Según la encuesta de GAD 3, la mitad de los españoles creen que la organización terrorista ETA sigue funcionando. El 95% no tiene idea de a cuánta gente asesinó ETA. El 60% de los jóvenes españoles no saben quién era Miguel Ángel Blanco y un 20% de los españoles encuestados está convencido de que el 11-M fue obra de ETA.
ETA dijo que abandonaba “la lucha armada” (eufemismo que emplean los matarifes para denominar su actividad asesina) hace ya unos años. Quienes conocemos su historia y hemos vivido amenazados por ellos, (en mi caso, en dos ocasiones intentaron asesinarme y en una ocasión en Francia, me partieron la cara) sabemos que solo una pequeña parte de la sociedad civil se mantiene aún hoy en pie frente a ellos y al lado de quienes fueron sus víctimas.
ETA al descubierto a través de documentales
Después de medio siglo de terror, más de 800 asesinatos (350 de ellos aún sin resolver por la Justicia), miles de heridos en sus atentados, secuestros y decenas de miles de extorsiones y amenazas, y dos generaciones destrozadas, ETA logró imponer un manto de silencio que aún hoy perdura envuelto en una absurda “normalidad«.
Un relato que le han aceptado los gobiernos socialistas que blanquea políticamente a los asesinos y sus secuaces hasta el punto de acceder al Gobierno y sostenerse en él con el apoyo de sus herederos de Bildu. Buena parte de los cuales durante los años de plomo apoyaron activa y expresamente a los asesinos algunos incluso, como Arnaldo Otegui, formando parte de sus comandos matarifes.
De pronto, tras muchos años de silencio insoportable e injusto para las víctimas, está poniéndose sobre el tapete social, a través de libros y documentales, lo que en realidad supuso la existencia de ETA. Lo que han sufrido y sufren sus víctimas, quienes eran los etarras y sus simpatizantes. Tras “Patria” de la que ya he escrito aquí, ha llegado “Bajo el silencio”. Documental de Iñaki Arteta (uno de los que nunca se ha callado) que se estrena en cines mañana martes, el documental “Traidores” de Jon Viar y la serie documental “El desafío: ETA”, ya en Amazon Prime Video.
«Bajo el silencio»: la gran polémica
Con “Bajo el silencio” una obra audiovisual de excelencia se ha liado porque en ella un tal Mikel Azpeitia, párroco de Lemona (Vizcaya), entrevistado por el narrador del reportaje y por la mujer de un guardia civil asesinado a pocos metros de su iglesia, Santa María de Lemona del Siglo XVIII, justifica la actividad terrorista de ETA con palabras que reproduzco literalmente para que ustedes conformen su propio criterio: “ETA no es terrorismo, fue una respuesta a la represión…una guerra entre dos naciones. Y que un pueblo oprimido al que quieren conquistar responda con violencia no es terrorismo…había y hay aún conflicto, un conflicto político”.
A preguntas concretas sobre el asesinato de dos guardias civiles, de 26 y 28 años, a los que reventaron con una bomba de diez kilos de goma dos en 1981 tras recibir el comando información del entonces párroco, el pastor Azpeitia responde hoy con duda y carita de extrañeza que me heló la sangre: “Por una parte te alegras de que su merecido se llevan, y por otra dices, no está bien». Nadie dice ¡Ay! si no te pisan el callo. Te acorralan tanto que no puedes responder de otra forma. Terrorismo…a mí me revienta esa palabra, porque sí, sin más. Que un pueblo oprimido responda con violencia no sé hasta qué punto es terrorismo».
Sobre los homenajes que se están haciendo asiduamente aún hoy hay etarras que salen de la cárcel y regresan a sus pueblos. Azpeitia considera que “no se puede hacer otra cosa. Hay pocas pintadas a favor de los presos, debería haber más”. Y cuando le dicen que hay muchos etarras con muertos a sus espaldas que no se arrepienten, responde simplemente: “Respeto”.
Una forma de justificar la actividad de ETA
Tras una denuncia de la organización “Dignidad y Justicia”, la Diócesis de Bilbao se desmarcó del párroco, que pidió “disculpas”. Más tarde fue apartado de sus oficios eclesiásticos sin concretar la duración de la sanción. Este párroco Mikel Azpeitia me recordó al también repugnante padre Serapio de “Patria”. Como bien ha recordado mi amiga Rosa Belmonte, en la serie es una rata. En la novela y eso no lo vemos en la tele, tiene además halitosis.
Me trae al pairo si el párroco Azpeitia tenía o no halitosis. Lo esencial es que lo que no tiene es alma, corazón y vergüenza. Y o desconoce el mensaje cristiano, o pisotea el Evangelio y se sitúa en las antípodas de Dios en una degradación ética que resulta insoportable. Y más aún en un sacerdote porque es además una infamia a las víctimas, que a él se la sudan, pero a nosotros no.
Me acordé de Gregorio Ordoñez, cuando aún no se dedicaba a la política y ejercía de periodista en “Norte Express”. Arrancó una entrevista al entonces obispo de San Sebastián José María Setién con una pregunta magistral de una entrevista insuperablemente breve y esclarecedora: “¿Monseñor, usted cree en Dios?”. Y Setién con cara de muy mala hostia, le señaló la puerta para que la cerrara por fuera.
El mismo obispo Setién que cerró las puertas de la catedral del Buen Pastor para que no se celebrara ahí el funeral de Enrique Casas, diputado socialista asesinado por ETA. Y cuando la ex presidente del PP vasco María San Gil le recriminó su insólita decisión, le respondió: “¿Dónde está escrito que el pastor tiene que querer a todas las ovejas por igual?”.
Una sociedad enfermiza que mira para otro lado
El documental de Arteta es muy recomendable. Un joven periodista va recorriendo y conversando con víctimas de ETA, con ciudadanos vascos, con el cura y con ex etarras. Todos ellos anónimos, conformando un fresco soberbio de una sociedad enferma y traumatizada, que como el autor del documental ha dicho en declaraciones a ABC, “siempre ha tenido el rostro sonriente y una apariencia amable y acogedora, aunque dejaba que sucedieran cosas horribles, y una vez que ETA ha renunciado a las armas, la pregunta es qué hicimos con el terrorismo y qué estamos haciendo con los terroristas. Pues acogerlos, mirar para otro lado, contemporizar con esa gente ahora entre nosotros como si nada. Ellos mantienen su discurso político, el mismo que ETA mantenía para asesinar indiscriminadamente y pretenden que los demás digamos sí inmediatamente. Las palabras del párroco de Lemona están a la orden del día hoy en el País Vasco”.
Frente a ETA sólo quedamos nosotros, los ciudadanos, la sociedad civil, para que no nos impongan su relato. Para dejar constancia de lo sucedido, que unos asesinaban, secuestraban y extorsionaban y el pueblo era su víctima, cualquiera, policía, guardia civil, militar, juez, panadero, electricista, periodista, cualquiera que no compartiera sus posiciones independentistas y socialistas.
No hubo “lucha armada” ni una “guerra entre naciones”. Son mentiras que no debemos admitir. ¿Y para qué sirvió ese medio siglo de terror? Sirvió a la causa del nacionalismo, pero no a la del pueblo vasco, ni a la defensa de su lengua y su cultura. Y menos aún claro, a la causa de la libertad. No hay libertad donde unos asesinan a 850 personas.
«Traidores» y «el desafio ETA»
“Traidores” documental que no he visto, pero del que he leído magníficas referencias. Jon Viar nacido en 1985, actor, realizador y profesor de Arte Dramático, hijo de Iñaki Viar Echevarría, ex miembro de ETA que colocó una bomba en los bajos de la Bolsa de Bilbao, condenado en el famoso Proceso de Burgos a 20 años de prisión, de los que cumplió nueve en Burgos y Segovia y salió en libertad tras la amnistía de 1977.
Terminó la carrera de medicina, se especializó en psiquiatría. Trabajó en la sanidad pública y fue después uno de los Fundadores del Foro de Ermua. Difundió a través de artículos y conferencias la verdad del terrorismo de ETA, lo que le costó ser amenazado por sus ex compañeros que le acusaban de alta traición por defender la democracia. El documental de Jon Viar se fragua a través del diálogo entre él y su padre, que desmonta el fundamento del abertzalismo y la falacia de la opresión nacional de los vascos y su lengua por España.
Además, cuenta la historia de seis adolescentes más bien pijos de San Sebastián y Bilbao. Alumnos de colegios religiosos de misa casi diaria, que a mediados de los años sesenta deciden integrarse en ETA para tomar las armas e impedir la colonización de su pueblo y de su lengua (que cinco de ellos no hablan) por el Estado opresor español.
“El desafío: ETA”, ocho capítulos dirigidos por Hugo Stuven en los que se cuenta cronológicamente la historia de ETA y de cómo acabó con sus comandos la Guardia Civil. Conozco bien el paño, porque fui junto a Miguel Toral el creador de esa serie, cuando estábamos en la productora Cuerdos de Atar verdadera. Lo que han hecho no es lo que yo habría hecho. Creo que periodísticamente podíamos haber conseguido más cosas relevantes. Aún así me parece un magnífico trabajo audiovisual, en el que se retratan todos los protagonistas, los guardias civiles, algunos etarras y los ex presidentes de Gobierno González, Aznar, Zapatero y Rajoy. La imagen y la fotografía excelentes.
Vuelvo a citar y a suscribir a mi amiga Rosa Belmonte, en su comentario sobre esta serie: “Aunque tengo que confesar que cuando sale Jesús Eguiguren me lo imagino pegando a su mujer con las manos, un paraguas y un zapato, según sentencia firme. El dirigente socialista fue presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco. Échate a remojo campeón. Claro, así se reunía con Otegui sin problemas para negociar”.
Serie que muestra lo que vivimos
Creo que la serie debería ser de visionado esencial sobre todo para aquellos jóvenes que según la encuesta no saben nada de ETA. Le auguro un exitazo en Amazon Prime Video que me alegrará, porque el equipo que la ha realizado la serie lo conformé yo, los defectos que la he encontrado son menores. Me liquidé los ocho capítulos en un día (si, un poco de sobredosis de maldad). Y puedo decirles que me alegro mucho de que exista para que quede constancia de lo que vivimos, lo que soportamos y cómo tan pocos se rebelaron democráticamente contra ellos.
Me dejó helado ver de nuevo los rostros de Mikel Azurmendi Peñagaricano, “Hankas”, María Teresa Pedrosa Barrenechea, “Maituni” y José Luis Martín Barrios, “Txetxu”, los tres etarras del Comando Andalucía que asesinaron a Alberto Jiménez Becerril y su esposa, Ascensión García Ortiz. Porque al ser detenidos le explicaron a la Policía, y después me lo advirtió el ministro de Interior que la siguiente persona a la que iban a “picar el billete” era a mí. En esos meses residía en Sevilla debido al rodaje de una serie de televisión.
“Picar el billete” o “ejecuciones” llamaban a los asesinatos estos matarifes. También quienes les ayudaban y apoyaban. Y quizá también los que se limitaban a guardar silencio, como ese vecino de Irún que sale en “Bajo el silencio” que dice que en Irún hoy se vive bien, pero que cuando existía ETA también se vivía genial. Sabemos que Irún es una de las ciudades donde más gente asesinó ETA. Pues eso. El párroco de Lemona, y todos los demás.