Hace algún tiempo Tamara Falcó y la revista Hola firmaron un acuerdo citado por muchos como histórico. La exclusiva por la boda de la marquesa que tendría lugar en Madrid el 8 de julio. Valorada en 1 millón de euros. El contrato seguramente tendría muchísimas cláusulas. Entre los requisitos que se pidió a los asistentes al enlace se encontraba el de no llevar smartphones que pudieran dejar inmortalizado el momento y supusieran un riesgo a la hora de desvelar los secretos de la boda y que los invitados lo compartieran en la red.
La exclusiva ha pretendido ser eso mismo y ofrecer a los lectores de la revista imágenes inéditas tanto del evento en sí como del vestido y el atuendo de los novios. En la revista, que ha tenido acceso a todo lo que ha ocurrido el fin de semana y al enlace que se ha celebrado en la Finca El Rincón, a las afueras de Madrid, ha adelantado dos días su salida a la venta. En el extenso reportaje dedicado a la boda de Tamara Falcó se incluyen además extractos de los discursos pronunciados así como entrevistas a la novia y a la madre de la novia.
Algunos Kioskeros y vendedores de prensa por toda España tenían números reservados para los clientes que no querían perderse la publicación. La expectación había estado siendo máxima. Sobre todo, tras los vaivenes que sufrió la relación entre los novios y el ruido mediático producido entre ambos. Era la boda del año y la revista Hola tenía la exclusiva.
Sin embargo, el peligro estaba ahí fuera. La Asociación de Medios de Información (AMI) en un comunicado de prensa ha denunciado que la revista ha sufrido “la mayor acción de piratería de la historia de la prensa en nuestro país”. El contenido por el que Hola pagó un millón de euros a los contrayentes habría podido llegar a mucha más gente de la esperada a través de mensajes de WhatsApp. Se compartió el pdf de la revista exponiendo el contenido íntegro a miles de millones de lectores que no habían comprado la publicación. Se ha pirateado la exclusiva. Y lo que pretendía ser algo único ha sido compartido y reenviado más veces de las esperadas a través de la mensajería móvil.
AMI pide responsabilidades a todas aquellas personas que, como expone, están practicando pirateo. Y recuerda que la piratería es un “delito contra la propiedad intelectual que lleva aparejadas penas de cárcel de entre seis meses a cuatro años”. Y solicita a Meta, empresa propietaria de WhatsApp, “un comportamiento responsable”. Además le solicita que detenga de manera inmediata “la distribución ilegítima de contenidos editoriales y ponga los medios necesarios para evitar que estas conductas se reproduzcan en el futuro”.
La revista Hola estudia acciones legales contra Meta. Quiere alegar que se están violando sus derechos de propiedad intelectual tras lo ocurrido con el pdf de la boda de Tamara Falcó. Eso si, los expertos avisan que tiene pocas probabilidades de ganar. La revista agotó su primera edición en tiempo récord. Ha sufrido un acto de piratería al que ya llevan tiempo acostumbrados escritores, artistas, músicos debido a lo rápido que se pueden llegar a viralizar los contenidos en Internet y a lo fácil que es copiar y piratear. El acto de piratería sufrido por la revista Hola también registró cifras de récord.
La aplicación WhatsApp, cuna del pirateo
No es el primer caso que pone a la plataforma WhatsApp en el punto de mira. Hace tres años, la película india “Radhe: Your Most Wanted Bhai” tuvo que retrasar su salida a la pantalla debido a la pandemia, pero el contenido se distribuyó ilegalmente a través de miles de millones de teléfonos gracias a WhatsApp y Telegram. La productora denunció y la policía investigó. A día de hoy hay varios acusados de distribuir la película a través de las redes sociales y otras plataformas de la red. Además de varios números de teléfonos que han sido acusados como responsables de la descarga.
¿Por qué ocurre esto? Básicamente porque los derechos de autor no significan lo mismo para autores que para consumidores. Porque no existen límites o el Derecho de la propiedad intelectual no los ha sabido marcar correctamente. Y debido a la proliferación de plataformas de mensajería, las mismas redes sociales o el auge de Internet, lo que antes se sabía incorrecto, ahora se diluye en el tiempo y en la forma porque los mensajes se viralizan más rápido que antes y es más sencillo no cumplir la ley.
Es difícil también lograr rastrear desde dónde y hasta dónde llega un mensaje a través de WhatsApp o Telegram. Son muchos usuarios los que usan estas plataformas. Y, en el caso de WhatsApp, por ejemplo, los contenidos y mensajes están cifrados. Es difícil rastrear a cuánta gente y a qué usuarios les ha podido llegar un contenido en concreto. Esto es trasladable a cualquier otro mensaje, documento o pieza que esté sujeto a derechos de autor. Lo mismo ocurre con otras plataformas como Telegram, donde el cifrado impide el rastreo. No así en redes como Facebook o Facebook Messenger, que al no estar cifradas sí permite rastrear usuarios y contenidos compartidos.
A la hora de empezar a utilizar plataformas como WhatsApp, el usuario puede leer en el apartado de condiciones de uso un aviso que indica que se desactivará o se eliminarán todas las cuentas que cometan infracciones de derechos de autor. A día de hoy, no se conocen muchos casos desactivados. Los mensajes siguen circulando y los contenidos (autorizados o no) compartiéndose a diestro y siniestro. Sencillamente ocurre que estamos construyendo entre todos un Goliat que va a ser complicado destruir.