No cesa la polémica sobre el libro “El odio”, de Luisgé Martín, editorial Anagrama, que casi nadie ha leído. Copio a mi hermanito Ángel Antonio Herrera: “El libro se ha consagrado maldito, antes de conocerse. Estamos ante el libro de la temporada, pero sin libro”.
No me despierta especial simpatía el autor, que le escribía discursos a Pedro Sánchez, que ordenó al marido de Almudena Atocha que colocara su amanuense de jefe del Instituto Cervantes en Los Ángeles. Me despierta especial repugnancia José Breton, ese filicida que asesinó a sus dos hijos, parece que para hundirle más la vida a la madre. Y me siento cerca de Ruth, la madre viuda de dos hijos, víctima también del hijo de Satanás de Bretón.
Como no he leído «El odio» no opino sobre él. Sí me sorprende que al autor no le interesara hablar con la madre
La madre pidió a un juez que prohibiera la publicación de «El odio». Y un gentío se mostró muy partidario de la prohibición para evitar el dolor de Ruth y su “revictimización”.
Como no he leído el libro no puedo opinar sobre él. Por lo que he leído, me sorprende que al autor no le interesara haber hablado con la madre de los niños para armar su obra. Pero cada uno, en su libertad de creación, escoge los caminos que quiere transitar para articular su artefacto literario.
Muchos critican que el escritor se carteara con el asesino y hablara con él, y a algunos he escuchado que es intolerable que las autoridades penitenciarias autorizaran a Luisgé a hablar con Bretón en la cárcel.
Las condenas de privación de libertad no conllevan prohibición de hablar con periodistas o escritores
En esto si tengo opinión, y bien fundada. El asesino es condenado por el doble crimen que cometió, y las condenas de privación de libertad no conllevan una condena al silencio o una prohibición de hablar con periodistas o escritores.
Lo que sucede es que el Ministerio de Interior le concedió el permiso a Luisge, el amanuense del jefazo Pedro Sánchez, a la vez que, por ejemplo, a mí me negaba el permiso para entrevistar a un condenado por corrupción en el Caso Gürtel, que no se llevó un euro y que no asesinó a nadie. Esa diferencia de trato me escandaliza y me asquea pero es norma de este gobierno autodenominado “progresista”.
Todos estos censores nos habrían prohibido ver la «Cuerda de presos de Quintero» esa joya que ojalá reponga Antena 3
Estoy claramente a favor de la publicación de «El odio». Un escritor o un periodista tiene derecho a escribir sobre un crimen, o sobre un asesino, claro que sí. Los libros sobre crímenes y criminales son un clásico de la literatura, y los hechos unas veces suceden en un pueblo remoto de los Estados Unidos de Norteamérica y otras en un pueblo de Córdoba. Luisgé Martín tenía derecho a buscar su inspiración para su obra en el asesino. El sabrá qué objetivo tenía al escribir su obra
Todos estos censores que nos han salido en esta España tan progresista nos habrían impedido, por ejemplo, ver esa joya que hizo Jesús Quintero en Antena 3 llamada “Cuerda de presos”, que ojalá repongan.
El Juzgado de primera instancia 39 de Barcelona ha autorizado la publicación de «El odio», decisión que Ruth Ortiz, la madre de los niños asesinados puede recurrir. A mí me alegra la decisión judicial porque soy partidario radical de la libertad de expresión y de creación. Ese derecho es clave en un sistema democrático y no otorga ningún privilegio a los escritores o periodistas.
Me sorprende la cantidad de gente que ha salido partidaria de la censura, incluso previa, antes de leer el libro.
Lo que nos faltaba en esta España tan «progresista» eran libreros que deciden lo que podemos leer y lo que no
Y me asusta más aun que haya habido muchos libreros que hayan advertido de que no van a vender el libro diciendo que “habrá gente morbosa que querrá leer esa mierda, pero no se la vamos a dar”. Era lo que nos faltaba, libreros que deciden lo que podemos o no podemos leer. Como en la dictadura. Y seguro que más de uno atiende con su pañuelo palestino al cuello y se dice “progresista”. También los libreros practicando la censura previa. Era lo que nos faltaba.
No niego el derecho de un librero a vender o no lo que le venga en gana pero lecciones no, por favor. Por mi parte haré una lista de esas librerías para no pisarlas jamás. Y voy a comprar “El odio”, claro que sí. Lo haré en Amazon que espero que no boicotee el libro. Sin esta polémica no se si lo hubiera leído, pero ahora sí, con tanta gente empeñada en que no lo leamos lo voy a comprar, lo voy a leer y después diré si me gusta o no.
A lo largo de mi vida de periodista he hablado con más de un asesino. Con algunos la conversación fue provechosa periodística y personalmente para conocer las entrañas del mal. Me aproximé a ellos por interés profesional. Bretón jamás me había despertado interés alguno. Probablemente por el asco que me producía observarle en las fotos y los videos. Su mirada me alejaba de él. Y no por miedo. Por asco. Pero voy a leer el libro si Amazon no lo impide. Espero no tener que recurrir a mi librera de confianza para que me lo venda en la trastienda, como cuando Franco. Y antes de leerme “El odio” me voy a releer “A sangre fría”, de Capote. Y menos mal que lo tengo, porque igual los libreros censores dejan de venderlo también. País, que diría el Forges.