Ha ocurrido en Mallorca. Una madre ha sido detenida, acusada de subir a la red vídeos de contenido sexual de su propio hijo. La detención se produce en el marco de la operación «Heimdall». La Policía Nacional ha identificado a cerca de una treintena de menores en riesgo que aparecían en vídeos y fotografías de carácter pornográfico. Algunos menores se grababan a sí mismos para compartir el contenido a través de las redes sociales.
Las investigaciones al parecer se iniciaron en 2020 siguiendo el protocolo habitual para la detección de menores en situación de riesgo o que hayan sido víctimas de abuso sexual. Tal y como comunicó la Policía Nacional, recibieron alerta de que uno de los menores podría encontrarse en algún punto de España. Así, tras una investigación de fuentes abiertas (al no poder localizar con exactitud la IP desde la que se producían todos los intercambios), dieron con la localización precisa del menor. En el registro del domicilio encontraron el smartphone de la madre. También el equipo informático, en el que se detectaron varios contenidos pedófilos del niño.
Dentro de las mismas investigaciones, a través de Europol, otros dos menores de origen canadiense, de 10 y 17 años denunciaron ser víctimas de «grooming». Las investigaciones dieron con la localización exacta del varón que residía en Marbella. Se había dedicado a extorsionar a varios menores a los que obligaba a exhibirse en contra de su voluntad.
El grooming, para quienes no estén puestos en la materia, es una práctica delictiva. Podría sustituirse con otros términos más castellanos como “engaño”, “engatusamiento”. Ninguno de ellos menos despreciable que el anterior. Consiste en el acoso y abuso sexual (online) practicado por un adulto y por lo general a un menor con el objetivo de ganarse poco a poco su confianza para, finalmente, conseguir involucrarle en una actividad sexual. Las redes sociales e Internet en general es un caldo de cultivo perfecto porque muchos adultos se valen del anonimato para engañar y llevar a cabo su extorsión. Afecta también la falta de cultura en el uso de las redes en internet. Falta educación para poder estar más alerta de lo que actualmente estamos.
Lamentable la práctica del grooming y la pornografía en las familias
Quizá la falta de madurez de los jóvenes en el uso de las redes sociales o la falta de conciencia nos lleva a pensar que navegar o vivir pegados a Internet no entraña riesgos porque no es del todo real, pero la realidad demuestra otra cosa. Y es que internet puede ser tan peligroso como conducir un vehículo en plena autopista sin haber manejado en la vida un volante.
Por si ha pasado desapercibido entre términos anglosajones y operaciones de nombres imposibles, encabeza este artículo el lamentable caso de una madre que ha expuesto a su hijo a contenidos de índole sexual. Alguien que tiene como función la protección y cuidado, le ha abierto en canal una herida que ya va a ser irreparable. El daño ya está hecho.
En el caso de la madre de Mallorca, no le hizo falta hacer grooming. Era su propio hijo el protagonista de sus vídeos y de sus fotografías. ¿Cuánta confianza más tuvo que demostrar la mujer al mejor para que se dejase hacer una foto comprometida? Desde aquí denunciamos lo de siempre. Si los que nos tienen que proteger desoyen sus obligaciones y se dirigen al acantilado sin mirar hacia abajo calibrando el daño que hacen y provocan, ¿qué podemos esperar entonces?
La madre no necesitó hacer «grooming» a su hijo porque no creemos que haya tenido que engañarle ni engatusarle. Todo se producía de puertas para adentro de una casa que un día dejó de ser hogar para pasar a ser la cueva de los horrores. El menor no contradijo ni se manifestó porque quien le sacaba las instantáneas era precisamente quién debió procurar su cuidado y alimento desde que nació. ¿No es lamentable?