LA DEBACLE GALLEGA DE LA IZQUIERDA

Desde que Pedro Sánchez se hizo con el control del socialismo el PSOE es una máquina de perder elecciones. En las autonómicas gallegas del domingo el batacazo fue de órdago, lo mismo que el de Yolanda Díaz y no digamos Podemos. El espacio electoral del PSOE está siendo ocupado por sus infumables socios de Gobierno.

El PSOE planteó la campaña como una suerte de plebiscito sobre el liderazgo de Feijoo en el PP y los populares, pese a algunos errores graves en la campaña, volvió a arrasar y por quinta vez revalidó la mayoría absoluta. Y consciente de la realidad, Sánchez se abrazó al BNG como única esperanza no de ganar las elecciones, sino de poderle quitar el gobierno al PP. Pero Sánchez, que ya tiene el récord de los peores resultados históricos del PSOE en elecciones generales en 2015 y 2016, sigue ahí, coleccionando derrotas pero en el Gobierno con su muro levantado como la muralla de los Quilapayún, que solo abre a los nacionalistas, secesionistas y comunistas.

El Bloque Nacionalista Gallego subió notablemente, pero estuvo lejos de la victoria, que en las encuestas solo le otorgaba el CIS de Tezanos y Sánchez. El PSOE en el País Vasco y Galicia se ha convertido en comparsa del nacionalismo y podría terminar siéndolo en Cataluña.


Debacle gallega que hará subir los nacionalismos

La subida del nacionalismo gallego permite aventurar que en las próximas generales los nacionalismos seguirán creciendo porque los votantes nacionalistas y secesionistas saben que por ahí tienen a Sánchez cogido por los huevos. Tras la debacle gallega Puigdemont debe estar frotándose las manos y preparando nuevas exigencias en sus negociaciones para la amnistía. Tras esta debacle el apoyo de la recua de partidos independentistas y secesionistas va a subir notablemente de precio, y ya sabemos que Sánchez paga lo que sea para permanecer en el poder. Como escribió mi amigo Arturo Pérez Reverte, lo malo es que Sánchez vende a su madre pero entrega a la nuestra.

Y qué decir de Sumar, el engendro de la vicepresidenta chupiguay, que ha obtenido en su Galicia natal, por donde paseaba como una reinona, 0 de 75 escaños. Recogió más pelets en la playa en la fotito con Errejón que votos en las urnas, que ya es decir. Un fracaso chulísimo de Yoli, que anda ahora desaparecida.

Es arriesgado pronosticar que, en las elecciones europeas, que son las próximas, el PSOE sufrirá otra debacle porque son unas elecciones con circunscripción única y en las generales es clave la distribución por provincias con la Ley D´Hondt. En las autonómicas vascas, donde se prevé una victoria del PNV con Bildu muy cerca, veremos que hace Sánchez. El que gane dependerá del voto del PSOE para formar gobierno. No está claro que vaya a dárselo a Bildu, como parecía hasta hace muy poco. Visto el panorama es probable que apoye al PNV, con lo que el precio de Bildu al Gobierno de España también subirá de precio.


El PSOE pierde la mayoría del poder autonómico

El PSOE ha perdido la mayoría del poder autonómico. Perdieron en Madrid, Andalucía, Aragón, Baleares, Rioja, Extremadura y Valencia. Ahora en Galicia. Solo gobierna 10 de las 52 capitales de provincia. No sabemos cuánto va a durar el Gobierno de Sánchez pero le vienen malos tiempos en las urnas próximas porque se hace difícil pensar que pueda mantener el poder en una España tan cabreada. Por perder el PSOE ha perdido hasta la caseta de la Feria de Sevilla por no presentar la documentación a tiempo.

Pero el PP de Feijóo no debería confiarse, aunque tenga el viento a favor. En esta España nuestra el rollo de “que vienen los fascistas” suele funcionar. Para poder gobernar, el PP tiene que representar a un espectro muy amplio que va más allá de su militancia. Ha de ofrecer un verdadero proyecto de regeneración democrática amplia y profunda. Y ha de ser capaz de llevar a Vox a su terreno.

Feijóo ha renovado su liderazgo y la victoria en Galicia atemperará los líos internos. Ayuso y Juanma Moreno deberán seguir donde están. Y en el PSOE García Page no abrirá la boca, porque Sánchez tiene anestesiado el partido, y lo lleva con paso firme a una posible desaparición. Pueden mirarse en el espejo del Partido Socialista Italiano. Que ya saben como murió. Y con su líder, Craxi, enterrado en Túnez. Sánchez si muriera, Dios no lo quiera, igual se enterraba en Marruecos.


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