Me gustan las buenas películas y las buenas series, pero el panorama actual es desolador. Por eso leí con pena la crítica de Melchor a la serie «Los años nuevos«. Una crítica que no comparto porque la serie presenta una narrativa novedosa tanto en la forma, con esas elipses continuadas que nos llevan a visualizar a los protagonistas en el último día de cada año durante 10 años consecutivos, como en el fondo, al tratar de un amor descarnado, real, trufado de problemas y alejado de los clichés de la industria. No diré nada más.
Prefiero que cada uno juzgue si se trata o no de una de las series del año. Añadiré, solamente, que la etiqueta «Movistar» lo es de garantía. El sello atesora buena parte de las mejores producciones españolas de los últimos años, aunque cuente también con algún que otro pestiño como ese de «La Peste» –convengo con Melchor- que no hace sino confirmar la regla.
«Caballero sin espada» película sobre los problemas de la democracia
Como a mí me interesa más la política que el amor en el ámbito público, y como el panorama audiovisual es desolador, estas navidades me he refugiado, entre celebración y celebración, en el Canal Frank Capra de Movistar donde he podido volver a ver sus mejores películas. Hoy quiero comentar, como preámbulo de este nuevo año de lucha política por cambiar las cosas aquí, en España, la película «Caballero sin Espada» (título original «Mr. Smith Goes to Washington»)donde Capra, ya en 1939, dibujaba los problemas de una democracia que abandona sus principios fundacionales del bien común y del interés general.
En la película, tras la muerte de uno de los senadores electos por Montana, las fuerzas vivas del Estado deciden usar la buena imagen de Jefferson Smith (James Stewart) nombrándole senador honorífico con la intención de manejarle a su antojo. Sin embargo, puesto sobre la pista de los tejemanejes de sus mentores por Clarissa Saunders (Jean Arthur), la secretaria de su oficina en el Capitolio, decide combatir esa corrupción y la tormenta que los imperantes y su séquito desatan contra el mismo, comprobando que se extiende desde el mundo empresarial y mediático hasta el político, enarbolando los valores de la democracia hasta conseguir «contaminar» con su idealismo a uno de esos mentores que, finalmente, descubre toda la trama. No se la pierdan.
En 1939, Capra y su equipo pusieron en la pantalla la corrupción que asola las democracias. Eso les acarreó numerosos problemas a ambos lados del Atlántico. Y es que, si en USA no gustó nada la crítica al sistema. En Europa las dictaduras del momento prohibieron la película por su defensa de los valores democráticos, en particular de la libertad de expresión. Así, cuando veas algo particularmente criticado o denostado, puede que estés frente a una verdad incómoda para los imperantes y su nutrido séquito. Disfruta de esas miguitas y síguelas si de verdad buscas la auténtica democracia.
Persigamos la libertad, igualdad y fraternidad
En 2025, en España, el problema es que nadie ha puesto en pantalla la corrupción de nuestro sistema. No lo permiten. El ciudadano medio no sabe cómo combatir esa corrupción que, por supuesto, sí percibe. Solo aparecen algunas miguitas diseminadas aquí y allá.
Herrero de Miñón, padre de la Constitución, en entrevista para TO (05.01.25) nos apunta estas cositas: “La autonomía de Madrid puede ser más o menos exitosa en términos económicos, pero no tiene que ver nada con la autonomía de Cataluña o del País Vasco … Fue un error generalizar lo que era singular”. “Después vinieron los pactos autonómicos, que realmente constituyen una mutación muy importante de la Constitución … Y han servido para generalizar lo que no es generalizable”. “Tal vez habría que cambiar el sistema electoral … Las listas cerradas y bloqueadas”. Era una solución conscientemente transitoria. Lo primero que hizo el PSOE al hacer la ley ya de elecciones locales fue copiar el mismo sistema en los pequeños municipios, lo cual es disparatado”. “Ni el sistema se nutre de una clase, de una sociedad sana, ni la sociedad aguanta un sistema político disfuncional”. “Se ha confundido el papel absolutamente fundamental de los partidos con eso que llamabas partitocracia … Pero eso tiene también sus límites. El partido no puede, además, determinar la composición de los órganos judiciales, o el Rectorado de las academias”.
En el fondo convengo con él en que “la ignorancia es abrumadora, y de ahí vienen nuestros males”. Por eso te pido a ti, caballero sin espada, que no desfallezcas, que leas, que reflexiones y que vuelvas a perseguir, este 2025, los ideales revolucionarios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, frente a los apaños que siempre han caracterizado al sistema de la PPSOE.