No es frecuente que la Justicia suspenda durante cinco años una pena de prisión por motivos de salud, como ha ocurrido en la Audiencia de Sevilla con el ex presidente socialista andaluz José Antonio Griñán, condenado a 6 años por el latrocinio de los ERE. No tendrá que ingresar en la cárcel hasta 2028 debido a que padece un cáncer de próstata.
Vaya por delante que la decisión judicial me ha alegrado, y me parece correcta. Únicamente me ha sorprendido, porque en las prisiones españolas hay 2.000 presos con cáncer de próstata, cumpliendo condena. Y otros cientos con diferentes enfermedades graves que no reciben el mismo trato que Griñán, y eso me resulta inadmisible. Su supone que todos somos iguales ante la ley.
Soy consciente de que desgraciadamente las prisiones no le interesan a nadie, y tampoco lo que sucede en su interior. Y debiera, porque en las prisiones hay seres humanos que han sido condenados a estar privados de libertad, pero no del resto de sus derechos y de su dignidad.
En buena parte de las prisiones españolas no hay médico. Solo alguna enfermera. Sé de una prisión madrileña en la que la dirección les dice a los reclusos que si se ponen malos, mejor por la mañana a primera hora para que haya tiempo si es necesario de llamar sin prisas a una ambulancia. Como lo leen.
Ojalá el precedente de Griñán sirva para que aquellos que padecen enfermedades graves puedan eludir la prisión para recibir el tratamiento adecuado. Lo que no es de recibo es la diferencia de trato. Supongo y espero que van a llover las peticiones de libertad de presos con cáncer de próstata. Muchos de ellos en situación más grave que la de Griñán, que llevan años encerrados.
Mis mejores deseos sinceros a Griñán para que se pueda curar del cáncer y tener larga vida. Y mis mejores deseos para esos 2.000 presos con cáncer de próstata que siguen encerrados, y ahora indignados por la diferencia de trato.
Y Ademas…
- Juan Alberto Belloch, biministro de Interior y Justicia con Felipe González, en entrevista a Javier Chicote en ABC, cuenta sin despeinarse como le entregó, en su despacho del Ministerio, 300 millones de pesetas, en una bolsa de cuero, al abogado Manuel Cobo del Rosal, para que se los entregara a su cliente Francisco Paesa para que facilitara información y poder tenderle una trampa a Luis Roldán, entonces director general de la Guardia Civil fugado de España. Y tiene el cuajo de añadir en tono exculpatorio: “El dinero no se lo di yo a Paesa, sino de este modo y con un micro oculto en una escultura”. Ya había contado Belloch en otra entrevista que su Gobierno se planteó asesinar a Roldán y que él se opuso. Da miedo pensar en ese Gobierno de González, en el que se repartía el dinero de los fondos reservados, dinero público, con esa alegría, y se planteaban asesinatos. Recuerden que una parte del dinero de los Fondos Reservados se la llevaban altos cargos a su casa. Y sí, la mano derecha de Belloch en ese biministerio era la actual ministra de Defensa, Margarita Robles. Y la mano izquierda era María Teresa Fernández de la Vega, hasta hace muy poco presidenta del Consejo de Estado. Así está el Estado.