, se tocan también aspectos morales: ¿son esclavas las prostitutas?
En 2018 la anterior ministra de Sanidad M.ª Luisa Carcedo, afirmó a una agencia de noticias que regular la prostitución en España y regularizar por tanto esta actividad, sería como: “plantearse regular también la esclavitud. Se trata de cuestiones que están fuera de los límites que se pueden llegar a tolerar como derechos humanos y la dignidad de las personas”. Y asemejó la prostitución a la “trata de mujeres semiesclavizadas”.
Ocurre también que la situación legal de la prostitución en muchos países del mundo es realmente incierta. En lugares como El Salvador, la situación legal de las trabajadoras sexuales no está regulada en ningún tipo de normativa laboral. Sin embargo la propia actividad no es penalizada en el Código Penal del país, en el que se estima que más de 50 mil mujeres se dedican a ello. Alguna de ellas por cierto, en declaraciones a los medios de comunicación, han afirmado alguna vez que se dedican no solo a vender su cuerpo sino a “ofrecer ilusiones a sus clientes”.
Mafias dedicadas al tráfico de personas
Lo que es innegable es la estrecha relación que existe entre la prostitución y el tráfico de personas. Alrededor del mundo e incluso más cerca de nosotros de lo que podríamos pensar y esperar, existen mafias dedicadas a comprar y vender personas. En la mayoría de los casos, mujeres a las que ofrecen un futuro prometedor a cambio de un trabajo que consiste en practicar sexo a cambio de dinero. Un dinero que siempre van a deber a sus proxenetas.
Algunas prostitutas hoy llegaron engañadas a la calle. Y se encuentran en su día a día atrapadas por un sueño que no llegan a alcanzar nunca porque desconocen la deuda a la que se enfrentan. Y porque no saben cuándo van a poder liberarse de aquello que las tiene atrapadas día tras día. Prostitutas por placer, por decisión propia y por amor a su trabajo seguro que también hay. En países en los que puede hablarse abiertamente de la práctica de la prostitución y en los que esta actividad sí está perfectamente regulada, quienes se dedican a ello declaran hacerlo porque es tomado como un trabajo más.
A día de hoy sigue suponiendo un dilema no solo político, sino ético, plantearse siquiera legalizar la prostitución. Porque esta práctica lleva aparejada la necesidad de marcar lo que para unos es digno y para otros es con todo, indigno. Recordemos que estamos hablando de personas. Y mientras éstas lo practiquen de manera consciente y permitida, irá bien. Lo que no puede ser de recibo es que se obligue, se trafique, amenace o chantajee poniendo por delante el compromiso de un sueño que no llega.