En 1955 se publicó en París por primera vez la obra ‘Lolita’ de Vladimir Nabokov, tras haber sido rechazada por tres editores. Estuvo prohibida hasta 1959 en Francia. La razón no era otra que su argumento, al que consideraban aberrante. Relataba la relación entre un hombre de 40 y su hijastra de 12. Algunos se siguen preguntando si es una perversión o en realidad se trata de una obra maestra.
Años más tarde, en 1962, Stanley Kubrik llevó a la gran pantalla como director una película con el mismo nombre. El argumento era igual, solo que la niña protagonista contaba con dos años más: 14. En ambos casos, el escándalo se sirvió en bandeja, pues no dejaba de describir la relación y la obsesión erótica-sexual de un hombre entradito en años con una adolescente. Desde entonces, el término «lolita» se aplica para referirse a las adolescentes que tienden a seducir más de la cuenta a quién no deben. También para aquellas jóvenes que se embarcan en relaciones con hombres mucho mayores que ellas. E incluso en Japón se aplica el término «lolicon» para describir al complejo de lolita y la obsesión por niñas muy jóvenes.
De «lolitos» no hemos hablado porque tomando como referencia a la obra de Nabokov y al filme de Kubrik (en 1997 Adrian Lyne también dirigió una obra homónima) siempre se ha utilizado el término para hablar de chicas jóvenes que conocen a un hombre mayor y tras un juego de seducción acaban en un lío. No hemos hablado, hasta ahora. Sí, porque Mediaset parece haber resucitado los espíritus de la Navidad pasada, presente y futura, estrenando una polémica serie titulada «Escándalo, Relato de una obsesión». En ella se describe la historia (obsesiva) de una mujer de 42 años que se enamora de un joven de 15.
Este pasado miércoles, 11 de enero se estrenó con un tímido 10% de share. Esto hace sospechar que acaben retirándola si es engullida por mejores datos de audiencia por cadenas de la competencia. Cuesta creer que en una era en la que las plataformas digitales ofrecen al telespectador televisión y contenidos a la carta, aún haya trabajos que vean amenazada su continuidad en antena por los datos del share.
Pero, volvamos a la polémica y al escándalo. Al debate sobre si está bien que una serie de ficción emita en abierto un argumento que describe a todas luces una relación prohibida entre una mujer madura y un adolescente. O lo que es lo mismo, una relación ilegal entre un menor de edad y una mujer con un ruido interno que le castiga y la ensordece. Parece ser que hasta el punto de haber encontrado en el menor el oasis de paz y amor (o sexo) que necesita.
En palabras de la creadora de la serie (autora, además de otros títulos como «El secreto de Puente Viejo» o «Acacias 38»), Aurora Guerra, recogidas por la revista Fotogramas, la serie no busca la polémica porque en realidad “es un thriller psicológico. Además no nos centramos solamente en la relación amorosa sino en cómo un grupo de personas golpeadas con la vida, aunque tengan una apariencia normal de clase media alta, pueden llegar a meterse en esa espiral de acontecimientos imposibles de parar”.
Polémica con la serie «Escándalo, relato de una obsesión»: ¿Se normaliza la pederastia?
Sea como fuere, los comentarios que ha estado recibiendo la serie incluso antes de emitirse el primer capítulo son todo menos conciliadores. La asociación ultracatólica Abogados Cristianos ha solicitado a la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia que se cancele su emisión. Acusan que con ello se esté blanqueando la pederastia porque se “traspasa la línea enfermiza de la atracción sexual hacia los niños”.
En Twitter la campanita no ha dejado tampoco de sonar. El contenido se ha hecho viral y ha generado un sinfín de opiniones. Entre ellas, la del pianista James Rodhes, quien sufrió abusos cuando era un niño y quien se preguntaba si no es momento de hablar de un tema tan espinoso como es éste de la pedofilia y el abuso sexual. Rodhes lamenta que pudiendo tratarse de un trabajo informativo se prefiere caer en el sensacionalismo al tratar de vender la serie como un thiller psicológico que quizá se pretende glamurizar.
«Relato de una obsesión» es quizá el apellido, pues su nombre es más bien el de «Escándalo». Que está provocando ampollas allá por donde van cayendo las esporas al conocerse su contenido. Y que además ha conseguido movilizar a parte de la sociedad que está atenta a los estrenos de la televisión. Puede que algunos de los que protestan y piden su retirada no hayan leído a Nabokov. Aunque es posible que les suene el nombre de «Lolita» para referirse a las adolescentes que se salen del redil.
Lo que es grave es que vivamos en una sociedad que se moviliza y protesta para que retiren una serie que describe la obsesión de una mujer madura por un adolescente de 15 años y no haga absolutamente nada para pedir que se ponga remedio al maltrato que sufren los menores en nuestro país. Muchos de ellos también víctimas de abusos. O que se persiga y castigue con más ahínco a los pederastas o no se deje crecer a las conductas pedófilas de muchos otros. Tal vez lo que ocurre es que no se describen con tanto sensacionalismo los sucesos que tienen que ver con abusos a menores. Quizá de esta manera se conseguiría visualizar más y viralizar más también algo que debería estar erradicado desde hace mucho tiempo.