Patricia Pérez, la madre del niño Gabriel, ha solicitado que se pare una serie sobre el caso y ha denunciado que Ana Julia Quezada, la asesina de su hijo, está colaborando con la productora y que habla con ellos con un teléfono móvil desde la cárcel de Brieva en donde cumple condena. Patricia ha solicitado incluso que se legisle en contra de las series sobre crímenes recientes. Porque considera que hacen daño en unas heridas no curadas y le parece mal que los malos puedan cobrar un dinero por colaborar en estos proyectos audiovisuales.
Patricia Pérez: una madre herida con el alma rota
Patricia Pérez me genera una inmensa empatía cuando habla. Cuesta discutirle a una madre herida con el alma rota. Pero no me parece que tenga razón y creo que apunta a un camino que supone un ataque a la libertad de expresión y de creación. El denominado “true crime” se basan en hechos reales y luego los guionistas hacen su trabajo.
Claro que comprendo el dolor de esas familias, de las víctimas, pero la libertad de expresión y de creación son sagradas en un sistema democrático. Después están los productores, que tienen una responsabilidad, claro, en hacer un producto digno y respetuoso con las víctimas. Lo digo porque he producido true crime. Por ejemplo “En el nombre de ellas”, sobre el caso del violador y pornógrafo infantil Kote Cabezudo, que pueden ver aún en la plataforma Netflix, y que les recomiendo vivamente.
Desde el inicio los productores teníamos clarísimo que había que contarlo todo, y que a las mujeres víctimas de Cabezudo debíamos cuidarlas con mimo y con esmero. La mayoría de ellas colaboraron en la serie, sin cobrar, y muchas de ellas dando la cara. Y estoy muy orgulloso del resultado final, y de la amistad que he forjado con estas mujeres tan dañadas y maltrechas, y tan ejemplares.
Hacer una de estas series no significa pretender enriquecerse a costa del dolor de unas víctimas. Si los productores hacen bien su trabajo creo incluso que es bueno para ellas. Y si incumplen sus obligaciones pueden incurrir en responsabilidad civil o, incluso, penal.
En la historia ha habido muchas creaciones audiovisuales y literarias sobre hechos que han provocado profundo dolor en seres humanos. En este caso, reitero, ver a Patricia Pérez con su pelo despeinado y su mirada limpia me genera empatía y la comprendo, y me duele su dolor. Pero no tiene razón.
La libertad de expresión y de creación no se tocan
Y respecto a Ana Julia Quezada, la condenada por el asesinato del pequeño Gabriel, tiene derecho a participar en la serie. Y a cobrar si ella lo pide y los productores se lo pagan. Otra cosa es que disponga de un teléfono móvil en la prisión, que por lo que dicen las autoridades no es cierto. Con el revuelo que se ha organizado, la dirección de la cárcel de Brieva hizo un exhaustivo registro de su celda y no encontró ningún teléfono, y a ella la trasladaron a un módulo aislada porque consideran que corría peligro.
Por otra parte cualquiera que conozca las prisiones saben que son muchos los presos que tienen teléfono móvil. Muchos de ellos son aparatos muy pequeños que les mete algún familiar en un vis a vis o se lo compran a un preso. Pero hay también teléfonos de última generación, grandes, que no entran en el culo de nadie, y que, es evidente, entran a las prisiones a través de algún funcionario corrupto.
Pero a lo que íbamos. Patricia Pérez no tiene razón y sería un disparate legislar para impedir que se hagan series sobre crímenes. Insisto, la libertad de expresión y de creación no se tocan. Y producir una serie sobre un crimen es absolutamente legítimo, como lo es que participe, si lo desea, el criminal. Como respetable es que una víctima prefiera no hacerlo.
Siempre he defendido y practicado que hay que estar al lado de las víctimas, así en general, pero que el hecho de ser víctima de algo no te otorga la razón en todo lo que digas. Mi cariño sincero a Patricia Pérez, pero mi opinión es que no tiene razón en las peticiones que ha hecho. Confío en que quienes estén haciendo esa serie lo hagan como debe ser. De entrada, no hay motivos para pensar que no vaya a ser así. Y Cuando la vea, si me parece mal algo de lo que hayan hecho lo diré y lo escribiré.