La Jeni, la Jesi, el feminismo y la libertad sexual.

Jeni

Jeni Hermoso ya tiene la Sentencia condenatoria que todo el feminismo institucional ansiaba. El beso que le dio Luis Rubiales en la celebración del mundial constituye agresión sexual según el Magistrado Fernández Prieto. Concluye que el mundialmente famoso beso no fue consentido y que atentó contra la libertad sexual de la víctima. Y para ello otorga plena credibilidad al testimonio de Hermoso como prueba de cargo suficiente entendiendo colmados los tres requisitos que establece la Jurisprudencia del Tribunal Supremo para ello: 1) Persistencia en la incriminación. 2)Ausencia de incredibilidad subjetiva. 3) Verosimilitud del testimonio (elementos periféricos de corroboración).

Paralelamente a lo de Jeni, el diario The Objective publica las pruebas que acreditan que Jésica, la «compañera» de José Luis Ábalos por dos años, fue escogida por el Ministro de un catálogo de prostitutas. Hemos escuchado al feminismo institucional repetir hasta la saciedad que los puteros (así en abstracto) no pagan por follar, pagan por VIOLAR. Que ninguna mujer se prostituye porque realmente quiera, sino por necesidad. Que la prostitución es una forma más de violencia de género… Sin embargo lo único que se juzgará del Ministro en relación a la Jesi es si pagó sus servicios sexuales con dinero público o no. Nadie, ni en el PSOE, ni en PODEMOS, ni en SUMAR, ni en ningún apéndice del feminismo radical institucional, va a abanderar un linchamiento popular del agresor sexual/violador José Luis Ábalos. Da mucho que pensar, ¿no creen?

¿Cualquier otra Jeni, no famosa, en un procedimiento no público, en un Juzgado de lo Penal cualquiera, habría obtenido una Sentencia como esta?

Evidentemente no. Cualquier ciudadano lo intuye y cualquier jurista lo sabe. ¿Que cómo se explica? Pues recordando dónde comenzó todo esto. Con el Tribunal Constitucional avalando por presiones políticas la constitucionalidad de la Ley Integral de Violencia de Género a sabiendas de su inconstitucionalidad. Alfonso Guerra, no especialmente sospechoso de pertenecer a la ultraderecha, lo contó en primera persona.

He visto tantas veces cómo los jueces retuercen el Derecho para acomodarlo a la interpretación que de él quieren dar por motivos ajenos a impartir recta justicia, que ya estoy curado de espanto. Y el ejercicio profesional me ha demostrado que el papel lo soporta todo y para cualquier pronunciamiento judicial pueden encontrar argumentos jurídicos, por demencial que sea lo que van a pronunciar. Así que puedo comprender perfectamente que el Magistrado Fernández Prieto no haya querido que al linchamiento social de Luis Rubiales en la plaza del pueblo le siguiera el suyo propio. Y él mejor que nadie sabe que ésa habría sido irremediablemente la consecuencia de dictar una sentencia absolutoria.

Sólo él y su conciencia sabrán la motivación auténtica de su fallo. Pero lo que podemos constatar todos los juristas, y especialmente los que nos dedicamos al Derecho Penal, es que lo de los tres requisitos de la Jurisprudencia del Supremo para los testimonios de víctimas de delitos de naturaleza sexual, en casos mediáticos impulsados por el feminismo radical institucional, se ha convertido en un «todo vale» vergonzoso. Los jueces que deben interpretarlo, enfrentados a la posibilidad de su propio linchamiento, te pueden fácilmente estar meando en la cara mientras te argumentan jurídicamente que llueve.

La Justicia sometida a la presión política.

Respecto al caso concreto de Jenifer Hermoso solo diré que he llevado la defensa de muchísimas mujeres víctimas de agresión sexual. Jamás ninguna de ellas me mostró un meme de su violación descojonada de la risa y romantizando el delito con cara de satisfacción máxima («como Iker y Saraaaaaa»). A muchas de ellas les he preguntado qué les parece este caso. Y todas se muestran indignadas con el circo organizado alrededor de ese pico y con que lo tilden de «agresión sexual». Les parece un insulto y una burla a lo sufrido por ellas.

En mi estricta opinión profesional, no ha existido persistencia en la incriminación (Hermoso se pronuncia muy claramente sobre el hecho en una entrevista al instante de producirse negando cualquier significación penal del beso). No ha existido ausencia de incredibilidad subjetiva (sin las salvajes presiones del feminismo institucional ella jamás habría denunciado, y las recompensas que posteriormente ha obtenido por haberlo hecho ahí están). Tampoco ha existido verosimilitud del testimonio (a la vista de todos está su reacción inmediata a la supuesta agresión sexual y lo ocurrido en el vestuario y en el autobús). Y tengo una cosa muy clara: de no ser Jeni Hermoso sino una chica cualquiera, en un Juzgado ordinario cualquiera, sin atención mediática ni presión política, la habrían despellejado viva y el resultado habría sido muy diferente.

El peligro del mensaje que se transmite

Respecto al caso de Jésica y el ex ministro, absolutamente nadie alzará la voz para obtener una condena penal por el comportamiento sexual de José Luis Ábalos. Un Ábalos que, por cierto, junto a todo el PSOE en bloque, votó a favor de la Ley para la abolición de la prostitución en el Congreso. Con dos cojones. Y no pasa nada. Nunca pasa nada

Pero lo grave no es la vomitiva hipocresía de esos que se envuelven en la bandera del feminismo institucional. Lo grave es el catastrófico mensaje de fondo que se transmite. A las mujeres como Jeni Hermoso, que puedes convertir a tu antojo algo sin importancia para ti y de lo que te descojonas con tus amigas en una agresión sexual solo con decidir modificar tu percepción de lo sucedido. Y a los hombres que cualquier contacto con una mujer es susceptible de transformarse en una agresión sexual si ella así lo decide. Pero que si pagas a una puta entonces no tendrás ningún problema… Siempre que sea con tu dinero y no con el de los contribuyentes, claro.

Y los chiringuitos y negocios millonarios surgidos al abrigo de esa Ley inconstitucional que los cobardes Magistrados del TC avalaron como constitucional por presiones políticas, encantados. Desde su promulgación solo hay más víctimas, más «agresiones sexuales», más delitos, más polarización hombres/mujeres, más odio… Ergo, muuuucho más dinerito. ¡Misión cumplida, Jeni!

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