Siempre he defendido la necesidad de que el periodista guarde el secreto sobre las fuentes de información. Incluso considero que no es un derecho, sino una obligación constitucional no revelar jamás la identidad de una fuente de información. Porque ello garantiza que se pueda cumplir el sagrado derecho de los ciudadanos a recibir información.
El anonimato de la fuente se ha de garantizar para informar sobre hechos, no para defender opiniones. En el juicio contra el fiscal general del Estado, Alvaro García Ortiz, hemos asistido a una declaración surrealista del periodista José Precedo, de eldiario.es. Un diario digital que defiende en uso de su derecho posiciones de izquierda que simpatizan con el sanchismo y su autodenominada “mayoría progresista”.
Precedo recurrió al secreto de las fuentes no para acreditar un hecho sino para dictaminar sobre la inocencia del fiscal general
Comparecía Precedo en el juicio contra el fiscal general como testigo. Afirmó ante el tribunal: “Está el dilema moral de que hay una persona a la que se pide cárcel, que yo sé que es inocente porque conozco la fuente, pero no puedo decir mi fuente”.
El presidente, Martínez Arrieta le dijo: “Una cosa es que no diga la fuente, pero otra cosa es que nos amenace con que la sabe”. Se equivocó de palabra Arrieta. No era una amenaza. Quizá hubiera sido más atinado que empleara el verbo embaucar, u otro similar.
Precedo recurrió al secreto de su fuente no para acreditar un hecho, sino para opinar y dictaminar sobre la, para él, inocencia del acusado. Y para los periodistas de la “mayoría progresista” que apoyan al Gobierno de Sánchez ha quedado Precedo como un héroe.
Me da la impresión de que Precedo lo que quería con su testimonio era echarle un cable al acusado, y me parece mal
Si el testimonio de Precedo adquiere relevancia para los magistrados en una hipotética sentencia absolutoria, se sentará un precedente insólito, cual es que cualquier acusado a partir de ahora cite como testigo a un periodista amigo para que, empleando su obligación de guardar secreto sobre sus fuentes, sostenga la inocencia de un acusado y no la veracidad de unos hechos.
Parece que Precedo cuando dijo “conozco la fuente, pero no puedo decir mi fuente”, se podía referir a que conocía la fuente de otros compañeros. Lo cual puede ser verdad o mentira. Y lo que yo deduzco de la literalidad es que Precedo tenía una fuente que le hablaba sobre las fuentes de otros.
En cualquier caso, lo que quiero sostener es que Precedo no me parece ejemplo de deontología profesional, incluso que me da la impresión, y no es información, sino opinión, de que su principal interés no era aportar datos que acercaran al tribunal a la verdad de lo sucedido sino echarle un cable al acusado, porque quien decide si el fiscal general es inocente o no, no son Precedo y su diario.es, sino los magistrados. Y a mí que un periodista anteponga su interés político, y quien sabe si económico, a la búsqueda de la verdad, me parece mal.
Marchena intenta que el fallo sea por unanimidad pero me informan de que va a ser difícil que no haya algún voto particular
Yo no soy quien para decir si el fiscal general es inocente o culpable. Mis fuentes, que no puedo revelar, me informan de que los magistrados que han conformado el Tribunal a estas alturas de sus debates tienen ya bastante claro el fallo. La magistrada que va a ser ponente de la sentencia, Susana Polo, no tiene claro que vaya a poder sacar adelante un fallo por unanimidad.
Su colega Manuel Marchena lo está intentando, pero es probable que, condenen o absuelvan, haya algún voto particular, a la vista de las posiciones mantenidas por los magistrados durante los debates que están manteniendo, de enorme enjundia jurídica. Mi fuente es buena, no me ha fallado nunca, y nunca me ha dicho en un asunto si un acusado es inocente o culpable. Lo que si me ha dicho esta vez es que, en esos debates, ha sido ampliamente comentado, por insólito, el testimonio de Precedo convertido en juzgador.
Creo, por experiencia, no porque me lo diga mi fuente, que la sentencia se conocerá antes de que finalice el año. Y tengo claro que Sánchez y sus tornilleros, si el fiscal general es absuelto, se emplearan a fondo en recordar que ellos y Precedo ya lo dijeron, y si es condenado, redoblaran los ataques al Supremo con su milonga de los jueces de extrema derecha y el lawfare.
