Ayer jueves el PSOE de Pedro Sánchez y sus secuaces consumó un golpe al Estado de Derecho en España. El próximo Gobierno de España se ha negociado en el extranjero y con un fugitivo de la Justicia. Sánchez ha aceptado aprobar una ley de amnistía para borrar los delitos relacionados con el “procés” durante un período de once años. Ha aceptado crear comisiones parlamentarias para investigar a los jueces que investigaron a los golpistas catalanes y quizá sancionarles. También ha aceptado que un relator internacional vigile el cumplimiento de los acuerdos desde Suiza.
O sea que se ha cargado definitivamente la separación de poderes. Y aunque en el documento del acuerdo entre PSOE y Junts no figura, queda nada para aprobar la cesión total de impuestos, el reconocimiento de Cataluña como nación. También celebrar un referéndum para la independencia. Esto lo irán negociando durante los próximos cuatro años el PSOE y Junts, que se arrogan los unos la representación de todos los españoles y los otros la de todos los catalanes.
Ya se han manifestado en la denuncia de este dislate todas las asociaciones de jueces, la principal de fiscales, la de inspectores de Hacienda y millones de ciudadanos que han salido a protestar pacíficamente en la calle. Aunque profesionales de las algaradas hayan intentado presentar las manifestaciones como violentas.
Un golpe a cambio de siete votos para seguir en el poder
Sánchez consuma un golpe a cambio de siete putos votos para poder seguir él en el poder. La única esperanza que nos queda a los demócratas es que haya ocho diputados socialistas decentes que rompan la disciplina de voto y voten NO a la investidura de Sánchez. Improbable. O que Sánchez engañe a Junts y ERC. O sea, a los golpistas con los que ha pactado. Y, de pronto le ordene a su caniche Conde Pumpido que se cargue la ley de amnistía cuando llegue al Constitucional. Improbable también, pero no imposible.
Y al poco de hacerse público el acuerdo entre golpistas, la noticia de que a Alejo Vidal-Quadras le habían disparado en la cabeza en Madrid. A Alejo no le enviaron balas de mentira o navajitas plateás. Le dispararon en la cabeza con un 9 Parabellum y gracias a Dios salvó la vida. Inevitablemente a muchos nos vino a la cabeza el asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936.
De entrada, El País y la SER hablaron de un intento de atraco. E inevitablemente me vino a la memoria el 11-M. Con Ferreras el de la Sexta entonces jefe de la SER y los terroristas suicidas con tres capas de calzoncillos. A mi amigo Alejo, un demócrata valeroso e inteligente que iba a intervenir por la tarde en un acto contra la amnistía de Sánchez, trataron de asesinarle. Nada de atracos. Su activismo contra el golpe de Sánchez, contra los terroristas de Hamas y su apoyo siempre a la disidencia al régimen terrorista de Irán (el que financió a Podemos) apuntaban de dónde podía venir el disparo.
Marlaska está tardando en detener a los autores. El que disparó y el que conducía la moto en la que huyeron, que apareció calcinada en Fuenlabrada. El propio Alejo dijo que creía que era cosa del régimen iraní. Marlaska le quitó el caso a la Brigada de Homicidios y se lo encargó a la de Información. Evidencia de que fue un intento de asesinato político.
Por la metodología, parece que quienes querían asesinar a Alejo contrataron a dos sicarios. Desde el entorno gubernamental llegó a sugerirse, tras el disparate de posible intento de robo, que la cosa fuese un ajuste de cuentas por alguna deuda económica. Esta patraña es ya demasiado miserable. Si no fuera tan trágico sería cómico. El intento de asesinato de Alejo es un crimen político en un momento muy delicado.
No quiero ni imaginar que el autor pueda terminar “abatido” por la Policía, porque si imagino que a quien le contrató le interesa que no sea detenido no vaya a contar quien le contrató. Si se confirma que detrás está el gobierno iraní habrá que preguntarle también a Podemos. En cualquier caso, el ministro Marlasca debe esmerarse y esclarecer el caso, detener a los autores y ponerles a disposición de la Justicia para que tengan un juicio justo. Si así sucede y les condenan esperemos que después no les amnistíen.