Anoche un amigo me pasó el vídeo del balazo que Charlie Kirk recibió en el cuello mientras debatía con el público en un evento multitudinario en la Universidad de Utah. Ojalá nunca haberlo visto porque sigo profundamente impactado por las imágenes. Reconozco que desconocía quién es. Y tras pasar toda la mañana empapándome de su figura siento una extraña mezcla de desolación y rabia.
Charlie Kirk, fundador de Turning Point USA era una voz influyente del conservadurismo norteamericano. Simpatizante y valedor del Presidente Trump su cuenta de Instagram es seguida por 9 millones de personas. La última publicación de su feed está dedicada al espantoso y absurdo asesinato de Iryna Zarutska, silenciado por los medios progres para evitar la quiebra del impuesto relato woke. Qué trágica ironía…

Charlie Kirk, “el nazi“.
El asesinato de Charlie Kirk no puede ser más aterradoramente paradójico. Aquél a quien durante años se acusó de nazi, fascista y odiador, terminó siendo víctima del odio de quien pensaba distinto. Durante mucho tiempo, los críticos de Kirk lo descalificaron con etiquetas que buscaban invalidar su discurso sin ni siquiera debatirlo. Lo señalaban como enemigo de la diversidad y del progreso. Pero la consecuencia de esa narrativa es evidente: cuando alguien es reducido al papel de villano absoluto, deja de ser percibido como un ser humano. Y cuando se deshumaniza al adversario, la violencia contra él parece, para algunos, no solo aceptable, sino justa.
Lo más espeluznante vino después del crimen: las reacciones de quienes celebraron su muerte. En el propio evento y en redes sociales no faltaron aplausos, burlas y mensajes de alivio. Semejante respuesta desnuda una terrible incoherencia moral: ¿cómo se puede defender la inclusión y la tolerancia mientras se festeja un balazo contra quien piensa distinto? Inclusión, pero sólo si eres de los míos, ¿no? Si no lo eres, muerte.

La ironía mortal que antes o después aterrizará en España
La ironía no puede ser más brutal: al hombre al que llamaban intolerante, lo asesina alguien incapaz de tolerar sus ideas. Seguido del aplauso de aquellos que entienden esa bala como un triunfo del “progresismo”. No piensen que España está muy lejos de Utah. Cada vez que los Antonio Maestre, los Patxi López, los Pablo Iglesias, los Odón Elorza y demás progres enarbolan el ya tan manido “ultraderechista/nazi” para señalar con su dedo de pretendida superioridad moral a los Vito Quiles, los Alvise Pérez, los Bertrand Ndongo, los Santiago Abascal y demás disidentes del socialismo hegemónico que aquéllos desearían, más cerca estamos de que alguien considere “justo” acabar con la vida de quien piensa diferente.
Y la historia ya nos ha enseñado que a la expresión de violencia de un “bando”, indefectiblemente le seguirá la expresión de violencia del bando contrario. Pero la raza humana no aprende. Y lo peor de todo es que siento que nos estamos quedando sin tiempo para detener toda esta locura. Descanse en paz Charlie Kirk.