EL FISCAL GARCÍA ORTIZ, DESTRUCTOR GENERAL

Fiscal García Ortiz

Álvaro García Ortiz, el fiscal general del Estado imputado por revelación de secretos, se nos ha revelado gracias a la UCO de la Guardia Civil como un destructor general, como una máquina de destrucción masiva.

En el último informe que la UCO envió al juez Ángel Hurtado, la UCO acredita que García Ortiz borró todos sus mensajes. ¡¡ 5.877 !! de WhatsApp el 16 de octubre, el día que el Tribunal Supremo abrió la causa contra él.

Dice la UCO que el fiscal García Ortiz hizo el borrado de modo deliberado

Dice el informe de la UCO que “la falta de mensajes anteriores al 16 de octubre en la aplicación WhatsApp se debe, fundamentalmente, al vaciado o borrado intencionado de todos los mensajes contenidos en distintas conversaciones, siendo realizada esta acción hasta en dos ocasiones el indicado 16 de octubre”.

La UCO tampoco ha podido recuperar los datos de su cuenta de correo electrónico. Esa información, dice el informe, “ha sido eliminada recientemente y de modo deliberado».

El comportamiento del fiscal revela una destrucción de pruebas evidente

La Guardia Civil recoge además 69 llamadas salientes y 54 recibidas los días previos a la filtración de los datos confidenciales del novio de Isabel Díaz Ayuso.

El fiscal García Ortiz, que ha llevado a la Fiscalía General a un nivel de descrédito institucional insuperable, sigue sin dimitir y el Gobierno sigue sin cesarle. La Justicia dirá si ha cometido algún delito o no, pero su comportamiento borrando sus mensajes y correos electrónicos el día que se abre la causa evidencian un comportamiento deliberado de destrucción de pruebas de quien tiene la responsabilidad de velar porque la función jurisdiccional se ejerza eficazmente.

A García Ortiz solo le queda entrar en el Supremo por la noche y borrar toda la causa contra él

No se me ocurre un comportamiento más indecente en un fiscal general. Ver al máximo responsable de la Fiscalía convertido en un destructor general de pruebas es algo que no imaginé nunca que pudiera suceder. Visto su comportamiento me imagino a García Ortiz hasta en un quirófano borrándose las huellas dactilares para llegado el caso negar su propia identidad. Este hombre pegado a esa sonrisilla cínica está superando todo lo imaginable en desvergüenza.

Solo le queda entrar subrepticiamente una noche en el Supremo con un hacker y borrar toda la causa por la que se va a sentar en el banquillo. Visto lo visto, encajaría.

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