DROGAS, ALCOHOL Y MENORES EN UNA FIESTA ILEGAL

El pasado domingo, en Madrid, un local fue desalojado por exceso de aforo. Ocurrió a las 08,00h de la mañana. Con lo que se entiende que se trataba de un «after», aunque en realidad el local estaba dado de alta como sauna. Nada que ver con un local de fiestas. El local albergaba nada menos que 299 personas en su interior, en lugar de las 99 que tiene permitido. Además, la Policía intervino cocaína, cachimbas y armas blancas. También algún que otro menor de edad. El local intervenido cuenta con varias estancias. Muchas de ellas denominadas «VIP». Se estima que el precio en uno de estos reservados (con jacuzzi) puede llegar a costar desde los 1.200 a los 1.500 euros. 

La Policía acudió a la zona, alertada por las denuncias de los vecinos, que llevaban algún tiempo soportando un alto ruido. Al llegar, encontraron más personas de las que a priori permitía el aforo del local. Estancias que en teoría estaban diseñadas para albergar 2 personas, con más de 20. Con el riesgo que podría haber supuesto una salida en masa, puesto que muchas de las estancias solo cuentan con una única puerta de salida. 

En una de esas habitaciones, pensadas para dos pero con más de 20 dentro, se encontró a Froilán. Hijo de la infanta Elena, nieto del Rey Emérito y sobrino del actual monarca. Al parecer es cliente habitual de este local. Razón por la cual, esta noticia de la fiesta ilegal en la calle Orense de Madrid, está dando tanto de que hablar. Y dando a entender que quizá no es tan preocupante que en la capital se organicen muy asiduamente fiestas ilegales. En 2021 la Policía reventó más de 5.200. Tampoco que en ellas puedan encontrarse menores. O que las drogas campen a sus anchas, sea la fiesta de tarde, de madrugada o de mañana, sino que Froilán, al que muchos quieren etiquetar de «eslabón perdido» dentro de la Familia Real española, estaba de fiesta en sitio indebido. 

A día de hoy el local continúa abierto. Eso sí, se le ha abierto un acta de infracciones por haber estado realizando una actividad que nada tiene que ver con la suya propia. También por el exceso de aforo y la presencia de menores de edad en su interior. Pero quizá se quede ahí. Que no se haga nada más.


Crece la presencia de menores en fiestas ilegales

El 2021 fue un año a recordar por la cantidad de fiestas ilegales en nuestro país. Se achacaba entonces que la reciente salida del confinamiento, el supuesto fin de la pandemia y demás vicisitudes similares, habían propiciado la propagación de este tipo de fiestas. Sin embargo, la tendencia se ha mantenido desde entonces. Y no solo en Madrid. Otras capitales como Santa Cruz de Tenerife, Málaga o Córdoba han sido también testigos de fiestas ilegales. Fiestas en las que no solo se han interceptado sustancias tóxicas como drogas o alcohol, sino en las que también es alarmante el número de menores que se encontraban en ellas. 

Como escenario, los pisos turísticos. Aunque también existen otros lugares como locales con riesgo de derrumbe, naves industriales que se organizan en pleno campo durante varios días. También es destacable la enorme proliferación de este tipo de de fiestas en fechas señaladas como Halloween o Fin de Año. En ellas, este tipo de encuentros surgen como setas. 

El peligro de este tipo de fiestas no radica en la manera en que se organizan, sino en que dentro de ellas se desarrollan encuentros sin medidas de seguridad o sin controles adecuados. Dentro de ellas no es extraño que si acude la Policía, pueda hallar sin mayor problema, menores de edad, drogas y armas blancas. Tal y como ha ocurrido este domingo con la fiesta en la que estaba Froilán.

El pasado mes de diciembre, con motivo de las posibles fiestas que pudieran organizarse para el día 31, empresarios del ocio nocturno abrieron un canal de denuncia. Con este canal querían asegurarse que se conociera la posible la aparición de fiestas ilegales, que quizá éstas no contasen con un entorno de seguridad en todos sus espacios, que puede que no tuvieran ni siquiera licencia de actividad y funcionamiento y que los posibles accidentes que se pudieran producir, se saldrían del senda de la legalidad. Asimismo, querían dar a conocer la posible competencia desleal que suponen estos encuentros ilegales. En la mayoría de las ocasiones, se difunden sin problema y a una velocidad de vértigo, a través de las redes sociales. 

En tiempos de pandemia, el sector del ocio nocturno pedía que se levantaran las restricciones porque la situación empezaba a ser insostenible para ellos. Ahora que se permiten las salidas, que todo ha vuelto a la relativa normalidad, tampoco parece sorprender que siga habiendo multitud de fiestas ilegales donde, como no hay control, se permita la entrada a menores de edad. Donde  confluyan en un mismo lugar, las drogas, el alcohol y todo lo de indebido. 

No sorprende porque como no toca la economía que sí se ve, todo parece estar bien, aunque se sepa que en realidad no lo está. Como cuando se habla de la web y de la deep web. Cuando sabemos lo que ahí ocurre, aunque sea de oídas, no tomamos conciencia real de que vivimos en un mundo que necesita más desinfectante del que creemos o desearíamos. Y de que, tristemente, nos interesa más una noticia por el nombre conocido de alguien a quien han pillado en un sitio ilegal que por el encuentro ilegal en sí. ¿No es de locos?


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