Menores ucranianos desaparecen sin explicación alguna. A principios del mes de abril saltaban todas las alarmas. Un grupo de entre 30 y 40 niños ucranianos llegados desde las fronteras polacas con destino a Huelva, debía cruzar en ferry hasta llegar a Lanzarote, pero no lo hizo finalmente. No se tenía ni rastro de él. Los niños habían desaparecido y no había nadie que respondiese a su favor. Casi dos semanas después la información acerca de este extraño caso todavía es difusa.
Existen además muchos cabos sueltos. Un trayecto que debía haberse realizado y no se hizo. También una extraña sensación de que al final se ha dado carpetazo a un caso que puede abrir la puerta a investigar muchos traslados que se están sucediendo desde Ucrania o la frontera con Polonia hacia el resto de países de Europa, pero se pierden por el descontrol en el acogimiento de refugiados de la guerra. ¿Qué ha ocurrido realmente con los 30 niños ucranianos que al parecer habrían desaparecido al venir hasta Fuerteventura desde Ucrania?
Se sabe que una mujer de nacionalidad ucraniana, debía recogerles en la isla canaria. Sin embargo afirma no saber nada ni de los niños ni de la procedencia de ese supuesto autobús que debía trasladarlos para su posterior acogida. En las últimas noticias leídas en prensa, esta mujer no ha querido ofrecer declaraciones. Todo lo que dice es a través de su abogado. El caso hizo saltar todas las alarmas la pasada semana. Consiguió movilizar tanto a las autoridades canarias como a las de Madrid o Andalucía que dieron parte a la policía.
Desde el Gobierno han tardado casi una semana en salir a desmentir el caso y afirmar que ese traslado con la treintena de menores no existe. El delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, aseguró el pasado día 4 que los controles emprendidos por la Policía Nacional y la Guardia Civil en el puerto de Huelva no mostraron ningún indicio de que fuese verdad ese traslado de los 30 menores provenientes de Ucrania. Ni en el puerto, ni en el buque que iba a trasladarlos después a Canarias.
Unas declaraciones públicas que contradicen de alguna manera el mensaje que el 29 de marzo recibió al parecer la directora de Protección a la Infancia y la Familia del Gobierno de Canarias, Iratxe Serrano, por parte de la Brigada de Extranjería de Las Palmas. En ese mensaje se confirmaba la existencia del grupo de menores. Se indicaba que se esperaba que embarcasen, pero no se tiene constancia de que lo hicieran. Además se duda si finalmente decidieron quedarse en la Península, tal y como da a conocer el periódico La Vanguardia.
Los menores ucranianos no se sabe si llegaron o no llegaron a España, pero es a todas luces una muestra más que clara, del descontrol que existe en la actualidad en torno al traslado de menores desde Ucrania y su acogimiento. Puede que ese traslado no exista, pero tampoco se sabe a ciencia cierta si es real o no. De lo que sí se está seguro es de que las autoridades canarias ya han alertado de su imposibilidad de seguir controlando tantísima llegada de inmigrantes hasta sus costas y aseguran no tener medios suficientes para dar cabida a la atención y control de todos los refugiados que cada día llegan a las islas.
Menores que escapan de la guerra y no llegan a su destino
La guerra de Ucrania ha despertado una ola de solidaridad con las familias que escapan. Más aún con los menores que huyen de la guerra. Se han abierto todas las puertas y se han puesto todas las medidas al alcance de los mismos para que puedan encontrar un lugar en el que refugiarse en nuestro país. Sin embargo todos los traslados deben realizarse siguiendo los cauces oficiales. Porque son en definitiva, los cauces que pueden controlarse.
Tanto las autoridades como los expertos no se cansan de alertar de que el traslado descontrolado de mujeres y niños (que son los que suelen escapar), puede conducir a los refugiados hasta las redes de trata de personas que se valen de estos momentos de tensión y huida y se aprovechan del descontrol para campar a sus anchas.
Mientras el Gobierno prepara un plan estatal para coordinar la acogida y evitar un colapso administrativo, las recomendaciones pasan por no desviarse de los canales oficiales para ofrecerse como familias de acogida o para prestar ayuda a todos esos menores que vienen desde Ucrania. Aquellos interesados, lo primero que deberán gestionar es el certificado que les autoriza a ser familia de acogida. Este se puede tramitar en cualquier momento a través de las comunidades autónomas. Ese documento garantizará que los menores están protegidos al amparo de las autoridades y no se encontrarán expuestos a las redes de trata de menores.
Después una entrevista a los interesados determinará si las familias que se ofrecen en acogida tienen capacidad para poder encargarse de los menores. Luego se decidirá si son adecuada o no. Estas familias no tendrán que tener antecedentes y mostrar el compromiso de cubrir todos los gastos que conlleve la acogida del niño y sus familiares, en caso de que los menores no viniesen solos. Aunque se puede hacer de manera particular, la opción mayoritaria suele ser gestionar las acogidas a través de ONG’s. Estas prestan ayuda para todas las tareas administrativas y burocráticas.
Los menores que llegan desde Ucrania por lo general suelen hacerlo con una solicitud de asilo. E incluso muchos de ellos viajan junto a sus madres y abuelas, lo cual va a conllevar determinados trámites legales diferentes a los que implicaría un simple permiso temporal. Sea como sea, siempre es recomendable no actuar fuera de los cauces legales. Porque si para un particular es posible, imaginémonos lo que pueden hacer las redes organizadas de trata de menores y prostitución. Se valen del descontrol y del shock que supone una guerra para campar a sus anchas. Y es justo eso lo que no debemos permitir que ocurra. Ni ahora ni nunca.