En las últimas semanas vemos y leemos casos de menores en todas las ciudades de España y fuera de nuestras fronteras. Casos y más casos de abusos sexuales, violaciones, pornografía infantil y un largo etcétera de barbaridades que sufren los menores. Niños y niñas son víctimas indefensos y parece que son invisibles. Y pensamos bueno pues uno más, ¡qué pena! ¡qué horror! Y desde It Magazine ponemos un poquito de voz a lo que sienten millones de personas ante este horror que se está viviendo en la actualidad.
Hay demasiados menores sufriendo de abusos sexuales y no queremos verlo. Menores que aguantan en muchos casos el dolor en silencio. Un dolor que puede crearles aparte de ese sufrimiento sentimientos de ira y maldad. En otros casos sí se atreven a dar un paso y contar a sus familias lo que les ocurre.
Si vemos los datos de abusos, son escalofriantes. Los delitos de agresión sexual con penetración han aumentado en el primer trimestre de 2021 un 24,6% con respecto a los registrados en el último cuatrimestre de 2020, cuando se contabilizó una bajada de los mismos. En total, entre enero y marzo de este año, se registraron hasta 426 delitos de agresiones sexuales con penetración, según los datos del Balance Trimestral de Criminalidad publicado por el Ministerio del Interior. Estas estadísticas advierten de un aumento de estos casos de un 24,6% con respecto a los 321 que se habían contabilizado entre octubre y diciembre del año anterior.
Los abusos sexuales se convierten en algo demasiado habitual
Los juicios por abusos sexuales a menores comienzan a convertirse en algo demasiado habitual en la Audiencia de Zaragoza. Hace apenas semanas un hombre confesaba haberse aprovechado de una chica de 15 años. Se anunciaba como niñera en un portal de internet. El acusado alega que la víctima dijo ser mayor de edad y le cobró 150 € por mantener relaciones sexuales.
Posteriormente un hombre admite que pudo “rozar” a su sobrina pero que nunca se había sobrepasado. La menor tiene 13 años. La madre intuía que algo le debía de estar ocurriendo a su hija porque empezó a notarla extraña: “era una niña muy alegre y sonriente. Pero de la noche a la mañana se encerró en sí misma, comenzó a vestir de negro. Yo relacionaba todo esto con la llegada de la adolescencia pero luego supe que había algo más». Son declaraciones de la madre. A la menor le daba vergüenza contárselo a su progenitora, así que le pidió a su psicóloga que lo hiciera. La madre llamó a su cuñado para pedirle explicaciones. Éste le pidió perdón pero por supuesto esto no evitó la denuncia. Pero no solo es en Zaragoza, raro es no ver casos de abusos en todas las localidades. Incluso lo vemos con total normalidad.
En los últimos días ha sido detenido en una localidad valenciana un hombre de 31 años como autor de los delitos de abuso sexual a un menor de edad y corrupción de menores, tras presuntamente abusar sexualmente y en repetidas ocasiones, de un niño de 11 años, hijo de unos amigos. El detenido, que ya se encuentra en prisión, obligaba al menor a ver vídeos pornográficos y le forzaba a consumir sustancias estupefacientes. Las investigaciones se iniciaron tras la denuncia del progenitor del niño. Un amigo de la familia agredió y abusó del menor. Este padecía a su vez de una discapacidad auditiva.
La mayoría de todos estos casos de abusos son juzgados y condenados pero las penas son consideradas insuficientes por todo el dolor y el sufrimiento que causan a estos menores y el trastorno que les puede ocasionar en el futuro. Aunque existen casos en los que los magistrados consideran que no está suficientemente probado el deseo sexual. Es el caso de un profesor de sexto de primaria de un colegio madrileño que ha sido absuelto por abusar de cuatro alumnas al dudarse del “sesgo sexual” de sus actos.
La Audiencia Provincial de Madrid ha considerado que los actos descritos por las niñas en el juicio «no tienen un inequívoco contenido o sesgo sexual». Por ello, los magistrados no han «llegado a la certidumbre de que el acusado los realizara con el fin de satisfacer apetencias sexuales». El ahora absuelto reconoce haber realizado “nalgadas” pero sin un ánimo libidinoso y se limita a pedir perdón a las familias.
Los actos narrados por las menores, reconocidos en todo momento por el acusado, tuvieron lugar en clase o en el patio, en presencia de otros alumnos y básicamente consistían en besos en las mejillas y en las manos, susurros al oído de «frases inocuas”. También palmadas en el culo..
Por supuesto todos estos actos traspasan el contacto que debe tener un profesor con sus alumnas. Y esto nos lleva a preguntarnos: ¿qué ocurre en nuestra sociedad? ¿Qué podemos hacer para evitar este ingente número de casos de abusos sexuales y de violencia tan desmedida? Primero alzar la voz pero las medidas y las penas no dependen del ciudadano de a pie y habrá que esperar a que los que tengan que actuar actúen… Aunque de momento seguimos esperando y lo que nos queda…