¿ A QUÉ SABEN LAS NUBES?

Existe un runrún que no cesa en los medios de comunicación: el cambio climático, la emergencia climática… no existe un solo día sin noticias acerca de catástrofes que tienen supuestamente detrás la sucia mano del hombre. La culpa, según dicen, es nuestra y por eso nos obligar a pagar. Pagamos con mayores impuestos y con precios mucho más altos cualquiera de las cosas que necesitamos… y pronto pagaremos con restricciones de derechos del tipo no puedes viajar así, no puedes entrar ahí… Sin embargo, el doctor John F. Clauser, Premio Nobel de Física 2022, precisa en una entrevista concedida a THE EPOCH TIMES que «el cambio climático es, en realidad, una desinformación muy deshonesta difundida por los políticos» que hacen una interpretación errónea –aprovechada, diría yo- del mecanismo principal que controla el clima de la Tierra.

Clauser resulta quirúrgico al señalar que el IPCC «cuenta con 40 modelos informáticos diferentes, todos haciendo predicciones, todos citados en la prensa prediciendo un apocalipsis climático… pero ninguno de ellos es capaz de, retroactivamente, predecir y explicar la historia climática de la Tierra de los últimos cien años«. Está claro que algo falla y que ese supuesto «apocalipsis climático» se basa en una representación irreal de la Tierra, soslayando la presencia de unas nubes cuya cobertura varía entre uno o dos tercios de la superficie terrestre, según demuestran las imágenes satelitales.


Una emergencia climática que no existe

Una cobertura que, además, cambia de posición cada poco tiempo. Y un factor clave: el albedo, esto es, la cantidad de luz solar que una superficie refleja en lugar de absorber. Superficies con alto albedo, como la nieve o las nubes brillantes, reflejan mucha luz solar, mientras otras con bajo albedo, como el asfalto oscuro o el océano, absorben mucha luz solar. 

Para Clauser esa fluctuación de las nubes es “lo que crea un termostato de reflectividad de la luz solar que controla el clima, la temperatura de la Tierra, y lo estabiliza de manera muy poderosa y dramática, un mecanismo hasta ahora totalmente inadvertido» mientras los políticos se centran en un cambio climático antropogénico, esto es, causado fundamentalmente por el hombre para marcar la agenda de numerosos países, incluida España.

En este sentido, destaca como la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de USA) en sus publicaciones pasó, sin solución de continuidad, de constatar un «calentamiento global» a declarar la «emergencia climática» señalando al hombre como factor desencadenante del incremento de eventos climáticos extremos (huracanes, olas de calor, inundaciones, sequías…). Sin embargo, Clauster denuncia que están jugando con los datos y que, de haber incluido la frecuencia de tornados (EF3-plus), se observaría una disminución de ese tipo de fenómenos. 


Una «mala ciencia» que hay que rechazar

Clauser precisa que ese mecanismo de reflexión de la luz solar de las nubes es un sistema de regulación climático 200 veces más poderoso que las emisiones de CO2 y de metano juntas ya que la «potencia es como 104 vatios por metro cuadrado cuando solo tenemos un tercio de nubosidad, y 208 vatios por metro cuadrado de superficie de la tierra cuando tenemos una cubierta de nubes muy baja. La diferencia entre ellos es del orden de 104 vatios por metro cuadrado o un área de superficie. Eso debe compararse con este minúsculo medio vatio por metro cuadrado de superficie que aporta el CO2” por lo que «todos los programas gubernamentales que están diseñados para limitar el CO₂ y el metano deben eliminarse inmediatamente» para reconsiderar todo lo que concierne al cambio climático, que existe –que siempre ha existido- pero del que desconocemos todo.

Hasta que llegue ese conocimiento, debemos rechazar de plano esa «mala ciencia» -como la denomina Clauser- del IPCC que nos meten hasta la garganta por radio y televisión con la ayuda del equipo de opinión sincronizada del gobierno –de la PPSOE- rechazando, asimismo, todos los sobrecostes que nos imponen para, supuestamente, luchar contra una emergencia climática que no existe. La única emergencia que tiene España es política y si no somos capaces de resolverla encontrando nuevos partidos al margen de los actuales, no solo va a volar todo nuestro dinero, convertido vía impuestos en fondos públicos que luego manejan a su antojo, sino también nuestros Derechos y Libertades. ¿A qué saben las nubes? A engaño, a engaño constante de unos políticos que solo miran por sus intereses perjudicando al resto de los españoles que vagan, huérfanos, por esta piel de toro. Reflexionen.


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