FAKE NEWS: LA VERDAD O MENTIRA EN INTERNET

Desde que el mundo online es como lo conocemos hoy y desde que las noticias circulan más deprisa por Internet que por el propio mundo que vemos y tocamos, se hace necesario que se regule todo lo que se produce, consume y difunde a través de la red.  De nada sirve que las leyes sobre protección de datos o propiedad intelectual que van y vienen a lo largo de todos los países del mundo, incluyan una mera mención a lo que ocurre en el universo online.

Tampoco sirve que se regule el comercio online a medias. O que se haga a medias todo lo que se hace y que tiene que ver con la red. Porque, queramos o no, lo que pasa detrás de la pantalla y a una velocidad que nos costaría asimilar, puede llegar a ser casi tan real como lo que sucede delante de nuestros ojos. 

Por eso, las noticias e informaciones falsas, esos rumores que contados cien veces acaban siendo realidad, deberían estar penadas. Si se siguen dejando crecer, brotará todo aquello que no queremos. Emergerá una nueva realidad paralela a la realidad de verdad que se cuenta por Internet. Y una mentira, viralizada y contada una sola vez a miles de millones de personas, para algunos acabará siendo de verdad. Y eso es precisamente lo que debe evitarse. 


Primera condena en España por fake news

Ojalá pudieran ponerse muchos ejemplos pero a día de hoy se cuentan con los dedos de una mano. De hecho, en España se ha condenado por primera vez una fake news (noticia falsa). Se ha hecho desde la Audiencia de Barcelona. Se ha castigado con 15 meses de cárcel y una multa de 1.620 euros a un tuitero, que resultaba ser Guardia Civil de profesión. ¿ Por qué? Pues porque difundió a través de su perfil noticias falsas acerca de menores no acompañados.

El autor de la fake news no tendrá que ingresar en prisión. Eso sí, deberá hacer un curso de reeducación y su pena queda suspendida a condición de que no vuelva a delinquir. En resumen, una pena simple, facilona y que puede marcar un antes y un después para todos los autores de noticias falsas. Más por el hecho de que van a quedar marcados que por la pena en sí. 

El tuitero condenado difundió un vídeo falso en el que aparecía un niño y que aseguraba que se trataba de un menor no acompañado cuando en realidad se trataba de un vídeo en el que, efectivamente aparecía una agresión a niño, pero en las calles de China. El tuitero atribuía los hechos a los menores no acompañados de Canet de Mar aludiendo a las agresiones que se visualizan en el vídeo. En su “defensa” ha declarado que lo hizo, que mintió y que atribuyó las agresiones a menores que no estaban haciendo lo que decía que hacían, “movido por su animadversión y rechazo a los inmigrantes extranjeros de origen marroquí”. Tal cual. 


Noticias falsas movidas por el odio

Y cabe preguntarse cuánto periodista ciudadano se cree en la condición de actuar de altavoz en sus perfiles de las redes sociales. Movido por el odio, la animadversión o lo que quiera que le mueva, difundiendo mentiras que al final acaban convirtiéndose en una verdad a medias. Una verdad que no se comprueba, ni se contrasta y que en ocasiones son los medios de comunicación masivos los que se hacen eco y siguen dando voz a algo que no existe en realidad. 

La economía de los tiempos hace que no se comprueben las fuentes y se tome como bueno lo que cuenta un tuitero, un instagramer o un usuario pro de YouTube. Total, si hace ruido es porque algo de verdad tendrá. Y se impulsa lo que no es y se da rienda suelta a las verdades a medias que suelen hacer más daño que otra cosa. 

La sentencia en la que se condena a este tuitero, expone que difundió este vídeo “con manifiesto desprecio a la verdad. Con el objetivo de “difamar de forma global e injusta a los menores no acompañados de otros países”. Y da que pensar que en este caso estaban en el punto de mira los menores no acompañados. Aunque mañana puede ser el hijo del vecino, la mujer que pasea tres perros para ganarse “unos duros” para poder llegar a fin de mes o el tendero de la esquina. Da igual. Si se difunden mentiras y se viralizan, cualquiera podemos ser el objetivo. Esta información no se va a contrastar y puede que se dé por buena contando únicamente el número de me gustas o el de visualizaciones, que es casi peor. 


Los bulos no descansan

Los bulos no descansan, ni en verano, ni en invierno. Y cada vez surgen más empresas encargadas de chequear que lo que se dice en Internet puede que no sea verdad del todo. O sí. De hecho, existen compañías encargadas de detectar fake news en sectores concretos como el de la Sanidad. ¿Cómo reconocer que algo que leemos o vemos no es del todo verdad? Sobra decir que es importante tener presentes las fuentes oficiales. A veces suelen ser más fiables que las desconocidas. 

Desconfiar si la información que consumimos es poco transparente, si no cita a fuentes o fuentes oficiales. Profundicemos sobre  el tema que estamos leyendo o visualizando para saber por qué se ha podido producir. Y, sobre todo, desconfiemos. En Internet no todo está inventado y puede que nos cuelen gato por liebre a la mínima ocasión. Aprovechándose siempre de que cada vez leemos menos, cada vez más escuchamos los audios a 1,5x para ahorrar ese tiempo que queremos dedicar a seguir absortos en la pantalla mirando otras cosas y otros temas. Consumiendo, en definitiva, ingentes cantidades de información que es humanamente imposible digerir entendiéndolo todo. En una era en la que estamos cargados de sobreinformación, lo menos que podemos hacer es consumir lo que realmente nos interese. Aunque debemos cuestionarnos si las fuentes que visitamos o a  las que acudimos son, al menos, las adecuadas. 


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