EL PROBLEMA DE LA TENENCIA DE ARMAS

A Salvador le gustaban las redes sociales. Quizá ese anonimato le permitía expresar lo que cara a cara, le daba más reparo porque si algo caracterizaba a este joven de 18 años, era que se mostraba retraído con el resto de la gente. En ellas compartía que había discutido con su abuela, con la que convivía, o que se encontraba desde hace tiempo enfadado con el mundo. Fue también a través de las redes sociales desde donde Salvador Ramos contó su fascinación por los tiroteos. También la publicación que auguraba que de una manera y otra, el resto del mundo hablaría de él. 

Salvador Ramos es hasta ahora, el autor de la mayor masacre de la última década perpetrada en un colegio. Y Uvalde el lugar de los hechos. Aquí fallecieron una veintena de personas, de las cuales 19 eran menores. Salvador sembró el pánico en un centro escolar. Disparó contra toda persona que se encontraba en su camino e inyectó terror en niños, personal de servicios, profesores y familiares. Estos fueron también testigos de cómo las autoridades tardaron en llegar y actuar para frenar la matanza

La segunda enmienda de la Constitución de los EE.UU. protege el derecho del pueblo estadounidense a poseer y portar armas de fuego. Es un derecho individual que tienen todos los estadounidenses pero que de vez en cuando hace cuestionarse a quienes legislan si habría que regularlo con urgencia, porque ese derecho no puede ser ilimitado. Esta segunda enmienda y el hecho de que los ciudadanos estadounidenses consideren que han de portar armas porque deben defenderse, ha convertido a los EE.UU. en un país que ostenta el 42% de las armas que posee todo el mundo. Es además, un país en el que hay más armas que personas. Un país en el que el lobby armamentístico, liderado por la Asociación Nacional de Rifle, ejerce una presión tal que desde la aprobación del texto constitucional, nadie ha tenido el empuje suficiente para adaptar la segunda enmienda a los tiempos actuales. 


¿ Por qué no se regula el problema de armas en EE.UU.?

A día de hoy cualquier ciudadano mayor de 18 años puede comprar un arma en los Estados Unidos. Y ese arma puede ser una escopeta o incluso un rifle. Sin embargo en caso de que quiera adquirir un arma de defensa personal, tendrá que esperar a cumplir los 21 porque la ley no se le permite. Por estados, en el Sur parecen ser más permisivos que en el resto. 

No se les está permitido la compra de armas a quienes hayan sido condenados por algún crimen que conlleve pena de cárcel por tiempo superior a un año. Tampoco se les permite a los fugitivos de la ley. Ni a los drogadictos, aunque no se suele solicitar ningún certificado quer especifique el estado de salud del comprador. Incluso los diagnosticados con problemas mentales siempre que hayan sido admitidos en alguna institución que les trate. No podrán comprar armas los extranjeros indocumentados e ilegales. Ni quienes hayan sido despedidos de las fuerzas armadas, como tampoco podrán los que cuenten con una orden de restricción por acoso, amenaza o estén acusados de violencia doméstica. 

El país que dicen más desarrollado del mundo impone ciertos requisitos para comprar armas pero registra también el mayor número de tragedias por tenencia armamentística. Muchas de ellas perpetradas además, por jóvenes y adolescentes. ¿Por qué no se regula entonces? Muchas son las voces que piden una revisión de la Constitución y de las normas que rigen para la compra y la tenencia de armas de manera particular. 

La cultura de las armas está tan arraigada en la sociedad estadounidense que cuesta que ese debate tenga un influjo real en el Congreso. Tal y como recogen algunos medios y según encuestas realizadas a la opinión pública a escala nacional, más del 70% de los ciudadanos estadounidenses estarían de acuerdo en que se legisle para que se restrinja la venta de armas de asalto, que son las que se emplean en la mayoría de los tiroteos masivos. 


Un negocio muy lucrativo

Al otro lado del charco el debate en la sociedad europea está servido. Se examina cada una de las matanzas ocurridas en los EE.UU. Y se mide con la vara europea, escandalizándose además por el hecho de que la sociedad americana vea normal la posesión de armas “para defensa propia”. Sin embargo a un lado y al otro del océano, la industria armamentística sigue nutriéndose de grandes inversiones tanto por parte de unos como de los otros. Mientras haya guerras, pensarán «el negocio se mantiene». 

De hecho las enormes cantidades de dinero que mueve la industria armamentística ejerce un gran poder sobre las políticas legisladas en EE.UU. El lobby ejerce también una gran presión. Y los datos se pueden contabilizar. Según la empresa Ibis World, la fabricación de armas y munición en Estados Unidos tendrá un valor de mercado cercano a los veinte mil millones de dólares a lo largo de este 2022. Un 16% más que el año pasado. En 2021 la industria de las armas generó 375.819 empleos en el país, siendo Texas el estado con mayor número de empleados. Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI en sus siglas en inglés), la venta de armas y servicios militares a nivel mundial, sin contar las que son comercializadas por China, llegaron a los 420.000 millones de dólares en ganancias en el año 2018. 

En resumen, muchos ceros tanto para euros como para dólares y pocas intenciones de lanzar un cambio a nivel mundial. ¿Por qué? Pues porque la economía está por encima de cualquier otro asunto. Si el debate sobre la tenencia de armas se produce en un ambiente de hipocresía, está claro que no tendrá lugar ninguna medida que ponga fin a la permisividad . Esta es la causante cada año de miles de muertes intencionadas, donde no tienen nada que ver ni los virus, ni los contagios masivos ni la enfermedad en general. Si no se quiere poner fin o lanzar una base de medidas que eviten tragedias como la de Uvalde es porque sencillamente, no interesa. 


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